Me ha dolido escribir el titular de este artículo, pero es la triste realidad…
Tras 85 días escupiendo “odio”, el volcán sin nombre de la isla bonita ha dicho “hasta aquí”. Ha claudicado a las peticiones de cientos, miles, millones de almas que pedíamos, por favor, que parase YA (sí, mayúscula en Internet es gritar).
Sin duda, esta lacra natural nos ha situado en el mapa; seguramente ya no tenga que explicar, como vengo haciendo durante algo más de dos décadas por estos lares, que La Palma no son Las Palmas, ni Palma, ni otras comparativas… Pero verso que se ha pagado un alto precio por ello…
Se apagan los focos mediáticos. Ya no estamos en las noticias, ya no salimos en el “recuadrito” de las principales cadenas televisivas, ahí debajo, en la derecha; ya no somos “carne de cañón”… Ya no nos visitan “periodistas” en busca de la noticia, de lo malo, de lo sensacionalista, de las historias “que vendan”… Tampoco nos visitan los buenos periodistas, los que acercaron al mundo nuestra tragedia…
Es por ello por lo que alego que “el peligro del volcán empieza ahora”. Cuando no solo se ha apagado el cono, sino que también lo hace el músculo mediático. Volvemos a ser La Palma confundible, pero con cientos, miles de problemas añadidos… Viviendas, carreteras, plantaciones, colegios, iglesias, empresas, sistemas de riego, y un largo etcétera que, repito, ya no son noticia.
Y como bien saben, todo esto es una cadena. Una “jodida” cadena de malaje que salpica más que las olas del Charco de Las Damas saucero en bandera colorada…
La isla gana en extensión, pero aquí, en esta historia, perdemos todos… Y lo hacemos no solo porque haya destruido la vida de cientos y cientos de personas de manera directa, sino, además, para más inri, porque hay mucha gente que, aunque no haya perdido su casa, sus plataneras o su “vida”, ha sido empujada a golpe de lenguas y magma, hacia un “querer y no poder”.
Es por ello que digo, o más bien escribo, que esto acaba de comenzar… Dolor y rabia por las personas que lo han perdido todo, mucho dolor, créanme, pero me tienen que permitir que también alce la voz por esas “personas de la cadena”… Emprendedores, empresarias, pequeños comercios, tiendas, agricultores, “ultramarinos” de barrio, pintores, albañiles, arquitectas y nuevamente un largo etcétera que han visto la destrucción de sus familiares, amigos y vecinos, y, a la par, la de sus negocios…
Vivir esta agonía desde la distancia ha sido duro, muy duro. He intentado aportar, como todos, mi granito de arena. Streaming solidario, honorarios de conferencias íntegras para las personas damnificadas, colaboración en una gran Gala Flamenca en Granada, donaciones directas de empresas amigas… Pero aquí pasa como en casi todo, cualquier acción es poca para lo que está cayendo…
¿Qué pasa con las ayudas de las administraciones? ¿Por qué no llegan ya? ¿Por qué no vienen de manera directa? ¿Por qué se siguen pagando hipotecas de casas construidas en tres generaciones y enterradas en tres minutos?
Y sigo haciendo preguntas al aire… ¿Qué pasa con las personas de la cadena? ¿Con esas empresas, comercios, tiendas, autónomos que ya no venden por todo esto?
Siempre le digo a mi alumnado que hay que hacer preguntas para obtener respuestas. Estas preguntas no son para ustedes, lector@s, son para “el sistema”, para esas personas que “mandan”, pero mandan de todo menos las ayudas directas. Y no se trata de poner parches, eso es para las personas ciclistas, se trata de implementar soluciones, realidades, se trata de hacer justicia a esta injusticia.
Como comenté ut supra, antes tenía que explicar qué era y dónde estaba La Palma, ahora he tenido que explicar que no habíamos construido debajo de un volcán, no sé qué me da más rabia. Los palmer@s, como el resto de nuestras islas, y como reza el himno de nuestra tierra, somos “volcán, salitre y lava”; hemos nacido desde hace siglos de volcanes, de la naturaleza, probablemente como toda “tierra viviente”.
En días arranca un nuevo año. Un 2022 que no tendrá problemas, ni los más mínimos, en ser mejor que este 2021 para dejar atrás. Ojo, que no para olvidar, al igual que pido, escribo y GRITO, que no olviden que esto acaba de empezar.
Ánimo paisan@s, sé que somos fuertes, sé que nos vamos a levantar más rápido que enseguida, pero no podemos bajar ni la guardia ni la voz, debemos seguir diciendo que, más que nunca, NECESITAMOS AYUDA, pero ayuda ágil, “de verdad”, y ya saben, sin parches, eso es para ciclistas… y para piratas…
Rayko Lorenzo