Espacio de opinión de La Palma Ahora
R.I.P. por las ferias del libro ¿se repetirá la escasa colaboración Cabildo-ayuntamientos?
Mientras el gobierno de Canarias mantiene la estupidez de la llamada Policía Canaria -sus furgonetas y coches brillando de nuevos, sus agentes que solo se dedican a pasear y a charlar en las esquinas- hay inflexibles recortes para los médicos, los profesores, la actividad cultural. Como ha escrito www.elescobillon.com y Moisés Morán enwww.elpatiodeloscangrejos.com, pretender que las ferias del libro de Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria vayan a recintos feriales cerrados es darle la puntilla a estos eventos. Las Ferias del Libro son una oportunidad para el contacto entre los escritores y el público, convocan mesas redondas y presentaciones, firmas de ejemplares, a pesar de estar en años muy difíciles por la crisis las Ferias animan la venta. En la capital grancanaria llevar los libros a Infecar es un disparate mayúsculo ¿quién sube hasta allí para comprar un libro?
Realmente, las Ferias del Libro han sido maltratadas una y otra vez, han cambiado su escenario con mucha frecuencia. Así, la de Las Palmas ha estado últimamente en el Parque San Telmo pero antes lo hizo en Triana (protestaron los comerciantes por la megafonía), en Mesa y López (una concesión al Corte Inglés) y otros años la Feria estuvo en el Limbo, porque más de una vez no se celebró: por desidia, por falta de organización, por la abulia que nos caracteriza, etcétera.
El Gobierno de Canarias es tan culto que convoca dos veces el Día de las Letras Canarias dedicado a Viera y Clavijo, después de haber pretendido dedicarlo recientemente a alguien que no ha sido escritor. El Gobierno de Canarias mantiene los viajes en helicóptero del señor presidente, los emolumentos generosos a los diputados regionales, las dietas y bagatelas. Entretanto, compromete la calidad de la enseñanza y de la sanidad, detiene los planes de viviendas sociales, etc. Elimina la Dirección General del Libro y los programas de fomento de la lectura, elimina las partidas para que las bibliotecas puedan comprar ejemplares de los libros de autores canarios y hasta elimina la compra de periódicos.
En otros lugares, como la isla de La Palma, el año pasado la Feria del Libro se vio muy desdibujada por la escasa colaboración entre el Cabildo y los ayuntamientos, el de Santa Cruz de La Palma y el de Los Llanos de Aridane, con lo cual la convocatoria quedó muy descafeinada. En la Casa Salazar celebró el Cabildo una Fiesta del Libro, con ocasión del aniversario cervantino, y días más tarde el ayuntamiento montó las casetas en la calle O'Daly. El resultado: escaso ambiente.
Es lo que hay: con esta manada de políticos impresentables, a la gente de letras les queda lamentarse por tanta estulticia.
Mientras el gobierno de Canarias mantiene la estupidez de la llamada Policía Canaria -sus furgonetas y coches brillando de nuevos, sus agentes que solo se dedican a pasear y a charlar en las esquinas- hay inflexibles recortes para los médicos, los profesores, la actividad cultural. Como ha escrito www.elescobillon.com y Moisés Morán enwww.elpatiodeloscangrejos.com, pretender que las ferias del libro de Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria vayan a recintos feriales cerrados es darle la puntilla a estos eventos. Las Ferias del Libro son una oportunidad para el contacto entre los escritores y el público, convocan mesas redondas y presentaciones, firmas de ejemplares, a pesar de estar en años muy difíciles por la crisis las Ferias animan la venta. En la capital grancanaria llevar los libros a Infecar es un disparate mayúsculo ¿quién sube hasta allí para comprar un libro?
Realmente, las Ferias del Libro han sido maltratadas una y otra vez, han cambiado su escenario con mucha frecuencia. Así, la de Las Palmas ha estado últimamente en el Parque San Telmo pero antes lo hizo en Triana (protestaron los comerciantes por la megafonía), en Mesa y López (una concesión al Corte Inglés) y otros años la Feria estuvo en el Limbo, porque más de una vez no se celebró: por desidia, por falta de organización, por la abulia que nos caracteriza, etcétera.