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Rentas sociales

Hace ya más de dos años que escribía en este medio que la prioridad de cualquier actuación pública debía de ser la creación de empleo, por ello el texto denominado “generar las condiciones para la creación de empleo”, vuelve estas semanas a la actualidad al insistir los principales partidos políticos en ofrecer, según que siglas, rentas básicas universales, rentas sociales, y demás. Los debates se establecen sobre quién va a pagar esas ayudas, si esto es viable para el estado, si esas medidas actúan de spin-off (perdonarme mi afiliación al borreguismo), sobre el resto de la economía, etc. Y de acuerdo que hay que ayudar a la gente que lo pasa mal, o sea, a los que no tienen nada -el colmo sería-; pero hay que ayudar en especias, no con dinero. A la gente no hay que darle dinero, hay que darle trabajo, y si no es un trabajo precario, como el que se está generando, mejor que mejor. Me duele escribir esto, pero conozco familias que si les dan 700 euros al mes, las estamos empobreciendo, no sólo económicamente, también cultural y socialmente, porque al tener 700 euros, no van a querer trabajar, ni van a buscar trabajo, optando por escapar en lugar de optar a una mejor vida, en lugar de progresar, y eso es lamentable, porque tampoco formarán parte del cambio de mentalidad que requiere nuestra sociedad.

Hace años el actual vicepresidente del Cabildo, en aquel entonces presidente, ante una propuesta llevada por un servidor para participar en un proyecto europeo con varios países europeos, donde se trabajaría para erradicar la estacionalidad del empleo, me indicaba que por quedar bien con los socios europeos participaría en el proyecto, pero su experiencia le indicaba que a muchas personas les interesaba esa estacionalidad, trabajar 6 meses o un tiempo e ir al paro, y así continuadamente. Aunque a muchos les moleste, este mandatario tenía razón, porque lo ideal es tener un contrato indefinido, y sentirse satisfecho con el trabajo realizado, y ahora lo que promueven los partidos estatales, es que hay que darle ayudas económicas a la gente, dejando para un segundo plato, el empleo, la estacionalidad, la precariedad, o sea que vamos a peor en cohesión social sin importarles lo más mínimo a esos grandes partidos nacionales, emergentes o no.

El lector y los partidos políticos indicarán que la prioridad sigue siendo la creación de empleo, y que las rentas sociales no son más que complementos, pero entonces mi habilidad para la lectura es cada vez menor, porque yo lo más que llego a leer son políticas keynesianas de expansión del gasto, donde se incluyen políticas activas de empleo, para contratar a gente con dinero público, y políticas pasivas de empleo con formación. A parte de esas medidas, se habla mucho, pero hay poca concreción. De ahí mi insistencia y la de mi entorno en que haya un cambio económico real, tanto a nivel internacional, donde la economía financiera nos manipula como marionetas, como a nivel local, donde sigue habiendo trabas hasta para legalizar unas escrituras de propiedad. Y es que vivimos en un absurdo, encontrando dificultades para generar empresas, para crear, para innovar, para disponer de nuestros bienes de manera legal… y por otra parte, no somos más que consumidores para que las grandes empresas y grandes magnates especulen, disponiendo un 1% de la población del 69% de la riqueza en Estados Unidos, y a eso parece que estamos dirigidos, porque hasta los nuevos populistas, en pocos lugares han rechazado sus prebendas.

Hace ya más de dos años que escribía en este medio que la prioridad de cualquier actuación pública debía de ser la creación de empleo, por ello el texto denominado “generar las condiciones para la creación de empleo”, vuelve estas semanas a la actualidad al insistir los principales partidos políticos en ofrecer, según que siglas, rentas básicas universales, rentas sociales, y demás. Los debates se establecen sobre quién va a pagar esas ayudas, si esto es viable para el estado, si esas medidas actúan de spin-off (perdonarme mi afiliación al borreguismo), sobre el resto de la economía, etc. Y de acuerdo que hay que ayudar a la gente que lo pasa mal, o sea, a los que no tienen nada -el colmo sería-; pero hay que ayudar en especias, no con dinero. A la gente no hay que darle dinero, hay que darle trabajo, y si no es un trabajo precario, como el que se está generando, mejor que mejor. Me duele escribir esto, pero conozco familias que si les dan 700 euros al mes, las estamos empobreciendo, no sólo económicamente, también cultural y socialmente, porque al tener 700 euros, no van a querer trabajar, ni van a buscar trabajo, optando por escapar en lugar de optar a una mejor vida, en lugar de progresar, y eso es lamentable, porque tampoco formarán parte del cambio de mentalidad que requiere nuestra sociedad.

Hace años el actual vicepresidente del Cabildo, en aquel entonces presidente, ante una propuesta llevada por un servidor para participar en un proyecto europeo con varios países europeos, donde se trabajaría para erradicar la estacionalidad del empleo, me indicaba que por quedar bien con los socios europeos participaría en el proyecto, pero su experiencia le indicaba que a muchas personas les interesaba esa estacionalidad, trabajar 6 meses o un tiempo e ir al paro, y así continuadamente. Aunque a muchos les moleste, este mandatario tenía razón, porque lo ideal es tener un contrato indefinido, y sentirse satisfecho con el trabajo realizado, y ahora lo que promueven los partidos estatales, es que hay que darle ayudas económicas a la gente, dejando para un segundo plato, el empleo, la estacionalidad, la precariedad, o sea que vamos a peor en cohesión social sin importarles lo más mínimo a esos grandes partidos nacionales, emergentes o no.