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La ‘servidumbre’ de la ciencia institucional: los gases en Puerto Naos y La Bombilla

25 de agosto de 2022 18:04 h

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No me cabe la duda de que algunas personas, solamente con leer el titular de este artículo, me estarán acusando de osado y atrevido, o tal vez sea objeto de calificativos mucho menos amables. Es lo que ocurre cuando quedas expuesto a que tus opiniones sean leídas. Soy partidario del disenso y las opiniones enfrentadas. Al utilizar la expresión “servidumbre de la ciencia institucional” quiero aportar reflexiones para sustentar dicha afirmación. Mi valoración parte del análisis del trabajo de la ciencia, en este caso, institucional, en aspectos que tienen que ver con el post volcán. Instituciones públicas de la ciencia que creo que no están prestando el servicio que debiera a la sociedad. En concreto, a los palmeros y palmeras que aún siguen sufriendo las consecuencias de una catástrofe única en la isla. Y como dije en un anterior artículo, me centraré en la polémica de los “gases” en Puerto Naos y La Bombilla.

La “servidumbre de la ciencia es un tema que siempre ha existido. Con el volcán, que mucho más que un hecho de relevancia científica ha sido y es una catástrofe, existe. Y ello, a pesar de que continuamente nos hablan de que ha sido una gestión ”modélica“, tanto de la ciencia como de la política. Sin embargo, sin pretender exagerar, creo que el volcán hubiese actuado igual sin políticos y científicos. Ambos han trabajado conjuntamente, como establece el reglamento del PEVOLCA, pero muchas veces dejando en el olvido a los palmeros y palmeras del Valle de Aridane. La ciencia institucional fundamentalmente con el post volcán, y sin pretender generalizar, no está prestando los servicios que se merece la sociedad de la isla. Cuando comenzó el volcán Tajogaite llegaron a trasladarse a La Palma más de 500 científicos. Ahora, una gran parte, está analizando información y datos para sus publicaciones y proyectos. Conocimos a científicos que coparon portadas de periódicos y televisiones. Sobre todo, miembros de los organismos representados en el Comité Científico del PEVOLCA. El volcán para geólogos, vulcanólogos y otras áreas de las Ciencias de la Tierra, era además un excelente laboratorio en vivo.

Después de los enjambres de 2017 ya en Cumbre Vieja se constataron señales del volcán. Investigaciones sobre geodesia, deformaciones, gravimetría y emisiones de gases evidenciaban que ya había una intrusión magmática. Los técnicos y científicos de instituciones como el Instituto Geográfico Nacional (IGN) e Instituto Volcanológico de Canarias (INVOLCAN), por ley, tenían que informar a las administraciones. Pero la polémica ya empezó cuando el 19 de septiembre de 2021 el volcán mostró ante el mundo, por el lugar de la erupción, que sería una catástrofe que añadía cada día más incertidumbre y destrucción. No voy a entrar ahora en la polémica de si “ya lo sabían”. Yo no tengo dudas de ello. Si lo comunicaron adecuadamente en tiempo o forma, es otra historia, o bien si las administraciones informadas por la ciencia minimizaron su impacto pensando en que sería otro Teneguía.

La polémica sobre la predicción del lugar y el tiempo de la erupción persiste. Ahí están las polémicas declaraciones de la portavoz científica del PEVOLCA María José Blanco ante la comisión parlamentaria. El Gobierno canario no dudó en desmentirlas, en una absurda e inexplicable nota de prensa. O polémicas más oscuras, que evidencian las “guerras científicas” internas. Ejemplo de esto fue como un alto cargo, seguramente del Gobierno Canario, “mandó callar” al Sr Nemesio Pérez, que lo llevó al ostracismo en los medios. En la erupción de El Hierro sí llegaron a saltar las chispas. La gestión “modélica” que algunas voces pregonan de la erupción de La Palma no es sino una retórica que quiere acallar voces y subyugar opiniones. Y ahora que saltan chispas entre la ciencia (Nemesio Pérez) y la política (Mariano H. Zapata), el volcán y la sociedad palmera queda en el olvido.

