Las estampas de la noche a las 4 de la madrugada suelen ser caóticas, pintorescas e inesperadas. No puedes buscar este tipo de escenas, sólo dejarte absorber y ser parte de lo que te ofrecen en ese lugar y momento concreto. Ese lugar, en este caso, es el mirador de El Time en Tijarafe, uno de esos puntos privilegiados desde los que observar la cada vez menos nueva erupción en Cumbre Vieja. Ya sea turista, residente o periodista, la vista desde este lugar sobrecoge e impresiona por igual. Según avanzan las horas de la noche se relevan los actores, se mezcla lo real y lo onírico; la noche y el día, la oscuridad y la luz del volcán. Aquí se une la desgracia y el espectáculo, y estas dos caras de la misma moneda coexisten lado a lado y se prestan ayuda mutuamente.
Llegamos a este lugar tras una noche de búsqueda del punto ideal para ver la llegada de la lava al mar (que no se produjo) anunciada para las siguientes horas. Allí, en lo alto del mirador, con las sillas alineadas hacia el volcán, una figura silenciosa, acompañado de su cámara de fotos, había cogido sitio desde hacía algunas horas. Como si de un chiste se tratara a éste se unieron dos turistas más, de la isla de Gran Canaria, y dos periodistas locales. Y así es como estallan las conversaciones:
-“Mira, con este telescopio se ve la colada perfectamente”
-“¿Y cuándo va a llegar eso al mar?”
-“Por dónde dice usted que va la lava?”
-“Qué espectáculo...”
La noche avanza a su paso, la lava lo hace aún más lentamente. La atmósfera cambia. Una persona afectada por el volcán se acerca a El Time hablando por teléfono con algún familiar. Se lleva las manos a la cabeza. Le cuesta describir lo que ve. El resto de actores siguen contemplando la escena. Se ofrece apoyo, unos prismáticos y cerveza, por si fuera necesario, para calmar al señor que no se cree lo que ve. Al principio no es capaz de observar de cerca, con la ayuda del telescopio antes mencionado, lo que a unos les fascina y a otros les paraliza. Tras unos minutos se arma de valor, acerca la vista, y busca entre el negro de la noche y el rojo de la tierra.
-“Esa colada va para mi comercio”
Allí, a las 4 de la mañana no se escucharía nada más que el ir y venir de algún vehículo. Cualquier otra noche puede ser, pero no ésta. El fotógrafo, los periodistas, los que han venido a ver el volcán, el afectado, y otros muchos que iban y venían, dieron a esa noche un aire de confraternidad. Unos compartieron su preocupación con el damnificado y él incluso pudo disfrutar de un fugaz vistazo a los cráteres de la luna menguante. Desde el mirador de El Time, mirando hacia fuera, la vista es privilegiada. Pero la realidad, con sus caras amables y las más amargas, estaba pasando dentro, mucho más cerca. Quizás demasiado como para verla con perspectiva.