La lagunera Cooperativa del Campo La Candelaria busca a la desesperada vender su patrimonio para sortear la quiebra

Candelaria Rodríguez y Santiago Cacho, principales gestores de la sociedad cooperativa.

Román Delgado

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A la Sociedad Cooperativa del Campo La Candelaria, una organización agraria del ámbito de la economía social que es histórica en el municipio de La Laguna y en la isla de Tenerife, parece que se le acaba el tiempo (como antes ocurrió con la Cooperativa Cosecheros de Tejina, por ejemplo) ya que por ahora no ha sido capaz de sortear o atender las deudas que arrastra con alguna entidad financiera local y otros tantos acreedores, entre ellos los propios ganaderos que le entregan la leche para su procesado en la quesería de Benijos (La Orotava), una instalación industrial propiedad del Cabildo de Tenerife que en dos años se prevé que tengan que abandonar, sobre todo debido a que el canon que ahora abonan por la cesión de las instalaciones se debe subir por imperativo de la UE en la línea de lo ocurrido con Bodegas Insulares de Tenerife, SA.

Ese medio industrial de producción es en la actualidad su principal fuente de ingresos, algo que consigue con el apoyo en la comercialización de sus transformados lácteos por parte de la sociedad mercantil pública Gestión del Medio Rural (GMR), adscrita a la Consejería de Agricultura del Gobierno de Canarias.

Por aquel motivo principal, las dificultades económico-financieras que arrastra la cooperativa desde inicios del decenio de 2010, este viernes pasado por la tarde la cooperativa agraria que fuera santo y seña de Pedro Molina (fallecido en enero de 2018 y el presidente que estuvo al frente de la entidad hasta su muerte) ha trasladado en asamblea general, en una cita con la presencia de poquísimos socios (menos de diez) y con Candelaria Rodríguez, presidenta, y Santiago Cacho, secretario, como más notables integrantes del Consejo Rector, información básica sobre las cuentas de la sociedad para 2023, otra vez con pérdidas (por encima de los 100.000 euros) y que fueron aprobadas, tal y como confirmaron algunos cooperativistas presentes en la convocatoria.

Esas mismas fuentes también afirmaron que en la reunión se explicó la situación económica actual de la cooperativa y se comentó que esta podría ser enderezada con la venta del que es hoy su patrimonio principal o activo más valioso: las instalaciones centrales de que dispone esta entidad ganadera en el barrio lagunero de San Benito, en el centro urbano de la ciudad, en la calle Marqués de Celada. Es una infraestructura antigua, pero el suelo sobre el que se asienta es urbanizable y goloso. Con el objeto de tener un documento fiable sobre el valor de mercado de ese patrimonio, la cooperativa había encargado una tasación en la que se indica que este es de 3,6 millones de euros.

Hasta ahora, algunos promotores privados interesados en ese suelo han llegado a ofrecer hasta dos millones de euros, lo que no ha posibilitado el intercambio o la transacción. Tal y como indicaron fuentes presentes en la asamblea, los integrantes del Consejo Rector subrayaron que esas instalaciones se quieren vender como solución más sólida para seguir adelante, lo que forzaría, de producirse, un desplazamiento de la actividad productiva hacia la zona de El Ortigal, en la cabecera oeste del aeropuerto de Los Rodeos, justo donde esta misma entidad tiene unas instalaciones creadas en su día para la maduración de quesos, al lado de la fábrica de piensos que tuvo que vender a Cereales Archipiélago antes de que se la comiera una entidad financiera.

Tal y como ha publicado Diario de Avisos y ha podido confirmar este periódico digital, la Sociedad Cooperativa del Campo La Candelaria también le ha ofrecido la compra de ese patrimonio al Ayuntamiento de La Laguna, en cuya administración pública ha presentado una solicitud con tal objetivo, petición que incluyó la tasación ya reseñada.

Hasta este momento no se conoce el resultado de esa gestión, aunque sí es cierto que el Consejo Rector se actúa en dos frentes: el público y el privado. Consultada la Consejería de Agricultura sobre este último extremo, la posibilidad de que se apoyara un proyecto con el aval de varias administraciones públicas para salvar otra vez a la Cooperativa La Candelaria, fuentes del gabinete de prensa subrayaron que la única relación que hoy se tiene con esa entidad son “acuerdos comerciales con la sociedad pública de comercialización GMR, que anticipa pagos en 15-30 días, como se hace con otras cooperativas”.

Lo cierto es que, en estos momentos, la citada cooperativa tiene una deuda importante con una entidad bancaria, en torno a dos millones de euros (un préstamo con carencia de muchos años que no se ha amortizado y está vencido, situación central que motivó el aviso por carta a los cooperativistas de la parte en que estos debían participar en esa deuda, lo que levantó un gran revuelo o polvareda), y que sobre ella pende la amenaza de una ejecución. Y esto sin contar la actuación de otros acreedores que son a su vez cooperativistas y han extremado la presión para poder resolver los impagos que les afectan, muchos de ellos relacionados con retrasos en el abono de la leche destinada a la quesería de Benijos.

Esta semana se habló mucho en entornos de La Laguna de la posibilidad de que en la asamblea del viernes el Consejo Rector ya anunciara la presentación próxima de solicitud de concurso de acreedores ante el juzgado de lo mercantil, algo que no se produjo o de lo que no se dijo nada, según las fuentes consultadas, en esa cita con presencia tan devaluada de socios.

Una historia que se ha teñido de gris en pocos años

La Cooperativa del Campo La Candelaria, pese a los enormes apoyos financieros públicos recibidos por el Cabildo insular, el ayuntamiento lagunero y el Gobierno de Canarias, casi siempre con el beneplácito de las tres fuerzas políticas dominantes en la islas (CC, PSOE y PP), arrastra una honda crisis económico-financiera desde su fallido proyecto industrial de Granja Teisol, en una planta hoy propiedad del Cabildo de Tenerife y sin actividad en el municipio de Santa Úrsula, como también ocurre con la explotación pecuaria Biogranja (en una zona cercana y en ruinas, también del Cabildo); tras la obligación económica, por deudas y pérdidas, de tener que vender la fábrica de piensos de El Ortigal, ahora de Cereales Archipiélago, o desde el abandono del llamado polígono de ganaderos en la Finca de la Data, en La Esperanza, otra propiedad del Cabildo que se había dejado en manos de la cooperativa.

En la actualidad, la Cooperativa La Candelaria gestiona en concesión pública la quesería de Benijos (La Orotava), del Cabildo, y procura vender para salir de su profunda crisis económica las instalaciones principales y sede social que posee en San Benito, en la calle Marqués de Celada.

Hasta ahora, no se ha hallado comprador, ni público ni privado, para ese recinto y suelo, según lo dicho el viernes. Este es el único activo potente que mantiene la sociedad, junto con una nave creada para la maduración de quesos en un lugar cercano a la fábrica de piensos ya perdida.

Los ganaderos que aún entregan la leche a esa cooperativa para que la convierta sobre todo en quesos de leche de cabra, de vaca o de mezcla (los comercializa a través de la empresa pública de la Consejería de Agricultura GMR), en la quesería pública de Benijos, han tenido y tienen serios problemas para cobrar sus producciones, lo que los ha llevado a situaciones críticas y hasta a abandonar la actividad, con retrasos de más de tres meses en los pagos o con compensaciones en especies por parte de la cooperativa al no tener líquido para atender esas obligaciones contractuales.

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