La historia naval de La Palma tuvo una de sus épocas más gloriosas en el último tercio del siglo XIX. No en vano esta época en el que la isla vivió un renacer económico y social a la par que artístico e intelectual es denominado como el Siglo de Oro de La Palma, se informa en nota de prensa.
No fue en absoluto ajeno a este movimiento la recuperación del comercio americano, especialmente con Cuba, lo que provocó un esplendor de la construcción naval en la isla de La Palma. Costumbres que se han ensamblado en la cultura isleña como el tabaco o el punto cubano tienen su origen en aquellos movimientos migratorios.
En el siglo XIX, La Palma tuvo una intensa emigración golondrina, de braceros que iban a Cuba a trabajar en la zafra del azúcar, volviendo a la isla ya que no tenían intención de arraigo. La intensidad de aquellos movimientos anuales hizo que en la isla se desarrollase una intensa actividad naval, tanto de construcción de veleros para el transporte de personas y mercancías a ambos lados del océano como de casas consignatarias que explotaron hábilmente este mercado.
El asentamiento en la isla desde finales del siglo XVIII de la familia Arozena en Santa Cruz de La Palma dotó a la isla de una saga de constructores navales, que desarrollaron una intensa actividad de carpintería de ribera, llegando a botar barcos de más de 500 toneladas.
Una de las embarcaciones que adquirieron mayor fama en aquellos años fue el bergantín de tres palos La Verdad, botado en la rada de Santa Cruz de La Palma en 1873, con setecientas toneladas y una eslora de cuarenta metros. Su diseño fue obra de Sebastián Arozena Lemos, posiblemente el más aventajado constructor naval que ha dado La Palma; este bricbarca fue encargada por la sociedad Juan Yanes e Hijos, para dar servicio a la línea con el Caribe y América.
La Verdad fue realmente célebre en la época, ya que llegó a hacer el trayecto entre La Palma y La Habana de Cuba en 18 días. Los días de gloria de este velero acabaron en 1899 en la costa de Bermuda, la nave embarrancó en un bajo y se fue a pique.
Pero la historia de aquel velero, al que un poema escrito en Cuba lo calificó como La Reina de Los Mares, no acabó ahí. Se salvó su tripulación, la mercancía que eran pipas de aguardiente y parte del equipamiento de la nave.
Entre los supervivientes al naufragio estaba la campana de La Verdad, de casi 40 centímetros de altura, forjada en bronce con su nombre y fecha de botadura grabados. Esa campana volvió de la niebla de la historia de la mano de un abogado y marino norteamericano, quien la compró en un anticuario en 1979 y la ha mantenido desde entonces en su poder.
A lo largo de las últimas décadas, este ciudadano norteamericano, Thomas Cox, que vive en Portland en el estado de Maine en la costa este americana, ha tenido siempre la intriga del origen de la campana que adquirió en 1979, del que sólo tenía un nombre en castellano y una fecha. Finalmente, en el Museo Peabody Essex de Massachusetts halló la respuesta, al encontrar el nombre de La Verdad entre los barcos asegurados por la compañía británica Lloyds.
En ese momento, Thomas Cox concibió su plan de devolver la campana a su lugar de origen; enterado de que un barco de época, el galeón Andalucía, atracaría en 2015 en Portland, contactó con la Fundación Nao Victoria, propietaria de la embarcación, para devolver la campana a un museo marítimo en Canarias. Al saltar la historia a internet, desde el Museo Naval de La Palma se contactó con Thomas Cox para abrirle la puerta de la isla de origen de la campana y ofrecerle un nuevo hogar en esta institución museística
Desde hace dos años y desde la costa americana, la campana de La Verdad ha iniciado la singladura final de vuelta a su isla natal, 120 años después del naufragio que acabó con aquel magnífico bergantín.
A partir del mes de abril, la campana La Verdad vuelve a La Palma para formar parte de la colección del Museo Naval de Santa Cruz. Llegará a bordo de una réplica de la carabela Santa María de Colón, que ha construido la Fundación Nao Victoria en Huelva con motivo del 525 aniversario del viaje del Descubrimiento.
Y la campana se convertirá en una de las piezas destacadas de la colección del Museo que alberga el Barco de la Virgen, la reproducción insular de la carabela colombina, obra además de Armando Yanes, sucesor de aquella casa consignataria Hijos de Juan Yanes que encargó en las postrimerías del siglo XIX la construcción de La Verdad.
Un viaje de 120 años, siempre a vela, para devolver La Verdad a su hogar, una peripecia que sólo es posible en una isla como La Palma, donde tradición e historia se anudan como un buen cabo marinero.