Las bacterias que amenazan Altamira tiñen en La Palma la Cueva Honda del Bejenado

Efe

Las Palmas de Gran Canaria —

El mismo tipo de bacterias que hace unos años desataron todas las alarmas en Altamira, por la amenaza que representan para la conservación de sus pinturas prehistóricas, tiñen de amarillo a 2.000 kilómetros de allí la Cueva Honda del Bejenado, un tubo volcánico de La Palma.

Seis investigadores del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla (IRNAS-CSIC) y la Universidad de Lisboa publican en la revista Scientific reports, del grupo Nature, un estudio sobre las bacterias que existen en una de las formaciones características de los tubos de lava de La Palma, los coraloides, pequeñas estalactitas de no más de un centímetro que reciben ese nombre porque su aspecto recuerda corales o, también, a palomitas.

El análisis genético de las colonias de microorganismos de ese tubo volcánico revela que las bacterias más abundantes en esas formaciones amarillas son de la familia Proteobacteria, seguidas de las Actinobacterias, pero con una precisión: estas últimas presentan, con diferencia, la mayor actividad metabólica.

Y dentro de estas últimas, el 55 % pertenecen al orden Euzebyales, con perfiles genéticos que se asemejan mucho a los hallados en otros tubos de lava de las Azores (Portugal), de Hawai (Estados Unidos) o de la cueva Pahoehoe, en Nuevo México (EEUU).

Sin embargo, los autores subrayan que la morfología de las colonias amarillas que han encontrado en ese tubo de lava del Parque Nacional de la Caldera de Taburiente se asemeja, sobre todo, a las descritas en Altamira, en Santillana del Mar (Cantabria).

González Pimentel y sus compañeros de investigación citan, de hecho, dos de los trabajos publicados en los últimos años sobre las bacterias presentes en Altamira, donde se aprovechan del dióxido de carbono (CO2) que encuentran el aire (por ejemplo, el que emite la respiración de cualquiera que visite la cueva) para disolver el mineral de la roca y general cristales de carbonato cálcico.

“Las actinobacterias son habitantes muy comunes en los suelos. Son un grupo ecológicamente significativo, que desempeña un papel clave en los ciclos bioquímicos y en los procesos de biomineralización, al promover la disolución de los minerales y la precipitación de minerales secundarios”, explican.

En Altamira, este tipo de bacterias generan manchas blancas, grises y amarillas en las rocas, lo que preocupa a los responsables de la conservación de esta cueva, considerada la Capilla Sixtina del Arte Rupestre Cuaternario por sus espectaculares pinturas.

En La Palma, se sospecha que también son los responsables de la pigmentación amarilla que puede verse en sus tubos volcánicos.

Este artículo de Scientific Reports recuerda que la investigación sobre este tipo de bacterias cobra cada vez más importancia, no solo por la amenaza que representan para la cuevas con arte rupestre, sino también por dos razones de futuro.

La primera de ellas, relatan los autores, tiene que ver con la posibilidad de que estos microorganismos puedan tener algún tipo de utilidad biotecnológica, y la segunda, se debe al descubrimiento de tubos de lava en Marte, lo que anima a estudiar qué tipo de organismos se adaptan en la Tierra a sus especiales condiciones.