Espacio de opinión de La Palma Ahora
Con otra política agraria, otra Canarias es posible
Escribía hace unos semanas que, con otra forma de hacer política, otra Canarias es posible. Pero es necesario también que, además de realizar una política más participativa y abierta a la sociedad, seamos capaces de generar e impulsar propuestas en torno a las que pueda haber un amplio consenso institucional y social, para luego implementarlas, es decir, para hacerlas realidad a través de la acción de gobierno en las distintas instituciones.
Desde este punto de vista, en relación con la política agraria en La Palma, nuestros agricultores han sido capaces de liderar en las islas la innovación en las actividades agrarias de exportación, especialmente el plátano y el tomate. Dicho desarrollo debe atribuirse, al margen de las ayudas, a capacidades humanas y a las inversoras locales, así como a la envidiable dotación de un recurso natural imprescindible para la viabilidad del mismo como es el agua.
Ahora La Palma debe demostrar, también, su interés y su capacidad para estar en el pelotón de cabeza de la nueva economía agraria de las islas, adaptando procesos de alto potencial innovador que permitan colocar a la isla en una nueva senda de desarrollo, no sólo apoyada en un sector primario mejor adaptado, rentable y dinámico, sino también hacia una economía más diversificada y equilibrada, globalmente más competitiva, y más capaz de enfrentar los cambios y turbulencias que deparará el incierto futuro.
El sector agrario de La Palma representa el 3% del valor añadido bruto insular, frente al 24% del sector secundario y el 73% de los servicios. Sin embargo su importancia es mucho mayor que lo que las cifras macroeconómicas pueden reflejar, debido el efecto de arrastre sobre otros sectores económicos y el incalculable valor de mantenimiento de algunos de los paisajes y activos culturales más característicos de la Isla, de gran importancia para el sector turístico.
Su carácter estratégico le viene conferido por su contribución a la generación de alimentos, de freno al abandono del medio rural, garante de la preservación de activos esenciales del medio ambiente insular, principal exponente de la actividad exportadora de la Isla y dinamizador de la actividad portuaria, financiera o de seguros. Además de atesorar una buena parte del patrimonio ambiental, paisajístico y de cultura viva de la Isla.
No podemos olvidarnos tampoco del carácter marcadamente social de la actividad agrícola. En efecto, a pesar del reducido tamaño medio de sus explotaciones, la población palmera ha podido mantener, por ejemplo, una de las más elevadas tasas de población universitaria del archipiélago. Para contar con una población joven altamente formada, las familias palmeras no sólo han debido soportar los costes del mantenimiento de su prole en ciudades universitarias, fuera de la Isla, sino que también han tenido que renunciar a su ayuda en los trabajos agrícolas.
En el caso de la producción platanera, es necesario seguir avanzando en la concentración, simplificación, unificación de criterios, e incremento del poder de mercado de las instancias de comercialización del plátano, todo ello con el objetivo de incrementar los retornos a los agricultores, mejorando su rentabilidad y garantizando su supervivencia.
Ahora bien, en relación con las ayudas, habrá que garantizar el mantenimiento de la ficha financiera del plátano, en torno a 141,1 millones de euros, pero modificando el sistema de reparto de la misma, incrementando la ayuda por hectárea al aire libre para frenar la reducción de superficie cultivada, producción y efectivos que se viene produciendo entre agricultores con fincas de pequeñas dimensiones y al aire libre.
Por otra parte, hay que demandar de los gobiernos central y canario el cumplimiento del compromiso de incrementar la ficha financiera del PSOEI, con las ayudas de Estado autorizadas por la Unión Europea, y al propio tiempo, reducir las ayudas del Régimen Especial de Abastecimiento (REA), aquellas que se quedan los importadores de productos que compiten luego con las producciones locales, incrementando con ello las ayudas a nuestros productores agrarios.
Es decir, estos recursos adicionales deben destinarse, especialmente, a mejorar la producción y comercialización del tomate, la vid, la papa y otros productos hortícolas, así como la ganadería, para que parte de las nuevas generaciones de palmeros del medio rural encuentren alicientes para seguir poblando este medio de alto valor paisajístico y patrimonial. Debe tenerse en cuenta que más del 50% del suelo agrícola útil de La Palma no está actualmente siendo cultivado. Por eso, para Nueva Canarias, el desarrollo de la agricultura en las zonas de altitud media para abastecer el mercado interior de La Palma y de Canarias tiene que ser y será un objetivo prioritario de nuestra política agraria.
Por su parte, la agricultura ecológica, testimonial en la Isla hasta hace pocos años, ha experimentado un notable desarrollo en los últimos tiempos que ha conducido a La Palma a liderar este capítulo en el Archipiélago. El interés económico del desarrollo de la vid, de la papa, de la horticultura en general o de la ganadería, no ofrece dudas. Además de la generación de rentas directas, su aportación a la calidad del paisaje rural de la isla es extraordinaria.
Por todo ello, desde NC, proponemos potenciar, por tanto, la noción de una agricultura social, que permita condiciones de vida dignas para miles de hombres y mujeres que mantienen las actividades agrarias como su medio de vida, al tiempo que preserva paisajes, saberes y valores culturales tradicionales.
Escribía hace unos semanas que, con otra forma de hacer política, otra Canarias es posible. Pero es necesario también que, además de realizar una política más participativa y abierta a la sociedad, seamos capaces de generar e impulsar propuestas en torno a las que pueda haber un amplio consenso institucional y social, para luego implementarlas, es decir, para hacerlas realidad a través de la acción de gobierno en las distintas instituciones.
Desde este punto de vista, en relación con la política agraria en La Palma, nuestros agricultores han sido capaces de liderar en las islas la innovación en las actividades agrarias de exportación, especialmente el plátano y el tomate. Dicho desarrollo debe atribuirse, al margen de las ayudas, a capacidades humanas y a las inversoras locales, así como a la envidiable dotación de un recurso natural imprescindible para la viabilidad del mismo como es el agua.