Los correos secretos de Caja Madrid

Juan Luis Sánchez/belén Carreño

Como una fiesta financiera, como un pelotazo empresarial, como un nuevo récord. Así vivió Miguel Blesa, entonces presidente de Caja Madrid, la millonaria emisión de preferentes en 2009, un producto financiero que atrapó a miles de clientes de la entidad y volatilizó sus ahorros. Varios correos del mejor amigo de Aznar en la banca, a los que ha tenido acceso eldiario.es, describen el ambiente de euforia sin vértigo en aquellos días de emisiones millonarias, en los que se fraguaba lo que la propia CNMV calificó como un incumplimiento de la ley deliberado y masivo en perjuicio de pequeños ahorradores.

Blesa recibió un e-mail a las cinco de la tarde del 21 de mayo de 2009. Lo firmaba Matías Amat Roca, su lugarteniente en el consejo de administración y director general de Negocio, que acabó yéndose de la caja en 2010 con una indemnización de 16 millones de euros. “La CNMV acaba de aprobar la emisión de preferentes de Caja Madrid. Empezamos la comercializacion mañana. Irá bien”, le decía. Miguel Blesa contestó: “Dios te oiga. Me dan miedo los excesos de celo de la red [de oficinas]”. Los correos electrónicos, que forman parte de la investigación judicial que llevó a Blesa a la cárcel, han sido proporcionados por una fuente anónima derivada a eldiario.es por colaboradores de laComisión Anticorrupción de la Red Ciudadana del Partido X.

Unos días antes del lanzamiento de las preferentes, en una conversación personal con su agente de inversiones, el presidente de la mayor caja pública española había pospuesto su compra personal de las preferentes de su propia entidad: “tengo dudas con los plazos”, alegaba en confianza. Las dudas del presidente desaparecieron pronto, apenas 24 horas después, cuando comenzaron las operaciones.

“1.300 millones de euros!!!!!”. La bandeja de entrada de Blesa se llenaba de exclamaciones. “Récord histórico de colocación en producto en UN solo día”, le contaba su equipo en un informe apresurado e informal. El arranque de la venta de preferentes había sido, se decía, “fulminante”.

El escepticismo personal de Blesa se tornó en euforia: “Qué notición. Enhorabuena”, dijo ante las primeras cifras. Paradójicamente, Blesa estaba en ese momento aquejado por una dolorosa hernia. “Qué barbaro”, dijo como respuesta al segundo informe al final del día. De las 2.057 oficinas de Caja Madrid se habían aprobado operaciones en 1.971; los resultados en una sola jornada habían alcanzado, dice el informe, el 48% de la mejor previsión comercial calculada para todo un mes.

“Lo que he aprendido es que si a los sindicatos no les gusta, probablemente es buen producto”, dice su número 2 esa misma semana en un intercambio ya eufórico de mensajes con Blesa. “Y eso que habíamos engañado a los clientes”, responde, sumándose al tono irónico, el presidente de Caja Madrid. Las preferentes, no cabía duda en la cúpula de la entidad financiera en teoría sin ánimo de lucro, se habían convertido en un éxito.

Blesa venció sus susceptibilidades personales y acabó inviertiendo al menos 150.000 euros de su patrimonio en este producto, aunque originalmente su asesora de inversiones le propuso que metiera hasta 250.000 euros. La documentación analizada no permite conocer si Blesa vendió sus preferentes antes de que el mercado se cerrase para este producto financiero fallido.

La relación favorable con CNMV sobre la “que no se puede decir ni opinar”

El papel de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) es una de las piezas clave a la hora de recomponer el puzle de responsabilidades por el fiasco financiero. eldiario.es sacó a la luz un documento en el que se refleja que el supervisor constató el incumplimiento de la ley en la comercialización de estos productos, con opacidad e inflando los precios deliberadamente. Decenas de miles de pequeños ahorradores y familias pagaron la imprudencia.

Sin embargo, el papel del supervisor ha sido muy cuestionado por haber otorgado el visto bueno a la emisión. Y precisamente, en su correspondencia, Blesa y Amat comentan el papel de la CNMV a la hora de sellar la exitosa emisión y analizan el diferente trato que el supervisor, entonces presidido por Julio Segura, da a la emisión de Caja Madrid y a la de La Caixa, que tienen lugar por la misma época.

¿Por qué “la CNMV nos ha favorecido un poco respecto al teórico”?, se pregunta retóricamente el director financiero en un mensaje a Blesa. Él mismo se responde: “En primer lugar por la mejor valoración que la agencia de ráting Fitch había hecho de la emisión”; pero, en segundo lugar, Amat se lanza a remarcar que “algo de valor le han dado (opinion muy personal) a que la relación a todos los niveles entre Caja Madrid y CNMV es mejor y mucho más fluida. Pero esto no se puede decir ni casi opinar. (me consta que la relacion entre CNMV y Caixa es tensa).”

La pelea con otros bancos por las emisiones de preferentes se extiende también a Banesto. La emisión del banco que dirigía Ana Patricia Botín sí sufrío un aviso por precio inadecuado. Amat lamenta con Blesa el poco escarnio público que se ha hecho de este varapalo y se lamenta: “Si se nos hubiera ocurrido hacer a nosotros: engaño a los clientes, tres páginas en El Mundo, etc, etc, quiza carta del Consejero. Es decir, senteciados publicamente y fusilados para conocimiento publico en la Puerta del Sol”.

La emisión de la caja madrileña colocó 3.000 millones de euros destinados a captar capital de calidad. Para ello, se utilizaban técnicas muy agresivas desde las sucursales, cuyos comerciales tenían objetivos y apuestas muy exigentes desde la central.

Blesa se implicó personalmente para “colocar” preferentes a la RAE

Miguel Blesa se convirtió en una potente arma de relaciones comerciales para convencer a los clientes más sui generis de que invirtieran en preferentes. Por ejemplo, la Fundación ProRAE, la fundación privada que financia la Real Academia Española de la Lengua ? que no es una institución pública como parece? y en cuyo patronato están todos los grandes nombres del primer mundo empresarial español: el Rey Juan Carlos, Emilio Botín... y Miguel Blesa, que entonces era vocal de la fundación.

La relación entre la Fundación ProRAE y la caja no era nueva: la entidad gestionaba las inversiones de la organización de apoyo a la Academia por valor de unos 16 millones de euros en 2007, según consta en los informes que el equipo de Blesa enviaba regularmente al presidente, que estaba al tanto de los movimientos en bolsa que hacia la banca privada de Caja Madrid en nombre de la Fundación ProRAE.

La cuestión es que Caja Madrid quería vender preferentes a ProRAE. La contable de la fundación había trasladado la propuesta a sus superiores, que no se pronunciaban. “Van a empezar a llamarme pesada por la de veces que lo he preguntado”, le explicaba al encargado de la gestión en Caja Madrid. Ante el bloqueo de la situación, los financieros sacaron el comodín del jefe: “Presidente, disculpa que te moleste pero requeriría (...) tu auxilio comercial”, le dicen a Blesa por correo el 29 de mayo de 2009. Su equipo le señalaba un nombre clave para ejercer la presión y “colocar” el producto: Ricardo Martín Fluxá, secretario de la fundación, diplomático y exsecretario de Estado de Seguridad con Aznar, habitual de los consejos de administración de grupos empresariales. Blesa contestó a aquel correo de su equipo apenas 6 horas después: “He hablado con Ricardo Martín Fluxá y se va a ocupar del asunto el lunes”.