El volcán en erupción de La Palma lleva más de dos días en fase explosiva. No es más peligroso, pero expulsa más cenizas a las atmósfera, según ha explicado el Instituto Volcanológico de Canarias. En la montaña, sobre la boca se ve una enorme columna de humo negro de micropartículas que están sobrevolando cada vez más rincones de la isla, agravando la crisis: obliga a reubicar centros de desplazados, supone riesgo respiratorio, puede dañar los cultivos y trastorna el transporte aéreo y por carretera.
Las cenizas son “fragmentos muy finos que pueden causar lesiones en las vías respiratorias, los ojos y las heridas abiertas”, describe la Dirección General de Seguridad y Emergencias canaria. Micropartículas sólidas que no paran de posarse desde los Llanos de Aridane hasta incluso Santa Cruz de la Palma a 15 kilómetros a vuelo de pájaro. “Te confirmo que en Santa Cruz ya tenemos la arena”, aseguraba esta mañana una vecina de la ciudad al llegar por trabajo al otro lado de la isla. A primera hora, las calles, bancos y coches de de Los Llanos estaban cubiertos de hollín. Tocaba barrer.
La ceniza no se ve caer como si fueran pavesas de un incendio forestal. Cada grano es demasiado pequeño. Pero se nota. Primero, en los ojos –más si se levanta cualquier brisa que los proyecta–. Después en la boca, o en el rechinar de los dientes, más bien. Y por último, como explicaba la Dirección de Seguridad, en las vías respiratorias. Cualquier mesa, balcón o cuaderno que se limpie, en pocos minutos vuelve a tener una pátina negruzca. A medida que se acumula, presenta ese aspecto de polvo oscuro que penetra casi por cualquier resquicio. El Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanonlogía de Italia midió in situ este miércoles una acumulación de tres centímetros.
Esta lluvia negra incesante condiciona la vida de los vecinos. Se ha pedido a la población que permanezca a cubierto, que cubra boca y nariz si se sale a la calle y pasar el mínimo tiempo posible al aire libre. En todo caso, no hacer actividades deportivas en el exterior. También han recordado que este hollín volcánico es resbaladizo.
Además, los palmeros tienen que estar atentos para evitar que las cenizas se acumulen en exceso en las superficies más planas susceptibles de doblarse por el peso o en conducciones de agua que podrían obstruirse. Mientras se detecte este fenómeno se pide que cierren puertas y ventanas y se coloquen toallas húmedas en las rendijas. Los que tienen animales doméstico deberían evitar que estén en el exterior y para el ganado: cambiar el agua, sobre la que caen las cenizas, y protegerlos del aire.
El incremento de cenizas obligó a trasladar el centro de desplazados de los Llanos de Aridane del campo de fútbol al pabellón de lucha canaria. “No se puede inhalar esto todo el rato”, explicaban los encargados del centro una vez reinstalados. De momento no se han producido más evacuaciones desde el miércoles.
Esta fase “muy explosiva” del volcán, como la ha calificado este jueves la directora del Instituto Geográfico Nacional en Canarias, María José Blanco, produce una inyección potente de cenizas y alarma a la población porque llegan a ráfagas sobre el constante rugido. La nube ha alcanzado los 3.500 metros de altura, según ha calculado Blanco. Y el viento las traslada.
Los vuelos, atentos al viento
Al otro lado de la isla y de las cumbres, en el lado este de La Palma, este jueves la columna de humo era muy visible desde el aeropuerto situado en Santa Cruz. La incertidumbre de qué podía pasar ha hecho que las compañías aéreas interinsulares decidieran paralizar los vuelos hacia La Palma a primera hora. Pasadas unas tres horas se ha decidido reiniciar los vuelos entre islas.
La nube de cenizas afecta directamente a la aviación. “Son muy limitantes para cualquier operación aérea”, resume un piloto a elDiario.es, que lo ejemplifica con el fenómeno de cierre de espacio aéreo en 2010 por erupciones volcánicas en Islandia. Sin embargo, a pesar de que un frente de viento ha rolado hacia el Este, donde está el aeropuerto, la infraestructura ha permanecido operativa y atenta a la evolución. El primer vuelo que se vio alterado este jueves tuvo que retrasarse porque un avión había acumulado ceniza durante la noche. En realidad, “dependemos del viento”, han contado los controladores aéreos.
El Instituto Geográfico ha informado por la tarde que colocaba un color rojo al código de aviación a Canaria, aunque ha detallado el IGN que ese color no supone más que establecer “un protocolo adecuado para que la navegación aérea sea de total seguridad”, ante la evolución de la expulsión de gases y la columna de cenizas del volcán.
Sobre la superficie, el transporte por carretera no escapa a los efectos de la ceniza. A modo de calima, tan asociada a las Islas Canarias, el hollín volcánico vela la atmósfera y reduce la visibilidad. Pinta de tono sepia el aire. Emergencias ha recomendado que, cuando se detecte este fenómeno, sobre todo al atardecer, no se utilice el coche y cuando no haya más remedio, transitar a 40 km/h como máximo.
En un entorno donde la agricultura tiene tanto peso, este material supone un daño evidente para los vegetales. Los productos hortofrutícolas deben liberarse uno a uno de las partículas. De igual manera, se ha solicitado que se sacudan los árboles y arbustos para minimizar los perjuicios.