Crisis hídrica

Imagen de archivo de la Laguna de Barlovento (La Palma) casi vacía.

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Sin agua no existe vida

tal como la conocemos,

pues sin ella perecemos

al quedarnos sin bebida.

Su presencia es requerida

en el campo y la ciudad,

por vital necesidad

para plantas, animales

y servicios primordiales

que exige la Humanidad.

Jócamo, 14.VIII.2024

NOTA: El agua es un elemento imprescindible para la vida. Sin su presencia, la Tierra sería un planeta estéril como tantos otros del universo. De ahí que las investigaciones dirigidas a la búsqueda de vida dentro y fuera del Sistema Solar pasen en primer término por averiguar la existencia de agua en cualquiera de sus tres estados: sólido, líquido o gaseoso.

Además de vital, en la Tierra el agua se ha convertido en un recurso estratégico para la economía, fuente de conflictos entre pueblos, regiones y países.

En España sabemos mucho de ello y no son novedad las desavenencias entre comunidades y cuencas hidrográficas, más en aquellas que padecen los rigores del clima mediterráneo con sequía estival acusada.

Las islas Canarias no son una excepción. La lucha por el “preciado elemento” ha sido histórica y primordial para su poblamiento y desarrollo. Si bien con notables diferencias insulares, en todas las islas ha habido que buscar literalmente el agua debajo de las piedras, mediante el sistema tradicional de perforación de pozos y galerías o con métodos tecnológicos más modernos, como la desalación de agua marina.

En todos los casos, alumbrarla siempre  ha sido un asunto costoso, plagado de intereses nobles o espurios.

En los últimos tiempos, para referirse a la escasez y batallas por el agua, se ha acuñado el eufemismo de “crisis hídrica” de la que se habla tanto en las islas orientales subdesérticas, como en las llamadas ‘islas Verdes’ occidentales. Incluso entre éstas, hay notables diferencias y el agua no sobra en ninguna, ni siquiera en La Palma, donde hay conflictos entre los intereses agrícolas tradicionales y los proyectos turísticos más recientes.

Con el agua que ahora se producen plátanos para tirar al barranco, otros pretenden regar campos de golf y llenar piscinas de oníricos complejos turísticos: ¡Es lo que hay!

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