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Comienzan las derivaciones de migrantes desde el campamento tinerfeño de Las Raíces a la Península: ''En cuanto pueda, volveré''

Mohammed, Mamadou y Baba antes de viajar a Madrid desde Tenerife

Natalia G. Vargas

La Laguna —
25 de marzo de 2021 14:10 h

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Pasaron la noche en vela. A primera hora de este jueves, Mohammed Sylla y Baba Sy esperaban impacientes la guagua que les llevaría desde el campamento para migrantes de Las Raíces hasta el Aeropuerto de Tenerife Norte. El joven maliense y el hombre mauritano, junto a unas cincuenta personas más, fueron derivados a Madrid esta mañana después de cuatro meses en Canarias. Con ellos, han comenzado las derivaciones a la Península desde el recurso de acogida con más capacidad instalado en Canarias por el Ministerio de Migraciones, tal y como ha confirmado la ONG Accem a este periódico. Desde la capital, serán reubicados en centros de acogida de diferentes Comunidades Autónomas como Murcia o Castilla y León. Minutos antes de que comenzara el embarque, todos aprovechaban para desayunar o sacarse fotos: ''Es un día para recordar''.

Entre todas las sonrisas que aguardaban con ilusión el viaje a la Península, destacaba la mirada triste de Sylla, que tras varios intentos por llegar a España para sostener a su familia había encontrado en la gente de la isla un hogar hecho a medida. ''He encontrado a personas que son mi familia“, asegura en su perfecto español. El maliense espera poder estabilizar su situación para volver a las islas. Entre sus manos tiene el libro Me llamo Adou, la obra del periodista Nicolás Castellano que relata la historia del niño de Costa de Marfil que viajó hasta Ceuta en una maleta. Se lo ha regalado una vecina de la isla que le despide desde el otro lado del control de seguridad con una sensación agridulce. Le alivia saber que Mohammed podrá continuar con sus planes fuera del campamento, pero le entristece tener que despedirse de él.

Baba Sy tiene la misma sensación y sabe que quiere regresar a Tenerife. En su caso, le tranquiliza saber que su hermano lleva años viviendo en la Península y podrá volver a verle. A su lado está Mamadou, un hombre de Mauritania que destaca por su alta estatura y que busca con inquietud dónde está Murcia en el mapa. Necesita saber cuántos kilómetros lo separarán de Barcelona, donde vive su padre.

Las derivaciones a la Península de personas migrantes en el marco del Programa de Atención Humanitaria dependiente del Ministerio de Migraciones se sucedieron en los últimos meses de 2020 y han continuado también en el primer trimestre de 2021. A fecha de 11 de diciembre, habían sido trasladadas 2.035 personas, según los datos a los que tuvo acceso el abogado Daniel Arencibia a través de la Unidad de Transparencia. Durante el estado de alarma no se realizó ningún traslado y el 70% de las derivaciones se produjeron entre septiembre, octubre y noviembre. Este periódico ha solicitado sin éxito a la Delegación del Gobierno en Canarias las cifras actualizadas.

''Mañana me voy a Madrid''

Este miércoles por la mañana, Accem les informó de que en menos de 24 horas partirían a Madrid. Pese a que ambos sabían que iban a ser derivados a la Península, la noticia les pilló por sorpresa. ''No sabíamos que iba a ser tan rápido'', cuentan. A partir de ese momento comenzaron los nervios y los preparativos. Entre otras cosas, durante la tarde se les practicó la prueba PCR en el interior del macrocentro de Las Raíces.

Por la noche, pocos minutos antes de que el campamento cerrara sus puertas, llegaron las lágrimas, las despedidas y los abrazos. Pese al carácter introvertido de ambos, sus nombres han resonado a diario dentro y fuera del recurso de acogida. Mohammed domina 26 idiomas, por lo que ha sido una herramienta fundamental para trabajadores y voluntarios para superar la barrera del idioma entre las personas de diferentes nacionalidades que conviven en el lugar. Por su parte, el carácter serio y la paciencia de Baba le han permitido ganarse el respeto y la admiración de todo el que pasa por Las Raíces.

Baba y Mohammed, al igual que el resto de personas acogidas en este recurso de La Laguna, han pasado por diferentes lugares hasta llegar a la Península. El cayuco de Baba partió de Mauritania y, pese a que su propósito era alcanzar Tenerife, acabó en El Hierro, la isla más occidental del Archipiélago. Allí pasó un par de semanas en cuarentena, hasta que fue trasladado a un complejo turístico de Las Américas, al sur de Tenerife. En el caso del joven maliense, a pesar de que el punto de partida en África fue el mismo, desembarcó en Gran Canaria, donde después de 72 horas en el CATE de Barranco Seco bajo custodia policial, fue acogido en un hotel gestionado por Cruz Roja.

Los que se quedan

En el recurso de acogida gestionado por Accem aún quedan más del mil personas que esperan impacientes a que se agilicen sus trámites administrativos. También permanecen en Las Raíces otros migrantes que podrán partir a la Península en los próximos días. En el exterior, a las puertas del antiguo acuartelamiento militar, conviven en un campamento improvisado decenas de hombres que pocos días después de la apertura del recurso decidieron abandonarlo por la escasez de comida, el agua fría de las duchas y la convivencia de más de 30 personas en una misma carpa.

Tras numerosas protestas dentro y fuera del recinto y después de una huelga de hambre protagonizada por los usuarios, la ONG contratada por el Gobierno de España para dirigir el establecimiento reconoció “deficiencias” en la comida. Además, la entidad aseguró que había pedido mejoras al Ministerio de Migraciones en el servicio de alimentación, prestado hasta el momento por la empresa Serunion. ''Es necesario hacer algo'', señalaron fuentes de la organización.

También marca la rutina del campamento la presencia diaria de tinerfeños y tinerfeñas que se desplazan al lugar para compartir su tiempo con los migrantes que allí viven. Este miércoles, un grupo de profesionales de la lucha canaria ofrecieron equipajes a jugadores de lucha senegalesa, un deporte rey en este país africano que comparte muchas técnicas con el que se practica en el Archipiélago. Otras personas suelen llevar comida, ropa, productos de higiene o una máquina por si alguien necesita un corte de pelo. ''Echaremos de menos a los que se van, pero sabemos que es lo mejor'', coinciden.

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