Dicen los entendidos del tema que la teoría de la relatividad nació en 1905 para revolucionar el mundo de la física y también las formas de entender el universo. Su inventor, Albert Einstein, consideró que el tiempo pasa a una velocidad diferente para un objeto en movimiento que para un objeto en reposo, con lo cual, si estás en continuo movimiento parecerás más joven y si permaneces quieto envejecerás a una velocidad tan rápida que cuando te des cuenta ya no conservarás ni los dientes.
¿Cómo es eso? Pues no es lo mismo ir a la verbena y sentarse en un ‘banquito’ a ver bailar a la gente que salir a echar una pieza con la que te cuadre, o tampoco es igual quedarse aburrido en casa una tarde de domingo viendo la tele, que salir, aburrido también, a dar un paseo por la calle. El movimiento es la clave, el hecho de que te dé el aire y más que sea hacer el movimiento de traslación y rotación por la calle esquivando charcos, chicles e incluso minas marrones de esas que te dan suerte.
Si nos ponemos serios, se me viene a la mente un cuento de un autor cubano, Onelio Jorge Cardoso, titulado ‘Francisca y la muerte’. En esencia lo que narra es algo parecido a los cuentos populares que, con rústica moraleja, nos cuenta algún ‘pureta’ en una bodega, cruce de caminos, mentidero, debajo del laurel, al lado de un fogón, en la churrería o establecimiento similar potencialmente ocioso y de recreo, siendo ejemplos igual de instructivos, pero el del cuentero cubano me parece que está mejor hecho o por lo menos con un aire de librito encuadernado que hay que leerlo acariciándose la barba y poniendo cara de guay. En esa historia Francisca es la protagonista, siendo una anciana de más de 90 años, fuerte y decidida, que no para de trabajar, moverse y visitar a familiares. Mientras tanto, la muerte va caminando siguiendo sus huellas y no consigue alcanzarla porque cuando llega a los sitios en los que Francisca ha estado, ya se ha marchado. El secreto, según ella, es estar ocupado para que la muerte no te alcance.
Dicen que en el universo baila todo el mundo a distinta velocidad, habiendo cometas, planetas...e incluso la luna con la bandera yanqui clavada en las costillas. Yo no es que te meta prisa tampoco para que estés brincando como un chivato todo el día, pero si comparamos la sabiduría popular con la vanguardia científica, ahora mismo no sé quién es la eminencia, si Einstein o Francisca. Buena cosa grande muchacho.