La Victoria, la banda de música de Santa Cruz de La Palma entre 1924 y 1953

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En la noche del 11 de octubre de 1924, hace exactamente 100 años, la banda de música La Victoria ofreció su primer concierto en la plaza de Santo Domingo de Santa Cruz de La Palma. Bajo la dirección de Pedro Daranas Roque, el programa incluyó las siguientes obras: La viuda alegre, pasodoble por Franz Lehár; Nº6 Sacta, polca por José Franco Ribate; Alegría de Mimí, jota por Pascual Martorell Miró; Zalamerías, habanera por Lorenzo Rals (seudónimo de Reveriano Soutullo) y Por la patria, pasodoble por Pascual Martorell Miró. Desde ese momento, y durante casi treinta años, la banda ocupó un lugar destacado en la vida cultural de la capital palmera, atravesando periodos históricos clave que determinaron su actividad. No en vano, el conjunto nace en la etapa final de la Monarquía de Alfonso XIII, con Primo de Rivera ya instalado en el poder, y transita por la II República, la Guerra Civil y el primer Franquismo. De todo ello, intentaremos dejar algunas pinceladas en este artículo.

La génesis de La Victoria está estrechamente ligada a la unidad de música del Batallón de Cazadores La Palma nº20, hasta el punto de que podríamos afirmar sin equivocarnos que sin la una no existiría la otra. Dicha unidad, denominada 'charanga' en la nomenclatura militar de la época por estar adscrita a un batallón independiente en lugar de a un regimiento, había llegado a La Palma en 1901 y a través de ella recalaron en la isla sobresalientes músicos mayores y competentes músicos de primera y segunda con plaza ganada por oposición. Entre ellos se encontraban los hermanos Juan y Pedro Daranas Serrat, el primero como músico mayor y el segundo como instrumentista, tío y padre respectivamente del ya mencionado Pedro, así como sus hermanos Juan, Carmelo Facundo y Rafael Daranas Roque, todos ellos miembros después de La Victoria y que como otros tantos músicos palmeros se formaron en la banda militar ocupando plazas de músicos de tercera y educandos.

En 1924, una reforma general del Ejército trasladó el batallón a Jaca (Huesca) y con él su popular charanga, que además de atender las necesidades propias del servicio, participaba en todo tipo de actividades civiles, llegando incluso a ser contratada por el ayuntamiento por temporadas enteras para amenizar los paseos que se celebraban una o dos veces por semana en las plazas de la ciudad. Ante la perspectiva de perder un conjunto que en la práctica funcionaba como una banda municipal, un grupo de jóvenes músicos, casi todos en la veintena y provenientes de la charanga del batallón, se agruparon en torno a Pedro Daranas Roque quien, con 25 años, asumió la dirección de una nueva banda que denominaron La Victoria.

Rápidamente, La Victoria ocupa el lugar de la banda militar y, al no estar sujeta a reglamento, la sobrepasa en número de actuaciones. Durante sus primeros años, está presente presente en la vida diaria de la ciudad, tomando parte en todo tipo de festejos populares, verbenas, conciertos, procesiones, sepelios, manifestaciones, partidos de fútbol y hasta riñas de gallos. Su actividad no se circunscribió en exclusiva a Santa Cruz de La Palma, pues en una época en la que escasamente existían cinco bandas de música bien organizadas en toda la isla, era frecuente que estas fueran contratadas por municipios que carecían de ellas. Así, La Victoria pudo escucharse en festejos tales como el Gran Poder (San Andrés), el Sagrado Corazón (El Paso), la Purísima Concepción (Puntallana) o San Antonio del Monte (Garafía), entre otros.

Todo ello, justo es decirlo, por cuenta y riesgo de sus componentes, que solo dos meses antes del debut de la banda al que nos referíamos al principio, llegaron a tramitar un pedido de instrumental por un montante total 1458,55 pesetas, cantidad más que respetable para la época. Una opinión anónima publicada en el Diario de Avisos del 27 de octubre de 1931 con motivo del séptimo aniversario de la banda hacía hincapié sobre el particular con estas palabras: “Esta banda de música La Victoria, ¿cómo ha vivido? Todos lo sabéis. Sin contar con el apoyo directo de ninguna entidad, y sometidos a un constante sacrificio personal y metálico, y cercados por la polilla destructora de la envidia profesional han sabido, después de vencer todos esos malditos obstáculos, llegar a ser lo único serio que en este arte tenemos en La Palma”.

Con la llegada de la II República, la banda recibió un mayor apoyo municipal y comienza a aparecer en eventos de naturaleza más política como el aniversario de la proclamación de la República o el Primero de Mayo. En cambio, los actos religiosos, que suponían una de las principales fuentes de ingresos para el conjunto, se ven reducidos, pues son varias las procesiones, entre ellas las de Semana Santa, que no se autorizan. Lejos de lo que cabría suponer, la subsiguiente Guerra Civil lleva a la banda al pico de su actividad, pues el conjunto era constantemente requerido por las nuevas autoridades para participar en todo tipo de actos. Particularmente llamativas son las “invitaciones” que la Jefatura Insular de Falange cursaba a la banda para acudir a celebrar públicamente los avances de las tropas sublevadas. Sobra decir que estas invitaciones no eran tales, sino obligaciones reales sin compensación económica las más de las veces.

La última década su existencia estuvo marcada por una cierta estabilidad conseguida mediante la suscripción de un contrato con el ayuntamiento en 1944. Se trataba de un acuerdo en el que la corporación concertaba los servicios de La Victoria y le imponía la celebración de un concierto semanal y doce extraordinarios al año, un nivel de obligaciones similar a los de las bandas municipales de las capitales de provincia. No obstante, los pagos se hicieron pronto muy irregulares, llegando a acumular importantes deudas con el conjunto, lo que a la postre colmó la paciencia de los músicos, quienes dejaron el contrato sin efecto en enero de 1952, manteniendo la actividad de la banda nuevamente como formación privada hasta finales de 1953.

No podemos concluir sin mencionar la destacada presencia de La Victoria en las Fiestas Lustrales de la Bajada de la Virgen, donde protagonizó algunos hitos que ya forman parte de la historia de la celebración. Entre ellos, su participación en los actos de la coronación canónica de Nuestra Señora de Las Nieves en 1930, coincidiendo con el 250 aniversario de la primera bajada lustral, y la propuesta del pasodoble Manolo, de Emilio Cebrián Ruiz, como acompañamiento para el tradicional número de Los Acróbatas, pieza que sigue interpretándose en la actualidad. Igualmente resaltable es que La Victoria fue la banda que estrenó la célebre polca de Enanos, compuesta por Domingo Santos Rodríguez, que el próximo año también cumplirá su centenario, y que interpretó cinco veces más dentro del ciclo lustral.

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