La Palma Ahora Opinión y blogs

Sobre este blog

El manejo de nuestras vidas

Hemos avanzado, hemos progresado.  Es evidente.  Ahora la esclavitud es más refinada, no hay látigos.  Ahora todo el desorden social se conforma de una manera más democrática, es más legitimo vincular intensas y extensas horas de trabajo mal remuneradas como discípulos del Dios Capitalista.

Toda idea de vida queda marginada y amparada bajo los parámetros indicados o modificados por dicho dios, y toda posibilidad queda extinta y desahuciada por la imperiosidad de producir.  Hemos forjado nuestra propia jaula, somos mejores pajaritos que reciben agua y comida mientras nuestro trinar agrade y convenza al Dios Capitalista, y convencidos además de que, como nos proclaman los sacerdotes y acólitos capitalistas, tras los barrotes solo se hallan depredadores y sombras que acabaran devorándonos o empujándonos a oscuridades interminables de incertidumbre y desolación.  Nos olvidamos de agitar las alas, de la concepción y la sensación del vuelo, nos empujan constante a desechar la noción de esa posibilidad.  Algo irrisorio, nos dicen, cuando dentro de la jaula ellos nos dan todo lo que nos hace falta, y en eso, y en el ruido de tanta jaula y tanto trinar de pajaritos entre los barrotes nos convida a conceptuar que tienen razón, que fuera está el error y dentro el acierto. 

Las puertas de las jaulas abiertas, en realidad, no conforman y muestran un proyecto de libertad, solo denotan como los pajaritos han sido convencidos por la religión del Dios Capitalista, como los sacerdotes y acólitos han ejercido espléndidamente su labor, como la especie humana no necesita ya del látigo para limitar su libertad, ni tampoco para que ejerzan intensas y extensas horas de trabajo mal remuneradas.

En la actualidad somos más libres en lo material, en la banalidad, y eso nos hace suponer, erróneamente, que también lo somos en lo importante: el manejo de nuestras vidas.

Andrés Expósito, escritor

www.andresexposito.es

Hemos avanzado, hemos progresado.  Es evidente.  Ahora la esclavitud es más refinada, no hay látigos.  Ahora todo el desorden social se conforma de una manera más democrática, es más legitimo vincular intensas y extensas horas de trabajo mal remuneradas como discípulos del Dios Capitalista.

Toda idea de vida queda marginada y amparada bajo los parámetros indicados o modificados por dicho dios, y toda posibilidad queda extinta y desahuciada por la imperiosidad de producir.  Hemos forjado nuestra propia jaula, somos mejores pajaritos que reciben agua y comida mientras nuestro trinar agrade y convenza al Dios Capitalista, y convencidos además de que, como nos proclaman los sacerdotes y acólitos capitalistas, tras los barrotes solo se hallan depredadores y sombras que acabaran devorándonos o empujándonos a oscuridades interminables de incertidumbre y desolación.  Nos olvidamos de agitar las alas, de la concepción y la sensación del vuelo, nos empujan constante a desechar la noción de esa posibilidad.  Algo irrisorio, nos dicen, cuando dentro de la jaula ellos nos dan todo lo que nos hace falta, y en eso, y en el ruido de tanta jaula y tanto trinar de pajaritos entre los barrotes nos convida a conceptuar que tienen razón, que fuera está el error y dentro el acierto.