Si en 2004 el discurso de Aznar eclipsó al de su sucesor, Mariano Rajoy, en el momento en el que éste era elegido presidente del partido, en esta ocasión al ex presidente del Gobierno no le ha hecho falta ni abrir la boca para colarse entre los protagonistas de la primera jornada del Congreso del PP.
Y es que en política mandan los gestos y por eso hoy mandan las lágrimas de la mujer y la hija de Ángel Acebes, la sonrisa abrumada de María Dolores de Cospedal y la frialdad con la que José María Aznar ha saludado a Mariano Rajoy.
El gesto no ha dejado dudas; El ex presidente del Gobierno ha llegado tarde, cuando ya había transcurrido más de media hora de congreso. La musiquilla del PP ha recibido su llegada y todos los compromisarios le han ovacionado.
Hasta ahí, todo normal. Pero es que cuando Aznar se dirigía al puesto que tenía reservado en la mesa presidencial ha ido saludando a varios dirigentes del partido y se ha podido ver la diferencia entre el cariñoso abrazo a Angel Acebes, la cordialidad de los dos besos a Esperanza Aguirre y el apriete -no llegó a apretón- de manos a Rajoy, casi mirando para otro lado.
En la sala de prensa, donde los periodistas contemplaban la imagen a través de pantallas gigantes de televisión, se ha escuchado un “uh” casi al unísono y que todos veamos y entendamos lo mismo no es lo habitual.
El día había comenzado con un Rajoy relajado y sonriente que bromeaba con los fotógrafos, y éstos que, aunque no le hacían ascos al líder, buscaban en realidad a María Dolores de Cospedal, la estrella emergente, cuya designación como secretaria general ha tenido la virtud de suscitar unanimidad y apaciguar aparentemente las aguas como el bálsamo de Fierabrás.
Su llegada al recinto de la Feria de Valencia ha estado rodeada de la espectación que corresponde a los que se incorporan al olimpo de las portadas. Fotógrafos, cámaras de televisión y militantes del PP se agolpaban para verla llegar.
“Si es mona, sí”, le decía una compromisaria a otra desde una prudente segunda línea, mientras De Cospedal repartía sonrisas por todas partes, todavía abrumada por suscitar tanto interés.
Quien si ha hablado en esta primera jornada del Congreso y de quien se ha hablado mucho ha sido de Angel Acebes, el secretario general saliente.
Él parecía estar al borde de las lágrimas cuando Pío García Escudero le agradecía su contribución de estos años y todos los compromisarios se levantaban a aplaudirle durante varios minutos, y también cuando, después de defender su gestión ante el plenario, los interminables aplausos volvían a repetirse.
Quienes no las ha contenido han sido su mujer y su hija, sentadas en la primera fila.
Frente a estos tres protagonistas del día, lo demás del Congreso ha quedado relegado, como la contundencia de Rita Barberá haciendo patria y preguntando al auditorio en qué equipo juega el máximo goleador de la Eurocopa o sacando pareados a la crisis: “con el paro al trote y las hipotecas al galope”.
Y es que hoy no era día de palabras, sino de gestos. Mañana habla Aznar.