La “servidumbre” que menciono, sin embargo, queda más explícita en la gestión política y científica de los “gases” en Puerto Naos y La Bombilla. ¿La ciencia institucional oculta datos y/o solo atiende a los intereses de la gestión política? La prohibición, no solo de habitar en Puerto Naos y La Bombilla, sino de acceder a las viviendas y negocios no cuadra con lo que está sucediendo con la información científica. Todo lo resumen en la manida expresión de que hay “gases incompatibles con la vida”.

Once meses después de la erupción, el ya denominado volcán Tajogaite, es objeto de decenas de comunicaciones científicas. Hoy en día, mediante el uso de Google Scholar, la etiqueta “Cumbre Vieja” nos permite descubrir que existen más de 370 publicaciones desde enero de 2021 hasta la actualidad. De ellas, más de un centenar solo en este año 2022. Más del 40% incluyen investigaciones referidas a la emisión de gases. Solo hay una publicación relacionada con los gases en Puerto Naos y La Bombilla titulada Evaluación de la peligrosidad del gas en las zonas habitadas de Puerto Naos y La Bombilla, volcán Cumbre Vieja, La Palma, Islas Canarias, firmada por diez personas, ocho de ellas, de INVOLCAN. Fue presentada en Congreso de EGU (Unión Europea de Geociencias) celebrado entre los días 23 y 27 de mayo en Viena, donde se presentaron más de 40 comunicaciones sobre el volcán Tajogaite.

Analizando el resumen de la comunicación sobre los gases de Puerto Naos hay suficientes motivos para preocuparse por el trabajo de la ciencia. Digo resumen, porque el acceso libre a toda la comunicación completa no es posible. Dicho resumen es poco clarificador y ambiguo. Contrasta con lo que se dice a los medios. La información del resumen en sí mismo es muy relevante. Para empezar, la ambigüedad en el lenguaje: “… la base del acantilado donde se encuentra el barrio de la bombilla (…) parecen representar vías de fuga por donde circula el CO2 …” En ciencia, una afirmación así no es aceptable sin referencia a datos, que no sé si los aporta. Al hablar de animales muertos, tampoco hay concreciones. No es lo mismo una cucaracha que un perro, por ejemplo.

Dicha comunicación añade, que para evaluar la peligrosidad se hizo un muestreo en 97 puntos homogéneos. Entiendo que se refiera a las trampas alcalinas, de las cuales ahora mismo no hay datos públicos y ya ni se habla, y de las balizas. Muestran datos en esa comunicación, como relevantes, los obtenidos en un sótano de Puerto Naos y en tres puntos de monitoreo. Si además se afirma que “lo valores de emisión difusa de CO 2 medidos en el área de Puerto Naos fueron relativamente bajos (entre no detectados y 24 gm -2 d -1”, debemos entender que no hay problema de gases en zonas abiertas. Aunque cuando se refiere a “numerosos puntos del casco urbano de Puerto Naos”, indica que “los valores de concentración de CO 2 en el aire medidos tanto en la calle a una altura de unos 40 cm como en la parte baja de varias puertas de garaje se situaron en general por encima del 1-2% en volumen. Para añadir luego que en La Bombilla se alcanzaron valores superiores a 7 kg m -2 d -1 (kilogramos por cada m2 y diarios). ¿Esta cantidad asusta? Para que nos hagamos una idea, una persona adulta normal expira aproximadamente 1 kg de CO2 diariamente. O en los gases de combustión de un coche de gasolina, donde hay un porcentaje de CO2 superior al 12%, suponen 2,2 kg por cada litro consumido. Esto es parte del CO2 biogénico y ambiental.

Un factor importante que habría que preguntarles a los autores de dicha comunicación es sobre los datos del fraccionamiento isotópico del Carbono-13 (13C). Este dato es muy relevante para saber si el CO2 es de origen biogénico, magmático o incluso del aire. En la comunicación refieren de “origen hidrotermal”. Sin embargo, el dato que dan, δ13C-CO2 (que es la expresión que se usa) oscila entre -19,2 y -1,7‰ frente a VPDB (el valor base de referencia). Ese origen hidrotermal no está suficientemente explicado. Y si es así, ya habrían hecho análisis del único pozo que existe en la costa de Puerto Naos y contrastado con los análisis de la Fuente Santa.

