Un sueño por seguidillas

12 de julio de 2020 12:21 h

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Cuando amanece el día, en ofrenda de humildad

adornamos la ciudad con la gracia seductora

de quien ama a la Señora y la espera de verdad.

El autor.

He vuelto a soñar con La Bajada en un mundo multicolor de fotografías e imágenes poéticas envueltas en la ligera belleza del amor, la música y la danza. Era un sueño, sólo un sueño que encerraba recuerdos remotos de otros lustros fabulando con lo que tenía que ser y no ha sido. Pero mientras dormía, les aseguro que disfruté del santuario inmerso en la naturaleza, su silencio de rumores, su plaza y la fuente con el frescor de su chorro… y me dije que era  día de Bajada, la primera etapa por los caminos de la tarde; un paisaje de verdes y de grises que se hunde barranco abajo. En unas horas el camino de El Planto se llenará de incienso y la Virgen, un lustro más, será parte de una muchedumbre positiva y vital, ebria de amor y de paz. En tu infinita bondad / dejando atrás monte y pino,/ en andas de baldaquino,/ te llevan a la ciudad. En medio del sopor, casi en duermevela, creo que la Virgen baja… y, como reflejan las seguidillas, lo hace siempre por la misma ruta: Dejamos el santuario, cual peregrinos, cual peregrinos, / llevándote a hombros por los caminos, / por los caminos, Madre, por los caminos. Te espera la ciudad, dulce embeleso, dulce embeleso./ Y atrás queda el monte de faya y brezo, de faya y brezo./ De faya y brezo, Madre, de faya y brezo. Las seguidillas de Tajadre se quedaron como mi sueño, esperando que, en un golpe de gracia plena, despertemos algún día sin pandemias en los declives del monte, por La Dehesa y El Planto, en un paisaje circundante con esencias de hogares y perfume de  flores: Por El Planto de aromas, dejando El Río,  dejando El Río… La Encarnación aguarda: albergue y sitio./ Albergue y sitio, Madre, albergue y sitio. Extraño modo este de compensar tu ausencia, virgencita de Las Nieves con un sueño y una canción… pero si bien hay valores perdidos que no se recuperan nunca, la fiesta y el folklore son tradiciones que perduran en el tiempo. Y junto a ellos, la devoción a La Patrona, pues no sabemos de qué extraño modo pervive en nosotros (palmeros y palmeras) desde los claros días de nuestra niñez. Por eso, entre olores a incienso y fragancias de flores, sueño que la Virgen recibe con una sonrisa miles de plegarias, centenares de secretas confidencias, que son a nuestro paso cánticos de vida y esperanza, mientras abajo se ve el mar, inabarcable azul que no termina, y la ciudad presume a los pies del risco, de una alianza de siglos con su Señora. Porque en medio de todo esta Ella: el gran personaje, la auténtica protagonista de la fiesta: Madre de tantos afanes / mitiga todos los males / de esta tierra palmera, / que hombres y mujeres riegan / con agua de manantiales.

¿Qué ha sido eso…? La bruma de mi sueño se torna luminosa, mientras sigue el sonsonete de las seguidillas, y en una mañana rubia de sol, se oye la llamada áspera y atronadora del Castillo y la apacible respuesta de la Nave: A la mañana hermosa, ya de domingo, ya de domingo, / dialogarán por Ti, Barco y Castillo. / Barco y Castillo, Madre, Barco y Castillo. Bajo el halo que le confirió el poeta A. Rodríguez López, el Diálogo entre La Nave y el Castillo nos conmueve. Resulta misteriosa la atracción que despierta. Y entre ambos símbolos… ¡Qué fuerza y qué luz irradia la imagen de Nuestra Señora! Nos infunde su amor y nos hace creer en el encanto de esta aparente soledad. Porque en este sueño mío no hay gente, no hay vivas a la Virgen de las Nieves, ni aplausos… Caminas en silencio, calle Real abajo, y de pronto siento cómo te miran ventanas y celosías, y cómo piedras y fachadas entonan un canto de bienvenida para exaltar tu llegada.  Al fin salgo de este letargo… Me despiertan las salvas del Castillo, pero sé que no hay Bajada. Todo es una quimera, aunque los sueños no dejan de ser anhelos, aspiraciones, deseos, y por eso, los palmeros seguimos esperando tu venida: Y la gente en la Plaza de Loa y flores, de Loa y flores, / agradece Señora, tantos favores, tantos favores, Madre, tantos favores. Hoy más que nunca, con Bajada o sin ella, recuerdo aquellos versos sencillos que escribí al saberte entre nosotros, aportando la energía necesaria para orientar o descubrir nuevos caminos. Eres Gloria, Guía y Faro… / Y hoy queda bajo el amparo / de tu mirada serena, / el pueblo que te venera,/

Luz Divina, en cielo claro.