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El crucero que rescató un cayuco perdido hacia Canarias: vida y muerte, lujo y pobreza, en un mismo barco

Álvaro Morales

Santa Cruz de Tenerife —
21 de junio de 2024 09:15 h

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El Titanic tenía compartimentos enteros para pobres en medio del más exquisito y caro lujo de 1912. A las 5:15 de este viernes (con amarre definitivo sobre las 5.30) arribó al puerto de Santa Cruz de Tenerife el crucero Insignia, cuyos viajes para este verano por persona y para varias semanas oscilan entre los 5.000 y los 8.500 euros (si bien el de esta travesía duraba 6 meses –queda uno-, partiendo de Miami). No obstante, esto se torna en absolutamente insignificante ante el gesto solidario de este buque de Oceania Cruises desde la madrugada del jueves, mientras hacía la travesía de Gambia a Tenerife. Un barco de tamaño “medio”, para un total de 684 pasajeros, 400 tripulantes y bandera de Islas Marshall (Gran Bretaña) que ha pasado ya a la historia de los rescates en alta mar al ayudar en el traslado a tierra de 64 migrantes salvados en la trágica ruta canaria.

Sesenta y cuatro personas que, sin embargo, fueron testigos de la muerte de otras seis ocupantes del cayuco, si bien se desconoce el número total de los que partieron de un país que, a las 8.30 horas de hoy, seguía sin desvelarse, aunque, finalmente, unos pasajeros mexicanos del crucero indicaron a los medios que salieron de Senegal. Sí se conocían antes sus variadas procedencias: de Mali, Mauritania, Senegal, Burkina Faso y Gambia. Al menos 70 personas que, de no haber sido rescatadas en alta mar, se exponían a una muerte segura en la inmensidad del Atlántico al perder la anhelada y muchas veces mortífera ruta atlántica. Una ruta que cuenta ya por miles los fallecidos en el fondo oceánico en un fenómeno que, pese a todo, seguirá porque huyen del hambre, la guerra, las persecuciones y la miseria en África. 

De los 67 rescatados con vida y atendidos este viernes en tierra, la inmensa mayoría eran jóvenes hombres de edades a determinar, aunque también había tres mujeres –dos de ellas trasladadas al hospital, una embarazada a la que se quiso evaluar- y tres niños en buen estado de otras familias.

Aunque la tragedia de la ruta canaria se agudiza con este nuevo cayuco con fallecidos, al menos no corrieron la suerte de otras embarcaciones que se han perdido en el océano definitivamente o han aparecido en El Caribe (como lo ocurrido en 2006, descarnada tragedia que tan bien describe Juan Manuel Pardellas en su último libro, En este gran mar, sobre los 11 cuerpos hallados de las 48 personas que partieron de la Isla de Sal, en Cabo Verde, el día de Navidad de 2005, o las halladas en Brasil a mediados del pasado mes de abril, con una veintena de cadáveres momificados).

Adelanto de la llegada

Se había anunciado la llegada del Insignia a las 7.00 horas de este viernes (sin el rescate, habría arribado a las 8.00), pero, sobre la medianoche, se difundió que el buque alcanzaría la zona de cruceros del puerto santacrucero a las 4.45. Finalmente, atracó sobre las 5:15 (concluyendo la maniobra a las 5:30), cuando aún resonaba en la cercana avenida de Anaga la música de la discoteca Bongó y varios grupos de jóvenes apuraban la madrugada aún con botellones (se llegó a escuchar incluso un “cumpleaños feliz”) en bancos con excelentes vistas al puerto, hacia donde arriban y parten los ferris de Fred. Olsen y Armas y, al fondo, se acumulan desde hace años espectaculares cruceros.

El recibimiento por parte de Cruz Roja, fuerzas del orden (básicamente la Policía Nacional, aunque también hubo tres guardias civiles) y policía portuaria estaba preparado mucho antes. Una veintena de voluntarios de la ONG desplegó seis carpas, cinco ambulancias y otros vehículos, a los que se sumaron nuevos en las siguientes horas. Los medios, principalmente los fotógrafos de agencias, esperaban junto a la escalera del dique, justo en frente del dispositivo. El Insignia era fácilmente visible desde las 5.00 desde esa zona, aunque se movía de forma muy lenta hacia el puerto. En él viajaban no solo los 64 supervivientes, sino los 3 cadáveres que sí se pudo rescatar del cayuco y otro que falleció a bordo del crucero. Otros dos, siguen en la embarcación. Seis personas, en definitiva, esperanzadas con una mejor vida en Europa, tragedia que habría sido aún más honda si su cayuco no es hallado por el buque mercante Philipp Oldendorff, que lo avistó a 440 millas (unos 815 kilómetros) al sur de El Hierro. 