¿Qué valor le damos a esa comunicación si ya hace tiempo que no dicen nada de los datos de las trampas alcalinas y las balizas? De las trampas, no encontramos ninguna dato de actualidad en las páginas web del Cabildo y de INVOLCAN. Y al pretender conocer los valores de las balizas, sean 9, 12 o 15, que colocaron en marzo, por parte de diferentes instituciones, curiosamente llevan bastante tiempo sin ofrecer datos en la web que habilitó el Cabildo de La Palma. Además, el apartado avisos dice, “en este momento no hay ningún aviso”. Es decir, que ni siquiera se justifica el aviso amarillo. Aunque, en la información de las balizas de la DGSE del Gobierno canario aparecen unos incoherentes e irreales datos. Lamentablemente, la ciencia institucional (IGN, INVOLCAN y universidades) no dan explicaciones a esta ausencia de información. Y quienes más tendrían que responder a este vacío son las administraciones, aunque, como ya comenté, sufren “temblores” de miedo.

Habría que preguntarse, además, qué credibilidad tienen estos datos, hechos durante varios meses, para que ahora el IGN nos sorprenda con diez sensores nuevos (12-08-2022). Una “nueva instrumentación”, según dicen, diseñada por el propio Instituto, que comunica en tiempo real datos a través de la nueva tecnología LoRa, anacrónico que viene a significar tecnología de largo alcance, usando el llamado campo del Internet de las Cosas IoT. Muy novedosa no puede ser cuando el propio IGN las había instalado en el Teide en 2019, en este caso, para monitorizar la temperatura del suelo. Sorprendentemente, a todos los técnicos se les ve trabajando a cara descubierta.

Pocos días después, el 16 de agosto, nos sorprende la décima visita del presidente del Gobierno español Pedro Sánchez, para anunciar, entre otras cosas, una inversión de tres millones de euros para “la instalación de una red de vigilancia, medida y control de gases”. Así, sin más información, como una gran noticia. Y no sabemos si hay que descontar de esos millones los diez sensores del IGN. Y para enfadar más a los palmeros, anuncia que el nuevo Centro Vulcanológico Nacional se instalará “donde digan los técnicos”. Aquí, la ciencia institucional geológica ya ha se ha pronunciado en cierto modo, dando la espalda a La Palma y priorizando intereses propios y políticos.

En medio de este caos de balizas, trampas alcalinas y sensores, el director general de Salud Pública ha emitido dos informes. El último, el 28 de junio, era más bien una réplica al artículo del Dr. Aldo G. Brito. Un informe que no aporta sino datos tomados de un artículo científico, que al menos cita. Es ambiguo, generalista y sin evidencias reales, que reconoce, textualmente, la “inviabilidad de recomendar límites considerados seguros”. ¿Y qué son límites seguros? Dada la ausencia de información científica e informes confiables, me he limitado a indagar qué ocurre en otros lugares del mundo con emisiones difusas de CO2, siendo zonas habitables.

En un estudio detallado de Furnas, un pequeño pueblo de las Azores construido dentro del cráter de un volcán activo, se encontraron concentraciones de CO 2 de 10-15% vol. en espacios cerrados. En algunas zanjas excavadas en el exterior se encontraban hasta un 50% en volumen de CO2. Furnas tiene una población de 1.500 habitantes. El volcán Furnas entró en erupción por última vez en 1630, y como dice una página turística, “puedes sentir, ver y oler la actividad geotérmica a tu alrededor en forma de humeantes fumarolas, piscinas termales y manantiales minerales naturales en cada esquina”. En una investigación de las emisiones publicada en 2016, los datos de emisiones difusas mostraron que alrededor del 30% de la variación del CO2 en interiores se explicaba por variables ambientales, como la presión barométrica, el contenido en agua del suelo y la velocidad del viento.

