“Descanse en paz, Inmigrante F01”: El Hierro, la isla que despide con dignidad a los muertos de los cayucos

Natalia G. Vargas

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Un nicho destaca del resto en el cementerio municipal de Valverde. No tiene nombre, ni fecha de nacimiento, ni mensajes de familiares. En letras doradas grabadas sobre una placa blanca puede leerse “Inmigrante F01” y una fecha de defunción: “03-11-2023”. Nadie en El Hierro sabe quién era, solo se conoce que era menor de edad. Esta isla canaria se ha convertido en el símbolo de la emergencia humanitaria que vive el Archipiélago. Solo en octubre, El Hierro recibió más de 11.000 supervivientes en un centenar de cayucos, pero también han llegado a sus costas los cuerpos sin vida de varios migrantes. Otros, han muerto ya en tierra firme. 

Enterrar a los muertos de los cayucos en El Hierro no es solo una obligación de los Ayuntamientos, sino que este 2023 se ha convertido en un “compromiso” de la población local. Flores frescas coronan las lápidas de quienes mueren intentando llegar a Europa. Ya no solo las ONG y las administraciones intentan darles una despedida digna. Los vecinos y vecinas de la isla se han sumado a ellos. 

“Inmigrante F01” murió el 3 de noviembre en el Hospital Insular Nuestra Señora de Los Reyes después de alcanzar el puerto de La Estaca en un cayuco con 83 personas. Llegó durante la noche en una embarcación escoltada por la Guardamar Calíope. Ocho de las personas que viajaban con él fueron ingresadas, algunas de ellas en estado grave. 

En el cementerio municipal de Valverde han sido enterradas cuatro personas migrantes en las últimas semanas. “Inmigrante F08” e “Inmigrante J11” recibieron sepultura el pasado 5 de noviembre. Los dos murieron también en el Hospital de la capital herreña, después de llegar a La Restinga en mal estado de salud en otra noche trágica. Durante la noche del 4 de noviembre llegaron al muelle cuatro cayucos con 739 personas a bordo, entre ellas cuatro fallecidos. 

“Hemos leído versos del corán para intentar darles una despedida digna y que estén arropados. Morir es duro cuando tienes familiares, imagínate las personas que pierden la vida sin conocidos, en un país extranjero. Es duro ponerles nombre, pero lo es más no ponérselo”, explica el alcalde, Carlos Brito. 

El ayuntamiento que dirige debe hacerse cargo de los entierros de quienes mueren en su término municipal. Entre ellos, todos los que pierden la vida en el hospital. En el caso de quienes llegan sin vida a La Restinga, su sepultura corresponde al Ayuntamiento de El Pinar. El reglamento de Política Sanitaria Mortuoria (1974) establece que deben ser los ayuntamientos los que afronten los gastos de los entierros por beneficencia de las personas sin recursos fallecidas dentro del término municipal, incluyendo a las personas que llegan en pateras y cayucos a las islas.

La alcaldesa de Mogán, Onalia Bueno, se ha opuesto a esta norma, argumentando que las muertes de los migrantes se producen “en alta mar” y exigiendo que se haga cargo de los entierros el Gobierno de España. 

Hasta ahora, en El Hierro ningún alcalde se ha negado a enterrar a las víctimas de la ruta canaria. Sin embargo, el alcalde de Valverde advierte que no tiene muchos nichos libres “si pasa una catástrofe”. “Estoy pidiendo auxilio a las islas capitalinas, aunque nuestro ayuntamiento asuma los costes”, dice. Por su parte, el alcalde de El Pinar ha puesto sus cementerios a disposición del resto de municipios por si fuera necesario. “Dios no lo quiera”, coinciden. 

Mamadou, Ahubacorr y J-15

De todos los migrantes que han sido enterrados en la isla este año, solo dos tienen en su lápida nombre y apellido. Uno de ellos es Ahubacorr Kauyi. Llegó sin vida en un cayuco rescatado por Salvamento Marítimo cerca de La Restinga con 81 personas a bordo. Un familiar que viajaba con él pudo dar a las autoridades su identificación. Sus restos descansan ahora en el cementerio de El Pinar.

“Llevamos cuatro enterramientos este año. Yo he batallado mucho para tener los nombres y apellidos de las personas, porque tener solo un número hace que sus nichos sean diferentes de los del resto de vecinos”, insiste Juan Miguel Padrón, el alcalde. “Me alegra que se haya podido identificar a Ahubacorr, por si algún día un familiar quiere visitarlo o llevárselo, ya sabe dónde está”, añade. 

En Valverde también descansa Mamadou Marea, un hombre de 30 años que salió de Senegal en cayuco. Llegó grave. Lo intentaron trasladar a un hospital de Tenerife, pero su cuerpo no resistió. El 28 de octubre fue despedido en la capital de el Hierro con velas, flores y versos del corán.

Amado Carballo, abogado y consejero de Dignidad Personal del Cabildo de El Hierro tampoco falta a un entierro de quienes murieron en la ruta. Para él, acompañar a las personas migrantes en su despedida es una forma de dar “dignidad y apoyo” en un lugar en el que no tienen redes de apoyo.

En este mismo municipio, en el cementerio de El Mocanal, fue sepultado el migrante J-15 el 7 de noviembre. Nació en Senegal y era menor de edad. Su nombre no llegó a tiempo y fue enterrado sin él, pero siempre lo tuvo. El periodista Txema Santana y la Comisión Española de Ayuda al Refugiado han anunciado en sus redes sociales que se llama Pape Moussa Diouf. Era carpintero metálico. Murió tras una infección en la pierna que avanzó de forma rápida. Antes de morir, pudo hacer una videollamada con un familiar.

En el municipio de Frontera, hasta ahora, solo ha sido enterrada una persona migrante. Se trata de un hombre que murió en el Convento del municipio, habilitado como espacio de primera atención. Su cuerpo fue hallado sin vida en el baño del recurso por un compañero. “No se le identificó, pero tratamos de darle un entierro con respeto. Detrás de su número hay una familia que sigue esperando una respuesta”, concluye el alcalde de Frontera, Pablo Rodríguez.