Espacio de opinión de La Palma Ahora
Navidad en blanco y negro
Rondallas de lo Divino, / arrullos desde mi Palma, / regalos de paz y brillo / de la estrella de la infancia. / Cantares de mi ciudad /que con luces se engalana, / cuando el requinto suena /y se disparan las salvas. / Llega la Navidad? Nace el Cristo de los milagros imposibles y, con él, el misterio de la palabra viva: “De nuevo la paz renace, / persisten las ilusiones / y, en nuestros corazones,/ El Niño otra vez nace”. En estas fechas, la voz de la tierra expresa su regocijo a través del folklore de los pueblos. Desde hace muchos años, los villancicos forman parte de ese folklore que ha arraigado gracias a las rondallas de “Lo Divino” en la tradición cultural de nuestra Isla. Canciones que escuchamos cada Navidad en el genuino marco de nuestras calles y plazas convertidas en cantos de fe y esperanza. “Las rondallas al cantar / elevan lo popular / del villancico festero / al sin igual cancionero / de La Palma en Navidad”.
Las rondallas de “lo Divino” son algo consustancial del pueblo palmero. No pueden separarse. Forman parte de su esencia y son la expresión de un sentimiento: el goce especial que nos invade a todos al llegar la Navidad. Una alegría que se desborda en el atrio del Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma, en el encuentro de las agrupaciones de “Lo Divino” al amanecer el domingo anterior a la Nochebuena: ¡Alegrad el corazón? / Saltad de gozo mortales / que, envuelto en pobres pañales, / el Hijo de Dios reposa... / Suena música armoniosa / de rondallas celestiales!“. Nos congratuló la presencia de jóvenes y niños en el último de estos encuentros, porque la tradición no deja de ser un hondo recuerdo que ha madurado con los años, un referente de nuestro pasado que no debemos perder. Por eso, niños y jóvenes juegan un papel importante en estos festejos. Ellos han de ser la correa de transmisión de nuestras costumbres y percibir que La Navidad, aún tratándose de una tradición universal que nos unifica e identifica a todos, en La Palma es diferente y tiene connotaciones especiales. ”Hasta de un sórdido silencio /pueden nacer las campanas. / Por eso, La Palma canta?/ Y el Niño Dios que la alumbra / con su infinita mirada, / bendice a sus pueblos todos / con la luz de la esperanza.“
Esta Navidad, alcemos esa antorcha de la esperanza para iluminar las noches sin luna de tantos palmeros, la mayoría de ellos humildes, muy humildes, que esperan con ilusión estos días para dar una pequeña tregua a la crisis y a sus desdichas diarias, palmeros que, detrás de un recio muro de soledad, con el corazón lastimado, están viviendo por debajo del índice de la pobreza, y que, gracias a Cáritas o al apoyo solidario de muchos vecinos, tienen estos días la posibilidad de echar un pedazo de carne al caldo; personas que sufren, que tienen problemas, que no están disfrutado la Navidad, como otros años, porque no pueden ver esa silla vacía por la ausencia de un familiar cercano; palmeros derrumbados, a los que estos días les duele el alma, al no disponer de un juguete para los más pequeños de la casa, los que todavía sueñan con la Noche de Reyes y su mágico amanecer. Como decía el poeta: “Creo que los hombres pecan siete veces, por siete veces cada día?” Pero también sé que los palmeros solidarios están junto a aquellos que, sin casa y sin trabajo, luchan, lloran con lágrimas inútiles, y sufren en silencio, guardando para sí la rabia y el cabreo, porque en su situación hasta la Navidad se hace interminable.
En algunos actos en los que intervengo por Navidad, suelo hacerme eco de unas palabras de Blasco Ibáñez: “Me busqué a mí mismo y no me encontré; busqué a Dios y tampoco lo hallé; busqué al prójimo y los encontré a los tres?” Estoy seguro que Jesús nació pobre, entre los pobres, con el único fin de entregarse a los demás? Sin ese espíritu de entrega, la Navidad no existe. Todo queda reducido a la apariencia, a los adornos, a las calles engalanadas, pero en el fondo? a nada más.
Rondallas de lo Divino, / arrullos desde mi Palma, / regalos de paz y brillo / de la estrella de la infancia. / Cantares de mi ciudad /que con luces se engalana, / cuando el requinto suena /y se disparan las salvas. / Llega la Navidad? Nace el Cristo de los milagros imposibles y, con él, el misterio de la palabra viva: “De nuevo la paz renace, / persisten las ilusiones / y, en nuestros corazones,/ El Niño otra vez nace”. En estas fechas, la voz de la tierra expresa su regocijo a través del folklore de los pueblos. Desde hace muchos años, los villancicos forman parte de ese folklore que ha arraigado gracias a las rondallas de “Lo Divino” en la tradición cultural de nuestra Isla. Canciones que escuchamos cada Navidad en el genuino marco de nuestras calles y plazas convertidas en cantos de fe y esperanza. “Las rondallas al cantar / elevan lo popular / del villancico festero / al sin igual cancionero / de La Palma en Navidad”.
Las rondallas de “lo Divino” son algo consustancial del pueblo palmero. No pueden separarse. Forman parte de su esencia y son la expresión de un sentimiento: el goce especial que nos invade a todos al llegar la Navidad. Una alegría que se desborda en el atrio del Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma, en el encuentro de las agrupaciones de “Lo Divino” al amanecer el domingo anterior a la Nochebuena: ¡Alegrad el corazón? / Saltad de gozo mortales / que, envuelto en pobres pañales, / el Hijo de Dios reposa... / Suena música armoniosa / de rondallas celestiales!“. Nos congratuló la presencia de jóvenes y niños en el último de estos encuentros, porque la tradición no deja de ser un hondo recuerdo que ha madurado con los años, un referente de nuestro pasado que no debemos perder. Por eso, niños y jóvenes juegan un papel importante en estos festejos. Ellos han de ser la correa de transmisión de nuestras costumbres y percibir que La Navidad, aún tratándose de una tradición universal que nos unifica e identifica a todos, en La Palma es diferente y tiene connotaciones especiales. ”Hasta de un sórdido silencio /pueden nacer las campanas. / Por eso, La Palma canta?/ Y el Niño Dios que la alumbra / con su infinita mirada, / bendice a sus pueblos todos / con la luz de la esperanza.“