Llegar a Madeira fue entrar en un rincón del tiempo donde la tradición late con lo cotidiano. A primera vista, durante el recorrido que nos lleva desde el aeropuerto internacional Cristiano Ronaldo, a nuestro destino, Funchal, percibimos una isla con carácter y fuerza, que mezcla lo moderno con lo antiguo y lo salpica de identidad.
Funchal, su vibrante capital, fue nuestro campamento base. Sus calles adoquinadas ya nos recordaron las de nuestra isla de La Palma; sus cuestas empinadas nos trasladaron también a las nuestras; la cercanía del mar, la amabilidad y hospitalidad de su gente, sus costumbres...
El paisaje, el clima, la orografía, los bosques de laureles, los cultivos de caña de azúcar, de mimbre y de plataneras. Por doquier sentíamos La Palma y por doquier nos preguntábamos qué podíamos hacer para fortalecer lo que en un pasado nos unió a esta isla, a Portugal y a Las Azores.
Según íbamos cumpliendo nuestra programada y apretada agenda, íbamos pensando en La Palma, convencidas de que estábamos en el lugar y con las personas adecuadas.
Una primera reunión, al día siguiente de nuestra llegada, fue clave para conectar con la esencia de esta isla. Tuvo lugar en el IBVAM (Instituto del Vino, del Bordado y de la Artesanía de Madeira), donde compartimos mismas inquietudes, preocupaciones y soluciones para ennoblecer y dignificar las labores artesanas.
Tras una visita guiada a la Casa del Bordal y a su museo en Funchal , el olor a petróleo, las planchas de hierro, los dedales y madejas de hilos, nos transportaron al municipio palmero de Mazo, pueblo artesano por excelencia; allí reforzamos aún más nuestra acertada decisión de haber elegido este destino como si de la Meca se tratara.
Visitamos los dos ingenios azucareros más antiguos de la isla: la Sociedad de ingenios de Calheta y el Museo de la caña de azúcar; también el Ingenio del Norte en Porto Cruz, lugar privilegiado para la producción de ron, y cuya producción es totalmente agrícola y 100% Madeira. Una vez más, nos trasladamos a la Palma, a los ingenios y al municipio de San Andrés y Sauces ,con su destilería de Ron Aldea, 100% agrícola y su Centro de Interpretación del ron y de la caña de azúcar.
No cabe duda que azúcar, miel y ron fueron en Madeira y en La Palma un complemento básico para la economía de ambas islas. Su comercio y exportación, resultado de la situación estratégica de ambas islas para la navegación a vela y sus contactos con los otros continentes, permitieron llenar de cultura y arte iglesias, museos y casas.
En Camacha tuvimos la gran suerte de encontrar al artesano de más edad de la artesanía de mimbre, a quien vimos convertir esta fibra vegetal en auténticas obras de arte. En su viejo y recóndito taller nos sorprendió la variedad de muebles, sillas y sillones, cestas y sombreros, lámparas y alfombras, y sobre todo, el ingente trabajo hecho a mano con amor al oficio.
Visitamos una localidad pesquera tan pintoresca como inspiradora, la bahía de Cámara De Lobos. Allí entendimos por qué Winston Churchill decidió pasar sus vacaciones en los años 50 y dejar allí su impronta. Una escultura en homenaje al estadista inglés, un restaurante y un hotel que lleva su nombre, son espacios visitados diariamente por los cientos de turistas que se acercan a esta bahía para impregnarse de la belleza de un lugar donde el colorido de las barcas de pescadores, el mar, las alegres y artesanales calles se encuentran en perfecta armonía con la identidad marinera y agrícola que caracteriza a los madeirenses. También la gastronomía, con producto fresco del mar , con bacalao y “sable negro” como apuesta segura, hacen de este lugar un paraíso en el que se respira autenticidad como auténticos parecen los que visitan la localidad.
Una vez más, volvimos a pensar en La Palma, donde la visita de Churchill, nueve años después, a bordo del yate de Aristóteles Onassis, quedó solo grabada en la terminal del puerto de Santa Cruz de la Palma tras una iniciativa particular y reciente, con una placa que apenas se ve, pero que hace alusión al puro palmero que el insigne estadista tuvo la ocasión de fumar, obsequio de un afamado tabaquero de la isla, quien semanas después, recibió una carta de puño y letra de Sir. Winston Churchill, en la que le daba las gracias por el obsequio, a la vez que reconocía la excelente calidad de los puros artesanos palmeros, seña de identidad de La Palma. Esto sucedió hace sesenta y cinco años.
¿Y ahora qué? Nuestro objetivo en Madeira era, y es, redescubrir y fortalecer los episodios de una importante parte de la historia, abrir nuevas rutas que se conviertan en trasiego de conocimiento y recuperación de nuestra identidad. Siguiendo el camino marcado por el humanista e historiador portugués Gaspar Fructuoso en el siglo XVI, hemos recorrido Madeira para conocerla y contrastar las actuales realidades de las dos islas y conectarlas.
¿Y si buscamos la fórmula para emprender el verdadero camino de la recuperación de aquellos oficios y cultivos que tanto han significado para el desarrollo económico de las dos islas? ¿y si esta nueva puerta que hemos reabierto la convertimos en una gran oportunidad?
Crear lazos con regiones que son casi una continuación de la nuestra, es un camino hacia otra globalidad llena de sentido e identidad; y nosotras, desde Cultura Mágica, ya hemos comenzado a caminar “izando veilas desde Madeira”.
* Carmen Concepción y María José Manso, CEOs y fundadora de Cultura Mágica