“Excesiva lucidez e inteligencia nos pueden conducir a un análisis de la realidad cegador y difícilmente soportable ante determinadas situaciones de la vida”

La Palma Ahora

Santa Cruz de La Palma —

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Con el lema Conect@ con la vida se conmemora este año, como cada 10 de octubre, el Día Mundial de la Salud Mental. La prevención del suicidio ha sido el tema principal elegido en 2019. Para hablarnos sobre esta realidad silenciada, primera causa no natural de fallecimientos en la población, hemos consultado al especialista en psiquiatría Félix González Lorenzo, jefe del Servicio de Salud Mental del Hospital General de La Palma.

-¿Por qué se ha elegido el suicidio como asunto central de esta conmemoración?

-La prevención del suicidio ha sido elegida por la Federación Mundial para la Salud Mental para conmemorar este día. Según la Organización Mundial de la Salud, cerca de un millón de personas se quitan la vida al año. Para hacernos una idea, eso supone una pérdida de vidas equivalente a la población de toda Gran Canaria. Esta agencia de las Naciones Unidas ha informado que las muertes por suicidio a nivel mundial superan a la suma de homicidios y víctimas de guerras. Además, el suicidio no respeta edades, siendo la segunda causa de defunción entre los jóvenes de 15 a 29 años. Datos ya suficientemente preocupantes para los expertos en salud.

-¿La situación en España cuál es?

-Pues sabemos que en España se suicidan 10 personas al día, es decir una cada dos horas y media. Eso supone el doble de las muertes ocasionadas por accidentes de tráfico. Muchas vidas perdidas y demasiado sufrimiento en torno a estas pérdidas. En cuanto a las estadísticas, y teniendo en cuenta que las tasas que miden el suicidio toman como referencia la relación entre suicidios, número de habitantes y año, la media de España es de 8 mientras que en la Unión Europea está en torno a 11.

-¿Estaríamos algo mejor que Europa?

-Sí, aunque en un año las muertes por suicidio han aumentado un 3,1 % en España.

-¿Y cuáles son los datos estadísticos en Canarias?

-Datos recientes, extraídos de un interesante y documentado análisis que se ha venido realizando desde el Servicio Canario de la Salud y que recoge entre otras fuentes organismos acreditados como el Instituto Canario de Estadística (Istac), el Instituto Nacional de Estadística (INE) y Eurostat sitúan a Canarias, con la cifra de 9,5 por cien mil habitantes, en una tasa de suicidios superior a la media nacional.

-¿Eso quiere decir que no estamos muy bien en el Archipiélago?

-Pues no. Como comunidad autónoma ocupamos el cuarto lugar en casos de suicidios, superándonos únicamente Galicia Asturias y Murcia. Por otra parte, donde menos suicidios se registran es en Melilla, con 2,5, seguida de Madrid con 4,7. La tendencia en Canarias en los últimos diez años ha sido de un crecimiento del número de suicidios. De 7,7 en 2007, se incrementó a 9,5 por cien mil habitantes en 2017. Durante este año se suicidaron un total de 200 personas en Canarias mientras que en 2007 lo hicieron 157. Respecto a las islas, la prevalencia del suicidio ha sido más alta en Gran Canaria, La Gomera, La Palma y El Hierro. Tenerife tiene una tasa intermedia, siendo las islas que menos suicidios han registrado Lanzarote y Fuerteventura.

-¿Se conocen las causas que llevan a una persona a tomar la decisión de quitarse la vida?

-Sobre los motivos de las conductas humanas no hay tanta certeza como quisiéramos. En cuanto al suicidio, sabemos que con frecuencia está asociado a un intento desesperado de evitar el sufrimiento. Aunque tomar esa decisión conlleva el altísimo coste que supone perder la vida, además de la estela de sufrimiento que deja a nuestro alrededor: familiares, amigos, allegados... Afortunadamente, contamos con investigadores en nuestro país muy serios y rigurosos que vienen estudiando el problema del suicidio desde las diferentes aristas que conciernen al ser humano: la evolución, la genética y las diversas y complejas vertientes que influyen en el hecho de que el hombre pueda ser capaz, a diferencia de los animales, de llegar a tomar la decisión de darse la muerte de forma intencionada. En este sentido se deben reconocer los interesantes trabajos de Pablo Malo, psiquiatra perteneciente a la Txori-Herri Medical Association.

-Es por tanto una decisión drástica que termina en fracaso.

-Efectivamente. Si por fracaso entendemos terminar con la vida, sí que lo es. Pero para algunas personas, y en momentos determinados de su existencia, el dolor, cuando se siente como insoportable, puede conducirles a intentar escapar de ese intenso malestar que afecta a su capacidad de razonar, impidiéndole sopesar las consecuencias adecuadamente. Es cuando, en ocasiones, se decide como objetivo prioritario parar ese dolor por medio de la muerte.

-¿Se refiere a dolor físico?

