¿Nos han protegido las administraciones frente a esta amenaza natural?

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Hace un año, a miles de palmeras y palmeros les cambió la vida. A las 15.03 de esa tarde de domingo, mientras las familias del Valle compartían con los suyos un almuerzo sereno, la tierra rugió y comenzó a sepultar sueños, recuerdos, propiedades, cultivos, empresas, colegios, centros de salud, ilusiones y, en la mayor parte de los casos, toda una vida de esfuerzo y sacrificio, a veces de generaciones.

Pese a eso, las palmeras y los palmeros, continuaban sin tener ningún rencor hacia esa fuerza de la naturaleza que formó y continúa formando, la tierra de sus antepasados. El volcán nos da y nos quita, pero sigue siendo la tierra que nos alimenta y que a muchos vio nacer.

Después de todos los pasos lógicos que se producen en un duelo, porque para la mayoría, ver como el tiempo se agotaba para nuestras propiedades, lenta pero inexorablemente, fue parecido a ver los últimos días de un ser querido, por el que no puedes hacer nada, más que esperar al final. Primero el choque, después la negación, que da paso a la ira y se convierte en la puerta hacia la depresión.

Pero algunos palmeros comenzamos a hacernos preguntas. ¿Nos habían protegido correctamente las administraciones frente a esta amenaza natural? ¿Era impredecible? ¿Porque había sido al norte de Cumbre Vieja si todas y todos, hasta los más ancianos, esperábamos la erupción en la parte más austral de la isla?, donde no habría hecho daño o habría sido mínimo. Y nos pusimos a estudiar geología, y en la Facultad de

Ciencias Físicas de la Universidad Complutense de Madrid, escuchábamos a la Dra. Carmen López, subdirectora de Geofísica del Instituto Geográfico Nacional, contar a sus alumnos, cómo ellos comenzaron a observar múltiples parámetros, como la ratio H3 / H4, enjambres sísmicos poco usuales, aumento de CO2 en las aguas, entre otros indicadores, desde octubre de 2017, y cómo eran claros precursores de una erupción volcánica, mientras a nosotros nos recorría un ácido por el sistema digestivo. “Lo sabían, lo sabían y no nos lo dijeron”, pero lo peor de todo es que, además, sabían dónde se iba a producir, con un margen de error, que según presumía, apenas se separaba unos metros de donde al final se produjo. “Qué fuerte”. Hemos estado ajenos a una situación real, concisa y concreta, que se acercaba a nosotros desde

abajo y que amenazaba con destrozarnos la vida, y ¿no nos dieron ningún tipo de información? Paralelamente, nosotros, comprando propiedades en el Valle, reformándolas, invirtiendo nuestros ahorros, nuestro sudor y nuestro esfuerzo, para tener un proyecto de futuro ¿y unos pocos privilegiados sabían lo que iba a pasar, tarde o temprano? No dábamos crédito.

Pero aquí no había acabado todo, los enjambres sísmicos fueron descendiendo en profundidad, como un claro ascenso del magma hacia la superficie, hasta nueve eventos, cada vez a menos profundidad. No había que ser Dra. en geología para saber que, más temprano que tarde, nos íbamos a quemar el culo.

Todo esto, convirtió el choque, la negación, la ira y la depresión, en esperanza, la cual, nos dio fuerza para continuar con nuestra investigación, descubriendo que todas las administraciones implicadas, Gobierno Central, Gobierno de Canarias, Cabildo de La Palma y algunos de los ayuntamientos que formaban parte de la dirección del Pevolca, habían hecho una clara dejación de funciones, al no cumplir un rosario de

leyes, que nos otorgan un derecho fundamental como es el derecho a estar informados, ante la más mínima sospecha de catástrofe, para que podamos proteger convenientemente a nuestra familia, nuestros bienes, nuestras inversiones y, sobre todo, nuestros recuerdos. Es clarísimo, lo entiende un niño de cinco años, estos científicos obtienen sus presupuestos de nuestros impuestos. Deben trabajar para la

población, no para publicar artículos en Science o en Geological Acta, que también está muy bien, pero que hubieran sido más útiles en los tablones de anuncios de los

ayuntamientos implicados, pues hubieran protegido el patrimonio de la población que sustenta sus investigaciones.

El siguiente paso fue el de depurar responsabilidades, y tiramos de la maldita, para los implicados, hemeroteca. Y asistíamos a un rosario de declaraciones encontradas,

en las que los científicos relataban cómo ellas y ellos advertían de la situación, mientras las administraciones minimizaban la situación, para que siguiera su show business, concediéndonos licencias, cédulas de habitabilidad, permisos de obra y todo un sinfín de impuestos municipales, destinados, en teoría, a garantizar el ordenamiento del territorio, y lo más importante, nuestra seguridad física, jurídica y

económica, conforme a nuestro ordenamiento constitucional.

Este lunes, un año después de que nuestras formas de vidas quedaran sepultadas junto con la lava, sembramos una semilla de esperanza, en forma de reclamación por Responsabilidad Patrimonial a todas las administraciones implicadas. El despacho domiciliado en Madrid, que dirige D. Fernando García-Capelo, presentará formalmente, antes de las 12.00 de las horas, el inicio de reclamación, ante todas los

organismos que han incurrido en esta falta de información a la ciudadanía, que hubiera minimizado los efectos de la catástrofe, paralizando así su prescripción. “En ningún momento pensamos que existiera mala fe por parte de ninguna de ellas, tan solo que vivieron, junto con nosotros, subestimando al volcán. Solo existía una diferencia, ellos disponían de la información y nosotros NO”.

Esperamos que este acto de solicitud de justicia, sea un antes y después, que sirva para proteger a nuestras futuras generaciones, de ciudadanos y de políticos, para que

nunca subestimen a la fuerza más destructiva de la naturaleza.

* Óscar Martín Portal es afectado por el volcán, miembros de Iniciativa de Apoyo Ciudadano y precursor del Inicio de Reclamación por Responsabilidad Patrimonial