El caos de encontrar a un familiar entre las víctimas de las pateras
Primero fueron enterradas nueve personas. Al día siguiente, catorce. Las víctimas localizadas de la tragedia del cayuco de El Hierro recibieron sepultura en dos cementerios de Tenerife, sin nombre ni familia. Muchas familias africanas han dejado de saber de sus parientes desde que estos abandonan sus casas para llegar a Europa. A veces, el último mensaje llega poco antes de que se suban a la patera o al cayuco. La desesperación aumenta cuando pasan los días y no hay ningún indicio de que han llegado bien. Un temor fundado también en el alto riesgo de esta ruta, que se ha convertido en la más mortal de acceso a Europa. Para aliviar las dificultades del proceso de búsqueda de las víctimas, el colectivo Caminando Fronteras ha lanzado una guía de ayuda para las familias que persigue evitar más muertes sin duelo.
El primer paso es recopilar toda la información posible cuanto antes. Datos personales, datos sobre el último contacto, fotos recientes, descripción física, marcas distintivas, objetos personales y vestimenta en el momento de desaparecer. “Si en algún momento del proceso crees que puedes aportar más información, haciendo uso de tu derecho puedes actualizar la información de las autoridades”, reza la guía. Según ha explicado a Efe la fundadora de Caminando Fronteras, Helena Maleno, 32 familias africanas, en su mayoría malienses, se han puesto en contacto con el colectivo para verificar si familiares suyos que han intentado llegar a Canarias están entre los 24 cuerpos recuperados del cayuco de El Hierro. Solo 15 familias han aportado información sobre sus parientes. Los tres supervivientes pasaron 22 días en el mar hasta que fueron localizados y, desde esta embarcación, 29 cuerpos sin vida fueron tirados por la borda durante la larga travesía.
Según la guía de Caminando Fronteras, todos los Estados deben velar por los derechos de las personas desaparecidas. El país de origen debe ponerse en contacto con el país en el que se vio por última vez a la persona y con el territorio en el que se crea que puede estar. “Puedes exigir que inicien las labores de búsqueda. Incluso puedes exigir que todos los estados se coordinen”, recuerda el documento. El texto también incide en la importancia de denunciar para dejar constancia de la pérdida de la persona.
La denuncia puede presentarse por cualquier familiar o allegado en los consulados, en una unidad policial o en un juzgado, en el país de origen y en el país donde ha desaparecido. Cuando la persona ha intentado cruzar una frontera, la petición de búsqueda puede realizarse en ambos estados.
Caminando Fronteras critica que los Estados no cumplen con su obligación de buscar si los protagonistas son migrantes. Por ello, recomiendan realizar la búsqueda en compañía de organizaciones sociales. Estos obstáculos por parte de la administración se suman a la angustia que provoca la desaparición. “El momento de la denuncia es muy estresante y doloroso. Si además no hablas el idioma local o no conoces la administración del lugar, es mejor estar acompañadas”, apunta la guía. El apoyo de grupos especializados no solo protege de las trabas burocráticas, sino también de las organizaciones que dan informaciones falsas a las familias a cambio de beneficio económico.
Encontrar a un fallecido
El acompañamiento también permite mitigar el dolor de que el familiar aparezca muerto. En estos casos, comienza la labor de identificación, enterramiento y repatriación. En el caso del cayuco de El Hierro, el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Santa Cruz de Tenerife conserva muestras de cada uno de los cuerpos que ingresaron en su establecimiento el pasado 28 de abril. Allí pasaron más de dos semanas hasta que el Tribunal Superior de Justicia de Canarias dio la orden de inhumar los cadáveres.
Para las labores de identificación, según el colectivo, es fundamental recopilar datos de cuando la persona estaba viva. En países como Marruecos, Argelia, Mauritania o Senegal las fotos y datos previos a la muerte pueden permitir la identificación si el cadáver está en buen estado. Si el cuerpo está en un alto estado de descomposición, pueden aparecer dificultades. En España, la mayoría de protocolos pasan por la toma de muestras de ADN.
Identificado el cuerpo de la persona fallecida, comienzan los procedimientos judiciales y policiales. Después, las familias deciden dónde enterrar a su ser querido. “Las personas tienen derecho a ser enterradas de una forma digna y con los ritos y creencias con las que se identificaban cuando estaban vivas”, defiende Caminando Fronteras. Cuando las familias quieren repatriar el cuerpo, los problemas surgen si no cuentan con medios económicos.
A veces, las embarcaciones desaparecen enteras. “Es posible desaparecer en el mar y no dejar ningún rastro”. Según los datos del colectivo, en 2020 desaparecieron totalmente 33 barcazas. “Es posible que los cuerpos de la mayoría de los fallecidos por un naufragio nunca sean encontrados”, concluye la guía.
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