Hace unos días fui al Hospital de La Palma. En realidad, fue más bien un regreso a un segundo hogar porque para mí fue un sitio muy familiar durante muchos meses.
Allí estuve el pasado año durante, quizás, demasiado tiempo. Permanecí ingresado en la UCI del Hospital de La Palma por un grave problema de salud. Y creo que nadie en absoluto sabe cómo logré salir de allí. Aunque yo sí lo sé, y por eso hoy escribo estas líneas.
Muchas veces muchos de nosotros nos enfadamos, criticamos, nos quejamos... de lo mal que funcionan nuestros servicios públicos. Y especialmente nos quejamos mucho, quizás demasiado, de nuestra sanidad.
Es normal, a veces cometen errores, se olvidan de avisarnos de cambios en citas y muchas otras cosas. Y cuando estamos enfermos todos sabemos que el humor no es el mismo. Pero si lo pensamos bien, cuando realmente necesitamos ayuda sanitaria, sea a la hora que sea, siempre están ahí. Y siempre, al menos, nos intentan ayudar.
Y solo cuando viajamos y podemos ver lo mala que es la salud en otros países, con los que tenemos mucha relación, nos damos cuenta de la verdad y de la inmensa suerte que tenemos con nuestros servicios públicos.
En mi reciente visita al hospital de esta semana casualmente encontramos un lugar para aparcar que estaba próximo a la puerta de salida lateral de UCI. Y al bajarme del coche vi allí fuera a dos personas. No las reconocía desde lejos, pero decidí acercarme caminando lentamente.
Mi sorpresa fue enorme cuando pude ver allí fuera a dos de las muchas personas que sé que, literalmente, me salvaron la vida. Me dirigí a ellas y las abracé con todo lo que llevo dentro de mi corazón para que supieran sin dudarlo cuan grande es mi agradecimiento. Sin ellos y sin otros muchos que trabajan en la UCI del Hospital de La Palma yo, muy posiblemente, hoy no estaría redactando estas líneas.
Fue mi familia y la gente que me quiere quien me dio infinita fuerza y esperanza para seguir luchando. Pero ellos, el personal de UCI, personas sin lazos de sangre conmigo, fueron los que hicieron todo lo humanamente posible para sacarme adelante.
Y lo consiguieron, contra todo pronóstico.
Esa gente de UCI son personas maravillosas, emocionales, empáticas. Son personas que dan todo por salvar la vida de otros. Personas con horarios durísimos y con un estrés inasumible para muchos. Personas que salvan la vida no solo mía sino de muchos palmeros.
Otros tristemente no tienen tanta suerte y su paso por esta vida maravillosa cesa, a veces incluso demasiado pronto. Pero ellos siempre lo intentan todo. Y los que podemos seguir adelante siempre les agradeceremos su ayuda. Porque sabemos que sin ellos no estaríamos aquí.
Gracias por esta nueva oportunidad para seguir en este mundo maravilloso. Gracias desde lo más profundo de mi corazón. Gracias infinitas a todo el personal del equipo de UCI de nuestro Hospital de La Palma. No se rindan nunca, porque, aunque parezca que no hay oportunidades, recuerden que siempre hay alguna.
Yo seguiré escribiendo de vez en cuando, y también lo haré gracias a ustedes.