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Mágica

Mágica, la luna se bañaba en Los Cancajos; yo la contemplaba extasiada. Era Semana Santa.

Por entonces, la Semana Santa era muy sobria. Durante días, todo era rezo y silencio hasta llegar a la Misa del Gallo.

Entonces íbamos a la playa con guitarras, hacíamos un fuego y cantábamos historias. Y él me miraba desde lejos; siempre, durante años.

Pero esa noche…

Esa noche se sentó a mi lado. Sus manos gélidas, buscaron mi cuello.

Esa noche, me besó. O quizá no. Tal vez fue solo el aleteo de una mariposa sobre mis labios.

Al despuntar el alba, él miraba al suelo; sus ojos me buscaban desde allí mientras el rubor subía a su rostro.

Así me sigue mirando desde entonces.

Él, aún piensa que lo soñó.

Y desde esa noche, y para siempre, Breña Baja fue mágica.

Mágica, la luna se bañaba en Los Cancajos; yo la contemplaba extasiada. Era Semana Santa.

Por entonces, la Semana Santa era muy sobria. Durante días, todo era rezo y silencio hasta llegar a la Misa del Gallo.