Espacio de opinión de La Palma Ahora
La transparencia
¡Ay transparencia, cuántas leyes, pactos y discursos hablarán de ti! ¡Ay transparencia, cuántos negocios y contratos millonarios se apalabrarán sin publicidad alguna pero invocando, eso sí, tu magno nombre! ¡Ay trasparencia, pero qué destino más ingrato te ha tocado! Estar permanentemente en boca de aquellos que menos creen en tu sana presencia.
Acto primero. El mensaje. El presidente del Parlamento canario, el nacionalista Antonio Castro, anuncia que una señal institucional de televisión situará a la Cámara a la vanguardia en transparencia, adelantándose a la ley canaria del mismo nombre. Llega a tal punto la modernidad –¡ojo al dato!- que sabremos la hora exacta en qué cada asunto del orden del día será abordado en el pleno. Solo faltó añadir que desde las ruedas de prensa vía plasma del ectoplasma de Rajoy no se ha conocido tamaño adelanto tecnológico en materia comunicacional. Tal vez alguien debería decirles que la existencia de una señal institucional no equivale a transparencia. Que son inéditos los casos de irregularidades y/o corruptelas –si los hubiera o hubiese- firmados al grito de ¡acción se rueda! Pero la existencia de un canal institucional sí que servirá como excusa para alejar a la prensa de la Cámara, evitando así el acopio de información extra-institucional en sus pasillos y salones; y obstaculizando de paso que esas otras cámaras puedan captar escenas tan inolvidables, como la de aquel diputado del PP disfrutando entretenido de una película, o aquella otra representante de CC preparando amorosamente las tareas escolares de su progenie.
Acto segundo. La realidad. PP y PSOE pactan que cada tres meses las Cortes generales hagan público solamente el importe global de los viajes de sus señorías, sin detallar ni protagonistas ni formaciones políticas. ¡Y viva la “transparencia”! O sea, que cada diputado podrá seguir desplazándose con nuestro dinero a actividades de sus partidos con opacidad y alevosía total, porque, según PP y PSOE, son actos que prolongan la actividad parlamentaria. De postre el reglamento introducirá una modalidad de viajes a “residencia ocasional” para que Monago pueda justificar cómodamente sus polémicos viajes privados pagados con fondos públicos. ¡Ay transparencia, cuántas villanías se cometen y cometerán –me temo- en tu nombre!
mvacsen@hotmail.com
¡Ay transparencia, cuántas leyes, pactos y discursos hablarán de ti! ¡Ay transparencia, cuántos negocios y contratos millonarios se apalabrarán sin publicidad alguna pero invocando, eso sí, tu magno nombre! ¡Ay trasparencia, pero qué destino más ingrato te ha tocado! Estar permanentemente en boca de aquellos que menos creen en tu sana presencia.
Acto primero. El mensaje. El presidente del Parlamento canario, el nacionalista Antonio Castro, anuncia que una señal institucional de televisión situará a la Cámara a la vanguardia en transparencia, adelantándose a la ley canaria del mismo nombre. Llega a tal punto la modernidad –¡ojo al dato!- que sabremos la hora exacta en qué cada asunto del orden del día será abordado en el pleno. Solo faltó añadir que desde las ruedas de prensa vía plasma del ectoplasma de Rajoy no se ha conocido tamaño adelanto tecnológico en materia comunicacional. Tal vez alguien debería decirles que la existencia de una señal institucional no equivale a transparencia. Que son inéditos los casos de irregularidades y/o corruptelas –si los hubiera o hubiese- firmados al grito de ¡acción se rueda! Pero la existencia de un canal institucional sí que servirá como excusa para alejar a la prensa de la Cámara, evitando así el acopio de información extra-institucional en sus pasillos y salones; y obstaculizando de paso que esas otras cámaras puedan captar escenas tan inolvidables, como la de aquel diputado del PP disfrutando entretenido de una película, o aquella otra representante de CC preparando amorosamente las tareas escolares de su progenie.
Acto segundo. La realidad. PP y PSOE pactan que cada tres meses las Cortes generales hagan público solamente el importe global de los viajes de sus señorías, sin detallar ni protagonistas ni formaciones políticas. ¡Y viva la “transparencia”! O sea, que cada diputado podrá seguir desplazándose con nuestro dinero a actividades de sus partidos con opacidad y alevosía total, porque, según PP y PSOE, son actos que prolongan la actividad parlamentaria. De postre el reglamento introducirá una modalidad de viajes a “residencia ocasional” para que Monago pueda justificar cómodamente sus polémicos viajes privados pagados con fondos públicos. ¡Ay transparencia, cuántas villanías se cometen y cometerán –me temo- en tu nombre!
mvacsen@hotmail.com
¡Ay transparencia, cuántas leyes, pactos y discursos hablarán de ti! ¡Ay transparencia, cuántos negocios y contratos millonarios se apalabrarán sin publicidad alguna pero invocando, eso sí, tu magno nombre! ¡Ay trasparencia, pero qué destino más ingrato te ha tocado! Estar permanentemente en boca de aquellos que menos creen en tu sana presencia.
Acto primero. El mensaje. El presidente del Parlamento canario, el nacionalista Antonio Castro, anuncia que una señal institucional de televisión situará a la Cámara a la vanguardia en transparencia, adelantándose a la ley canaria del mismo nombre. Llega a tal punto la modernidad –¡ojo al dato!- que sabremos la hora exacta en qué cada asunto del orden del día será abordado en el pleno. Solo faltó añadir que desde las ruedas de prensa vía plasma del ectoplasma de Rajoy no se ha conocido tamaño adelanto tecnológico en materia comunicacional. Tal vez alguien debería decirles que la existencia de una señal institucional no equivale a transparencia. Que son inéditos los casos de irregularidades y/o corruptelas –si los hubiera o hubiese- firmados al grito de ¡acción se rueda! Pero la existencia de un canal institucional sí que servirá como excusa para alejar a la prensa de la Cámara, evitando así el acopio de información extra-institucional en sus pasillos y salones; y obstaculizando de paso que esas otras cámaras puedan captar escenas tan inolvidables, como la de aquel diputado del PP disfrutando entretenido de una película, o aquella otra representante de CC preparando amorosamente las tareas escolares de su progenie.