La protección del yacimiento aborigen de Belmaco de las posibles riadas que se producen en el entorno cuando llueve de forma torrencial requerirá una obra especial, según expone Amílcar Cabrera García, ingeniero técnico del Consejo Insular de Aguas. Cabrera coordina el proyecto destinado a evitar que el citado conjunto prehispánico, considerado como uno de los más valiosos de Canarias, se vea afectado por las crecidas y aluviones que se puedan registrar en el barranco de Las Cuestas.
Dijo que, al encontrarse la estación arqueológica en la vaguada de un barranco de cumbre, es preciso ajustar al máximo la actuación ya que, el desagüe del mismo, es igualmente una cuestión prioritaria al tener la quebrada, según la legislación vigente, la consideración de dominio público hidrológico
Amílcar Cabrera también ha indicado que, tras el trabajo de campo llevado a cabo, se ha iniciado un estudio para determinar la opción más adecuada. Adelantó que se precisa un equipo interdisciplinar pues, argumentó, es necesario un informe hidrológico que garantice el desagüe natural del barranco en condiciones seguras y, a la vez, la conservación del patrimonio histórico prehispánico existente en el cauce.
Ha anunciado que en este mes de enero se comenzará el levantamiento topográfico y la elaboración del proyecto de intervención. En este sentido, ha avanzado que, en el diseño de esta obra, “hay que hilar fino” toda vez que, reiteró, “el emblemático yacimiento arqueológico” de la Cueva de Belmaco está “dentro del cauce de un barranco de cumbre (el de Las Cuevas) y, en consecuencia, en base a la legislación vigente, con dominio público hidrológico para desalojar las aguas de escorrentías”. Entiende que “ese es el principal problema del proyecto” ya que, subraya, debido a ello, “se tendrán que compaginar dos cosas: no alterar la morfología del entorno ni el legado aborigen” del valioso asentamiento de los primeros pobladores de la Isla. Es decir, recalcó, “no se puede hacer, sin más, un intervención fría y dura de encauzamiento del barranco”.
Riesgo de inundaciones cuando diluvia
Según ha explicado el jefe de la Unidad Insular del Patrimonio Histórico del Cabildo, Jorge Pais, el problema derivado de las posibles avenidas se ha agudizado tras el incendio forestal desatado en los montes de la zona, enclava en el muncipio de Mazo, el pasado verano. Ese siniestro, dijo, ha acentuado la erosión en la parte alta de la reseñada depresión geográfica y, debido a ello, cuando se registran precipitaciones intensas, el riesgo de sufrir inundaciones es notablemente mayor.
En el ultimo temporal, el impetuoso torrente que se formó en el cauce del barranco, aunque no provocó daños al valioso conjunto de vestigios de habitantes más remotos de La Palma, se acercó de manera inquietante al yacimiento aborigen. El barranco, apuntó Pais, “no corría” desde que, en 1999, se inauguró el Parque Arqueológico Cueva de Belmaco, emplazado en las inmediaciones.
Con el proyecto aludido, dijo, se pretende “prevenir” una incidencia de la citada característica. Al efecto, añadió, bajo su punto de vista “es necesaria una actuación inmediata” consistente en “limpiar los escombros que se han acumulado por todo el barranco” pues, advirtió, “una nueva avenida de la dimensión del último temporal difícilmente la resistirá” ya que, concluyó, “el cauce está al límite”.
La cueva de Belmaco, según se explica en un documento del Ayuntamiento de Mazo, se encuentra situada en un caboco del barranco de las Cuevas, junto a la carretera comarcal de Santa Cruz de la Palma a Fuencaliente. Está orientada hacia el sur-sureste y mide unos 35 metros de largo y su altura en el punto máximo es de 10 metros.
Los primeros petroglifos de Canarias
En el siglo XVIII se hallaron en Belmaco los primeros petroglifos descubiertos en las Islas Canarias. La importancia de estas inscripciones en piedra, convirtió el lugar en un punto de referencia y visita para los investigadores interesados en el pasado de La Palma y de las Islas Canarias.
El conjunto arqueológico de Belmaco lo forman diez cuevas naturales de habitación y una magnífica estación de grabados rupestres. En estas cuevas vivían los benahoaritas, antiguos pobladores de Benahoare (nombre con el que se designaba a La Palma).
En la cueva de Belmaco se encuentran cuatro piedras que tienen grabadas una de sus caras, dos fueron descubiertas por casualidad en 1752 por Domingo Van de Walle y las otras dos a finales del siglo XX, en las excavaciones realizadas por Luis Diego Cuscoy. Los grabados de estas piedras se hicieron con la técnica del picado, formando un surco de diversa profundidad y anchura. Los motivos de estos grabados son similares a los encontrados en otros rincones de la Isla de La Palma, donde la línea curva es la dominante, formando trazos serpenteantes, con espirales y círculos encajados uno dentro de otro. Estas inscripciones han sido interpretadas de muy distinta manera y hoy no se puede afirmar nada acerca del verdadero significado de dichos petroglifos.
En el año 1984, la Dirección General de Cultura del Gobierno de Canarias incoaba expediente para declarar a la Cueva de Belmaco como monumento histórico-artístico. En el año 1991 se presentaba oficialmente el Plan de Conservación de la Zona de Belmaco, que pretendía la consecución estudio y revalorización del yacimiento arqueológico, creando un museo y un espacio lúdico-cultural, dado el potencial cultural y turístico de la zona. Realizadas las correspondientes obras de restauración y mejora del lugar, se inaugura el Parque Arqueológico en el año 1999.