-Y también psíquico. La tristeza por una pérdida, tanto de una persona como de algo material investido de afecto, los sentimientos de culpa, vivencias humillantes, la vergüenza… son preocupaciones que nos pueden llegar a atormentar intensamente y abrumar nuestra mente hasta llevarnos a un extremo desasosiego. Cuando eso ocurre, se ve facilitada la aparición de ideas de la muerte como un alivio. El siguiente paso hacia un final fatal sería la idea de quitarse la vida. Posteriormente se piensa en el método, el lugar y el momento. Si se llega a este punto crítico en el que ya se ha elegido cómo, cuándo y dónde, suele transcurrir poco tiempo para pasar al intento de consumación del suicidio. Por eso resulta crucial detectar en cuál de estos pasos del proceso se encuentra una persona para tratar de predecir y prevenir un desenlace letal.

-No todas las personas que sienten dolor se suicidan. ¿Se debe esto a que unas tienen más resistencia que otras?

-Sí. El suicidio no responde a una sola causa. Algunos factores son facilitadores y su concurrencia facilita que una persona sea vulnerable a atentar contra su vida. Y también hay factores protectores que nos defienden de esta conducta.

- ¿Cuáles serían los facilitadores?

-En este sentido hay que tener en cuenta que la heredabilidad del suicidio se estima en torno al 50%. La soledad, la enfermedad física y mental, la inactividad laboral, ser víctima de violencia y el aislamiento social, entre otras, son circunstancias que incrementan el riesgo suicida. En la medida que varias de estas situaciones se sumen, el peligro de autodestruirse también se va incrementado

-¿Y qué nos protege?

-Pues cierta capacidad de filtrar las noticias negativas que la realidad se encarga de presentarnos puede contribuir a preservar nuestra salud mental. A este mecanismo lo llamamos negación, que en cierto grado puede ser adaptativo y necesario, amortigua y nos protege ante el impacto de la adversidad. Excesiva lucidez e inteligencia nos puede conducir a un análisis de la realidad cegador y difícilmente soportable ante determinadas situaciones vitales. Decía T. S. Eliot que “el ser humano no puede soportar demasiada realidad”. La religión también intenta buscarle un sentido al dolor e ilusionarnos con la promesa de que existe otra vida y que accederemos a ella si somos capaces de soportarlo. La mayoría de las religiones condenan y penalizan el suicidio. El creyente, en general, se siente más comprometido que el que no lo es, a no vulnerar el mandato de su credo, lo que puede ayudarle a mantener a raya las ideas de autolesionarse.

-¿Qué medidas se deben tomar para prevenir el suicidio?

-Ante el dolor intenso y crónico, tanto emocional como psíquico, todo lo que ayude a paliarlo o resolverlo contribuirá en favor de la vida. En la enfermedad depresiva y en los trastornos mentales graves que separan a las personas de su contexto social y laboral, generalmente se hace necesaria la indicación de psicofármacos para ayudar a las propias respuestas sanadoras que el organismo trata de poner en marcha. Otras medidas también consideradas como eficaces para la prevención son reducir el acceso a las armas, tóxicos y demás medios letales que se suelen usar para llevar a cabo el suicidio. Los medicamentos también deben venderse en envases con menos cantidad de comprimidos. Todo aquello que dificulte la ejecución del suicidio favorece su prevención, pues el proceso suicida suele ser transitorio y puede durar desde días, horas o incluso minutos. Todo lo que impida un riesgo inmediato contribuye a que la persona que sufre ideas de matarse supere la crisis y pueda recibir ayuda a tiempo.

-¿Y cómo estamos de recursos en Salud Mental para atender a la población?

-Pues no tan bien. Y este asunto de la proporción de profesionales especializados en Salud Mental es muy importante como factor preventivo. Aunque hemos mejorado relativamente, queda mucho por hacer si nos situamos en el contexto de Europa. Respecto a Psicología, contamos en España con una media 4,3 psicólogos por cada 100.000 habitantes, cuatro veces menos que los 18 profesionales por cada 100.000 habitantes que tiene de media la Unión Europea. Además, según Eurostat, ocupamos el puesto número 24 de la Unión Europea en cuanto a número de psiquiatras por población. Tenemos 10,5 psiquiatras por cada 100.000 habitantes, mientras Suiza, por ejemplo, tiene hasta cinco veces más, unos 50. Y países como Francia y Alemania, más del doble.

-¿Cómo deben tratar los casos de suicidio los medios de comunicación?

-Sabemos que el suicidio se contagia en muchos casos, sobre todo cuando se trata de famosos que se quitan la vida. Después de conocer la noticia sobre un caso de suicidio, se suelen encadenar otros seguidos por parte de personas predispuestas, eligiendo incluso las víctimas, métodos y formas similares de matarse. Para tratar de evitar esta influencia negativa, los medios de comunicación cuentan con protocolos informativos en prensa para intentar disminuir este riesgo. Entre el deber de informar del periodismo y el tratamiento de esa información, se deben hacer todos los esfuerzos posibles para tratar de evitar un tratamiento sensacionalista de la noticia y cuidar la calidad de la información, de forma que no se ponga el acento en los detalles sobre los medios usados para la ejecución de un acto trágico de este tipo.