‘Los reyes de Jesús’ por Luis Cobiella
Sí: la Navidad, los Reyes, son días en que se evidencian las desigualdades económicas. ¡Pero son tan hermosos estos días! Rogaríamos que, en ellos, excepcionalmente, se olvidara la severa denuncia.
Por otro lado, la ilusión, el aire de fiesta, son bienes tan divinamente comunes como el sol y la lluvia que se reparte tanto a buenos como a malos; y al alba del 6 de Enero nadie es capaz de discernir diferencias en el asombro de los ojos de los niños, igualmente intenso, rutilante y encantador, aunque distinto sea el caudal de cada padre. Que exista un día así ¡es tan hermoso! ¡Cómo ha de temblar el sol, un instante antes de alumbrar un día de ojos asombrados y labios sonrientes, en el que la ilusión y la alegría pueden a la desesperanza y la tristeza!
Quién sabe si el sol, en cada 6 de Enero, recibe de tantos ojos niños la luz que necesita para alumbrar el resto de los días. No sabemos si en la niñez de Jesús hubo Reyes Magos y tal vez lo que sigue no sea teología ni historia sino, simplemente espíritu de Jesús: que ha gozado cada 6 de enero a lo largo de más de dos mil años. Ese Jesús nos cuenta cosas que a veces no se pelean con la teología ni la historia. Entre esas cosas está lo que nos dijo: a él, cuando era niño, le pusieron un día de luz hecha de ojos niños y que se llamaba Día de Reyes.