Existen áreas geotérmicas alrededor de Roma, a 30 km, como Cava dei Selci, donde está el complejo volcánico Colli Albani, cuya última erupción fue hace 36.000 años. A pesar de que se han dado muertes relacionadas con el alto volumen de CO2, sobre todo animales, no ha dejado de seguir habitado; gracias a que durante treinta años se está realizando un monitoreo. También, en la isla italiana de Pantelleria, de origen volcánico, actualmente en estado de reposo, se han medido una emisión de CO2 de unos 12 kg s-1 (kilogramos por segundo). Es una isla de 84 km2, con 8.000 habitantes y numerosos residentes en verano.

Existen muchos más lugares del mundo habitado, con emisiones difusas de CO2. No quisiera dejar de mencionar Rotorua, en Nueva Zelanda. Una ciudad de 64.000 habitantes, importante destino turístico por el porcentaje alto de maoríes. La ciudad está construida sobre un campo geotérmico activo dentro de una caldera. Los edificios construidos en la zona geotérmica principal contienen conductos de ventilación interiores que emitían más del 10% en volumen de CO2. Incluso, se han llegado a medir en filtraciones en grietas y tuberías hasta un 15% y 60% en volumen, respectivamente, que se dispersó en el aire. Es lo que ocurre con el CO2; que se dispersa. Por eso, existe el calentamiento global, por ejemplo.

En Puerto Naos y La Bombilla deberían proceder ya, sin miedos, a permitir habitar y vivir. Ya que hay tres millones de euros, bien pudieran emplearse en dar sensores de CO2 a los residentes, zonificar y señalizar adecuadamente las zonas con emisiones más altas, con avisos de advertencia. Al contrario. ¿Cómo podemos juzgar esta actitud tan cerrada y ocultista durante más de once meses (realmente, ocho meses, después de apagado el volcán)? Dejo las respuestas abiertas.

Para terminar, quiero mencionar tres científicos, Stavros Meletlidis, Nemesio Pérez y Carmen López. Los tres son miembros del IAVCEI. IAVCEI es la Asociación Internacional de Vulcanología y Química del Interior de la Tierra. Es una asociación relevante en la investigación en vulcanología, centrada en desarrollar esfuerzos para mitigar los desastres volcánicos y en investigar en disciplinas estrechamente relacionadas, como la geoquímica, petrología de rocas ígneas, la geocronología, los depósitos minerales y la física de la generación y ascenso de magmas en el manto superior y la corteza. Se gestó en 1922 y recibió el nombre actual en 1971 en Moscú.

Yo les preguntaría a los tres científicos si piensan asistir a la Asamblea de Rotorua, en Nueva Zelanda, el próximo mes de enero. Precisamente, en Rotorua, donde hay tanta emisión de gases. Así nos podrán informar mejor de cómo se puede vivir y hacer turismo en una ciudad que tiene unos niveles de emisiones difusos de gases significativos.

La ciencia es la mayor empresa colectiva de la humanidad. La ciencia ofrece soluciones para los desafíos de la vida cotidiana. También las Ciencias de la Tierra. Queremos comprender mejor el funcionamiento de los volcanes, no solo por conocimiento, sino por el bienestar de la sociedad. Nacimos y vivimos sobre islas volcánicas. Y seguiremos. Los individuos, palmeros y palmeras, tenemos derecho a tener información directa, abierta y comprensible. Es necesario para que las decisiones las tomemos de manera comunitaria, para la mejora de nuestras vidas y nuestros trabajos. Los gobiernos, en este caso, el Cabildo palmero y los ayuntamientos del Valle, no pueden adoptar decisiones políticas entendiendo que la ciencia tiene que estar a su servicio. Por ello, quizás se haga cada vez más necesario que la política también adopte el método científico como cauce para la toma de decisiones.

 

*Francisco J. Rodríguez Pulido es profesor jubilado de Física y Química y licenciado en Química y en Pedagogía

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