La vida de una mujer: vivir sorteando

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Independientemente de que a Rubiales lo expulsen de la Federación Española de Fútbol, cada vez tengo más claro que no será por hacerse el machirulo, sino más bien porque ha molestado en su labor a ciertos ‘barones’ futbolísticos y han visto en ese nefasto pico la excusa final para su exterminio.

Pues independientemente de eso, aprovechando la coyuntura y la visibilidad que ha dado a la situación que vivimos las mujeres, el otro día tenía en mi cabeza esta reflexión.

-¿Cuántas veces ha pasado un Rubiales por la vida de una mujer?

-¿Cuántas quedan por pasar?

-¿Cuántas se han sentido avergonzadas?

-¿Cuántas han salido de un hombre con poder económico sobre nosotras? ¿o de un familiar, allegado o amigo?

-¿Cuántas veces nos quejamos?

-¿Cuántas nos defendieron?

-¿Cuántas nos hemos callado para no escuchar ‘tú te lo has buscado’?

La vida como mujer desde que nace lleva intrínseca un séptimo sentido: ‘vivir sorteando’. Sí, sortear las manos largas de señoros incontrolados, babosos verbales, quesudos confianzudos, niñatos sin educación, pavos de corral que al mínimo descuido o de sopetón se toman libertades no consensuadas.

Este séptimo sentido se suele despertar en la adolescencia, con la primera agarrada de culo o cuando te miran las tetas sin control. A veces, tristemente, se aprende antes de esa edad. Pero desde ese momento ya te han marcado para el resto de la vida. No puedes bajar la guardia, si la bajas, viene un Rubiales y te estampa un beso en la boca delante de todo el mundo para recordarte cuál es tu sitio.

Vergüenza, estupor, culpabilidad... por lo que sea no reaccionamos a tiempo y callamos para no salir peor paradas.

Hoy es el país el que habla de ello sin necesidad que sea la víctima la que se pronuncie. (También está en su derecho de no hablar si no quiere). El hecho es que ya se ha visibilizado una situación que tod@s sabíamos, pero de la que poca gente habla, el día a día de las mujeres.

Me pregunto cuántas experiencias de este estilo han debido de vivir las mismas chicas para llegar donde están, o cualquier otra mujer que se adentre en ambientes acotados por hombre.

Espero que pocas, y espero y deseo que cada vez menos haya Rubiales en este mundo, por mí, por mi hija, por las hijas de todos los Rubiales, en definitiva, por las mujeres e hijas y porque se acabe el estar pendiente del séptimo sentido. Aunque mucho me temo que nos han usado como excusa para que todo siga igual.