El Philipp hizo las primeras labores de salvamento, pero, al ser muy elevado, no podía realizar el rescate, se pidió ayuda y, por fortuna, al poco se vio respaldado por el Insignia, que se desvió hacia el lugar del hallazgo, si bien no se pudieron rescatar esos dos cadáveres que se perdieron con el cayuco por las malas condiciones meteorológicas. Además, Salvamento Marítimo trasladó a la guardamar Urania por si el crucero necesitaba apoyo para, luego, intentar detectar el cayuco, al que el Insignia colocó un reflector para su búsqueda.

Tras el amarre, y sobre las 5:42, equipos de Cruz Roja se desplazaron al crucero (la distancia con los periodistas era de unos 130 metros) con camillas y sillas de ruedas para atender a los migrantes, a los que se sumó una sexta ambulancia que llegó justo en ese momento al puerto. El ferri de Armas partió justo al lado a las 5.50 y, 7 minutos después, el Fred. Olsen Express, ambos rumbo a Gran Canaria. Dos minutos después, el primer migrante descendido desde el crucero y trasladado en silla de ruedas hasta el campamento de Cruz Roja fue atendido en estas instalaciones. A cuentagotas, otros fueron evacuados en ambulancias (que iban y venían) o trasladados al campamento, algunos ya a pie o en ambulancia, pero sin necesidad de sillas de ruedas. 

Deshidratados y débiles

Sobre las 6:21 llegó la Policía Forense y, media hora después, los coches de la funeraria Servisa, aunque los cuerpos (cuatro, uno de ellos fallecido en el crucero) no se trasladaron hasta pasadas las 8.00 horas. Hasta entonces, el resto de rescatados ya estaban en las carpas de Cruz Roja, la mayoría deshidratados y débiles, aunque se fueron recuperando, según comentó una médico a los medios. En total, tres fueron trasladados al Hospital La Candelaria y dos, al Hospital Universitario de Canarias (HUC).

Por supuesto, durante la madrugada y la mañana la gran paradoja seguía: solidaridad, despliegue digno de un país avanzado, personas que buscaban una vida mejor, algunas que la perdieron en el intento y pasajeros durmiendo, despertando o yéndose finalmente de excursión en guagua o en jeeps safari tras compartir horas con la pobreza y necesidad en un crucero de lujo, aunque mucho más pequeño que el Ventura, que hacía su entrada en el puerto chicharrero en torno a las 7.00. A los migrantes, poco después, los llevarían al campamento de Hoya Fría.

Por su gesto, el Insignia recibirá este viernes una metopa por parte del capitán marítimo de Tenerife, José Antonio Conde, y la jefa del centro de Salvamento Marítimo de la Isla, María Dolores Septié. Sin duda, lo merece, aunque en ese mismo barco, en este mismo puerto, en un mismo océano y planeta, la muerte y la vida volvieron a mezclarse hoy, la riqueza y la pobreza tan cerca, la esperanza, el lujo y la miseria tan sentidas, tan intensas, tan injustas… Tan paradójicas.

“Vives en una burbuja de felicidad 5 meses y te topas con esto”

La mayoría de pasajeros del crucero se fueron en guagua o jeeps, pero algunos optaron por pasear por Santa Cruz. Fue el caso de la pareja mexicana formada por Jorge Cotic y Gila Padilla, de unos 60 años. Aparte de indicar que el cayuco partió de Senegal, subrayaron a los medios, justo en frente del campamento de Cruz Roja, el trato recibido por los migrantes en el barco por parte de la tripulación y la actitud de la naviera, que consideran muy adecuado. Según explicaron, les pidieron que aportaran ropa para sustituir –se tiró toda- la que traían los africanos, a los que se atendió en el auditorio, dándoles comida y bebida. La tripulación les pidió que no intervinieran y así lo hicieron, si bien ambos no pueden esconder el shock que les ha supuesto estar “cinco meses en una burbuja de felicidad en un crucero que partió de Miami hacia Nueva York y que ha recorrido la costa occidental de África, donde ves la miseria y basura que hay. Vives esto y, de repente, te encuentras con la migración de África, con muertos y, claro, enseguida buscas información y te das cuenta de lo que pasa”, relata Gila. Además, indicó que el rescate desde el crucero de los ocupantes del cayuco se hizo con una cuerda, aunque no supo describir bien cómo se produjo la hazaña.