Ha sido una experiencia inolvidable que marcará su futuro profesional y que muy pocos estudiantes tienen la oportunidad de vivir. Elena Medina García, alumna del IES Luis Cobiella de Santa Cruz de La Palma y con un expediente académico brillante, ha estado becada durante 15 días en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), que dirige el eminente cardiólogo Valentín Fuster, realizando prácticas con los profesionales que desarrollan su labor en estas prestigiosas instalaciones científicas. “Estoy encantada y maravillada de haber estado mano a mano trabajando con grandes investigadores; me costó muchísimo despedirme de ellos porque el trato fue excelente”, ha manifestado a LA PALMA AHORA tras su regreso de Madrid, donde el próximo curso iniciará sus estudios de Medicina en la Universidad Complutense.
Elena Medina, que obtuvo en la Prueba de Acceso a la Universidad (PAU) un 13,385 puntos sobre 14, se presentó al programa 'Acércate' que convoca el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares para fomentar la investigación biomédica entre los jóvenes, gracias a que su tía, que es profesora en Fuerteventura, le envió un correo comunicándole la existencia de la convocatoria y animándola a que se presentara. Dos días antes de concluir el plazo, Elena tramitó la solicitud. El CNIC seleccionó a los 16 mejores expedientes que tenían una media de 10 en el Bachillerato, y finalmente, escogió a ocho alumnos, entre los que se encontraba Elena. “Me alegré un montón y estoy supercontenta porque ha sido una experiencia increíble”, asegura.
Durante dos semanas, los ocho privilegiados alumnos a los que se les concedió la beca, divididos en dos grupos, han realizado prácticas en los distintos departamentos del CNIC. Comenzaban la jornada de trabajo entre las ocho y las diez de la mañana y finalizaban a las 18.00 horas. “La convivencia fue genial, desde el primer momento éramos como una pequeña familia”, señala Elena, que este jueves cumplirá 18 años. Los aprendices de investigadores se alojaban en un colegio mayor situado junto a la Universidad Complutense y durante su estancia en
(Elena, con tres compañeros en el CNIC).
Madrid también tuvieron tiempo para el ocio. “Por la tarde hacíamos visitas turísticas por la ciudad”, apunta.
Cuando Elena se vio enfundada en un mono blanco esterilizado en los asépticos laboratorios del CNIC y trabajando con investigadores punteros en el campo de la biomédica, creyó estar viviendo un sueño. “Fue una experiencia increíble, aquello es otro mundo. Es completamente distinto verlo desde dentro, no tiene nada que ver con lo que te explican en los libros; cuando lo haces tú misma te das cuenta de la importancia que tiene la labor investigadora”, asegura. “Los dos grupos íbamos rotando por los diferentes departamentos, donde nos explicaban las prácticas que se hacían y que después realizábamos nosotros”, cuenta. “En transgénesis fecundamos embriones de ratón para modificarlos genéticamente; eso lo viví realmente con pasión porque a mí lo que me gusta es la genética y allí me sentía como una niña entusiasmada”, reconoce. “También llegamos a extraer el ADN y codificar el genoma con la técnica PCR”, relata. Otros de los experimentos en los que intervinieron Elena y sus compañeros no pueden ser revelados porque “es contenido protegido del centro”, resalta.
El doctor Fuster, que venía de Santander y se dirigía a Nueva York, donde coordina la unidad de cardiología del hospital Monte Sinaí, hizo un hueco en su apretada agenda para reunirse en el CNIC con los ocho alumnos becados este verano y orientarles sobre su futuro profesional. “Nos recomendó que decidiéramos por nosotros mismos, que no nos dejáramos llevar por la crisis a la hora de elegir nuestros estudios, porque lo importante es la motivación personal y no el dinero”, explica Elena.
Esta joven, que toca el piano desde los cinco años, ha sido aceptada ya en la Universidad Complutense para cursar los estudios de Medicina, pero a ella lo que realmente le apasiona es la investigación genética. “Me interesa partir de la base genética para tratar las enfermedades y creo que si lo haces a través de la carrera de Medicina, en vez de la de Biología, puedes conocer mejor esas dolencias”, comenta. Cuando finalice su formación en Madrid, proyecta trasladarse a Estados Unidos para especializarse en genética.
El padre de Elena, Félix Medina, doctor en Biología, reconoce que la experiencia que vivió su hija “no se le presenta a cualquiera y hay que aprovecharla”. Asegura que se siente “orgulloso de tener en casa una chiquilla que se lo curra, porque, aparte de ser lista, es constante, responsable y organizada; lo que ha conseguido no se lo ha regalado nadie”, destaca. Respecto al camino profesional que ha elegido Elena, apunta que “ella que estudie lo que quiera, pero tal y como está la investigación en estos momentos, el futuro que le espera es duro, hay mucha competencia y con los recortes la investigación está mal vista en España, pero ha tomado esa decisión y la apoyaremos”. “Que quiera resolver las enfermedades desde la base genética me parece interesante porque es algo novedoso, y es un orgullo que vaya por ese campo, a ver si hay suerte”, concluye.