Las imágenes de un tripulante de una embarcación de Salvamento Marítimo impotente en la cubierta mientras él solo trata de izar a bordo a decenas de migrantes de una patera en alta mar desde la que otros caen al agua ha impactado a la mayoría de diputados que han participado este miércoles en la primera sesión de la comisión de estudio sobre la inmigración en Canarias.
“Si en las cubiertas de nuestros barcos solo va una persona, a veces no somos capaces de sacarlos a todos”, y silenciar esto “cuesta la vida a muchas personas”, ha dicho en la comisión Ismael Furió Genovés, delegado sindical en Salvamento Marítimo. Furió ha defendido que en las operaciones de rescate debería haber al menos tres tripulantes en cubierta para no verse obligados, como ocurre ahora, a pedir a los primeros rescatados que suben a bordo que les echen una mano para salvar al resto.
“Indignación, vergüenza, lamentable y abandono” han sido algunas de las expresiones empleadas por los diputados de la comisión, que han coincidido con el marino de Salvamar en la necesidad de más medios humanos para estas operaciones de rescate.
“¿Cuánto no seríamos capaces de movilizar para el rescate de una familia en una barca de recreo?”, ha preguntado retóricamente el diputado de Nueva Canarias Luis Campos, y ha apuntado al “racismo institucional” que se esconde detrás de la diferencia de medios empleados según los casos.
Según Furió Genovés, el problema de Salvamento Marítimo no es de medios materiales, con dos patrulleras Guardamar y diez Salvamar en Canarias, sino de tripulación. Cuando una Salvamar acude al rescate de una patera navega con un patrón, un mecánico y un marinero en cubierta. Lo mínimo, según el marino compareciente, deberían ser tres marineros en cubierta. El coste de sumar otro marinero, para que al menos hubiera dos personas en cubierta, sería de tres millones de euros en un presupuesto anual de Salvamento Marítimo de 150 millones, expuso.
Ismael Furió Genovés también planteó como un problema que entre los altos cargos de Salvamento Marítimo y la Dirección General de Marina Mercante no hay ni un marino, y además tienen las sedes de estos organismos están en Madrid, cuando lo lógico sería que la gestión estuviera en alguna zona de costa.
La llegada a centros de menores
En la comisión de estudio sobre inmigración participó también Juan Enrique Quintana Ramos, de la asociación Quorum Social 77, que gestiona centros de atención a menores inmigrantes en Gran Canaria, Tenerife y Fuerteventura en los que se atiende a 728 niños. “Al principio, la llegada de menores parecía circunstancial, pero no cesa desde octubre. Han llegado 176 menores a Canarias”, dijo el experto. Quintana Ramos reconoció la necesidad de tener un gran centro (o macrocentro) para la primera acogida con un buen número de plazas, con educadores y personal asistencial formado, sobre todo, en asistencia sanitaria.
La asociación trata de darles atención individualizada basada en cinco pilares, el primero que los centros tengan poco número de plazas entre 15 y 40, lo cual impide que se genere “carga social” en el entorno. También se los distribuye por perfiles y características y se acomodan los equipos educativos en consonancia, y se les da formación para facilitar su integración laboral cuando cumplan 18 años.
Desde la asociación también se interviene e integra a las familias de los menores, por teléfono o videollamadas, para que entiendan el proceso educativo en el que están y no les pidan ayuda desde que llegan, algo que les genera desajustes psicológicos. Este programa de integración “ha propiciado que las incidencias con el entorno sean casi inexistentes”, expuso Quintana Ramos.
“Los menores en nuestros centros están tranquilos no se sienten tan vulnerables”, relató el educador, y detalló que su asociación ha tramitado la solicitud de protección internacional para 245 menores, de los que han sido llamados a la primera entrevista 28.