El ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma continúa con los trabajos de acondicionamiento y mejora de su patrimonio, en este caso, con el inicio de las tareas de acondicionamiento y refuerzo estructural de la fortificación Santa Cruz del Barrio, ubicada en la entrada norte de la capital palmera.
Esta fortaleza, cuya construcción primaria data de 1568 y fue posteriormente reconstruida años después, constituye, junto al castillo de Santa Catalina, los únicos vestigios en pie testigos de una de las etapas históricas de Santa Cruz de La Palma, cuando por motivos defensivos fue completamente amurallada a lo largo de la línea de costa.
Su cercanía al mar y los embates continuos de la marea en este enclave han acelerado el proceso de desgaste extra e intra muros, de forma que tuvo que prohibirse el paso a esta instalación por el peligro de desplome.
Por ello y para evitar un mayor deterioro, se ha procedido al inicio de los trabajos de acondicionamiento y refuerzo de la fortificación de Santa Cruz del Barrio, para los que se destinará un presupuesto de más de 68.000 euros a ejecutar en un plazo de cuatro meses.
Tras un análisis y diagnóstico previo del inmueble, las obras que se acometerán desde la concejalía de Patrimonio Cultural a través de la empresa Kevinorte, incluirán el desmontaje del pavimento de piedra, restitución del rejunte del muro perimetral en las zonas agrietadas y reparación de la esquina del cuarto de respuesto de la pólvora; la construcción de forjado sobre la superficie excavada y recolocación de las losetas de piedra, así como la adaptación de la trampilla de cierre de las escaleras de acceso para permitir su accesibilidad, el acondicionamiento de las mismas, así como la sustitución del sistema eléctrico para el alumbrado interior y exterior.
Una fortificación con nido de ametralladoras
Este inmueble guarda aún numerosas historias, algunas de ellas desconocidas para la propia comunidad vecinal y visitantes.
Este reducto fortificado cuenta con un acceso que lleva al interior del recinto tras recorrer un importante número de escalones, un pasillo angosto y una puerta que conduce a una cámara semicircular con dos troneras, una pila de agua y seis pequeñas bases de cemento en el suelo donde se situaron en su momento los trípodes para dos ametralladoras.
Se trata de un lugar adaptado hace más de ocho décadas y que, según fuentes orales, se preparó ante posibles ataques y defensa durante la II Guerra Mundial.
Este interior ha permanecido inaccesible y desde la Corporación se trabaja para su acondicionamiento y revalorización del patrimonio histórico y cultural de Santa Cruz de La Palma, al igual que se ha está procediendo en el entorno del castillo de Santa Catalina o el cementerio municipal.