Las patrullas de las tropas españolas, siempre con militares afganos, combinan seguridad, proyectos de apoyo civil y concienciación contra la insurgencia
MOQUR (AFGANISTÁN), 26 (De la enviada especial de EUROPA PRESS, Laura Caldito)
Las tropas españolas desplegadas en Afganistán están convencidas de que el país no puede estabilizarse por la fuerza y por eso combinan sus operaciones de seguridad, en las que ya trabajan siempre junto a los militares afganos, con proyectos de ayuda a la población y con un esfuerzo para concienciarla de que deben apoyar a las fuerzas de seguridad nacionales en su lucha contra la insurgencia. “Es imposible tomar Afganistán físicamente, esta guerra la ganará quien se gane a la población”, así lo explica el comandante Alberto Fajardo, jefe de un equipo de asesoramiento al Ejército afgano.
Esta triple misión se pone de manifiesto en las patrullas conjuntas que militares afganos y españoles llevan a cabo casi a diario por los alrededores del puesto de combate avanzado de Moqur, como la que han realizado esta mañana un grupo de 80 militares, a los que han acompañado el reducido grupo de periodistas que se encuentra empotrado con el contingente español en Afganistán.
Durante tres horas, una sección 'paracaidista' española y otra afgana, los dos equipos de asesoramiento y enlace que trabajan en la zona y un equipo cívico-militar (CIMIC) han recorrido cinco kilómetros a pie y han visitado varias poblaciones próximas a la base 'Rickets', acompañados también por el jefe de Inteligencia del Ejército afgano en la zona y el mulá del 'Kandak', con el que tratan de llegar a más vecinos de la zona.
En toda la patrulla, la vanguardia la han ocupado los militares afganos, seguidos de cerca por los instructores españoles, que manda el comandante Ivan Morgan, y los asesores que dirige el comandante Alberto Fajardo. Detrás y garantizando también protección a la patrulla, ha continuado la sección española. Fuertemente pertrechados, los militares españoles permanecen en alerta constante, porque son muy conscientes de que la insurgencia en esta zona está muy mezclada con la población local.
No obstante, tratan de que la iniciativa la lleven los militares afganos, que, por ejemplo, han sido los encargados de supervisar una zona próxima al río Moqur, en la que la insurgencia afgana suele colocar artefactos explosivos improvisados (IED), con equipos de detección.
En el recorrido, cada equipo se ha centrado en sus tareas, complementarias aunque diferentes. Así, el objetivo del equipo CIMIC era comprobar si habían sido reparados 13 pozos de agua potable construidos en tres poblaciones. Los militares españoles han contratado a una empresa afgana para que arregle un total de 135 pozos, un proyecto al que se han destinado 40.000 euros.
Según ha explicado a Europa Press el sargento primero Daniel López Lahoz, todos los pozos que se han visitado se habían arreglado, excepto uno que dejó de funcionar hace dos días. Los vecinos con los que han ido hablando le han asegurado que están muy agradecidos por esta ayuda, que les permite contar con algo tan básico y fundamental como el agua potable.
También han aprovechado para contactar con los vecinos los jefes de la base y de los equipos de asesoramiento. En Zargara, el comandante Fajardo ha hablado durante casi media hora con uno de los líderes del la población, un hombre con turbante, barba y sin una pierna que, según ha dicho, perdió luchando contra los muyahidines.
SIN SEGURIDAD NO HAY PROYECTOS
Con ayuda de un traductor, el comandante ha preguntado al hombre si había detectado movimientos de insurgentes en su aldea y, señalando al pozo construido con fondos españoles, le ha dejado muy claro que sin seguridad no habrá proyectos de ayuda en la zona. El hombre, apoyado en dos muletas insistía en que en su pueblo no hay insurgentes, pero no pueden controlar que en los de al lado se les dé cobijo.
“En Nurgil nos atacaron desde dentro de las casas, los ancianos de los pueblos de por aquí tenéis que hablar, uníos y oponeros a la insurgencia, porque si no, no podemos hacer nada. El problema es que si al otro lado del río no hay seguridad, la empresa no viene”, insistía el comandante, que además le ha recordado que cerca de esta aldea colocaron un artefacto explosivo contra las tropas.
Antes de despedirse, le ha pedido al anciano que colaboren con el Ejército afgano por su propio interés, porque los IED no sólo los pueden pisar las tropas extranjeras: “Entendemos que tengáis miedo, pero hacedlo por los niños, porque aquí si gana la insurgencia perdéis vosotros”.
ACCESO A LAS MUJERES 'KUCHIS' POR PRIMERA VEZ
La patrulla ha continuado su camino y ha llegado a un poblado 'kuchi', formado por nómadas que, aunque no muestran hostilidad hacia los extranjeros, son complicados para acceder. Este domingo, sus ancianos se han acercado a las tropas españolas y afganas, muy agradecidos porque hace unas semanas un equipo CIMIC les ayudó a frenar una epidemia de 'yala yala' -un virus gástrico que afecta a animales y humanos-- que les estaba diezmando el ganado del que subsisten.
La presencia de una intérprete y de la periodista de Europa Press ha permitido además que por primera vez se pudiera entrar en su campamento y en las tiendas ocupadas por mujeres, a las que no tienen acceso los militares. Tras pedir permiso a los ancianos, han podido charlar con las mujeres más mayores --las jóvenes se han ocultado tímidas y entre risas_ que han explicado que su mayor problema es el acceso al agua potable. Mientras tanto, los ancianos explicaban orgullosos que cada una tenía entre seis y ocho hijos y han asegurado que es fruto de lo “fértil” que es la tierra afgana.
Mientras las mujeres hablaban, el jefe de la Inteligencia afgano ha aprovechado para entablar contacto con el líder familiar del grupo, como ha continuado haciendo por los otros pueblos que se han visitado. Según explican los asesores españoles, la labor de los servicios secretos afganos es muy importante y se está desarrollando de manera eficaz, en cooperación permanente con los españoles.
Antes de volver a la base, la patrulla se ha cruzado con una pareja 'kuchi' formada por una muchacha adolescente y un anciano en una moto, que se ha detenido para pedir ayuda para el bebé que llevaban en brazos. El hombre se ha bajado de la moto y ha mostrado a los militares la erupción que tenía el niño en todo el cuerpo, mientras que la mujer se ha ocultado detrás de la moto, agachada y tapándose el rostro con el peculiar manto típico de su pueblo, que esconde sus rasgos con flecos que salen de la parte alta del grueso velo.
El jefe del contingente español en Moqur, el capitán Pablo Torres, les ha pedido que acudieran a la base para que le pudiera atender el equipo médico que dirige la comandante Yolanda Lorenzo. Poco después de que llegara la patrulla lo ha hecho la pareja con el pequeño Aladín, al que han tratado de la reacción alérgica, mientras no paraba de llorar.
También han proporcionado el tratamiento para los próximos dos días y han pedido a los padres que lo vuelvan a llevar a la base si no baja la alergia, aunque ya no será atendido por la comandante Lorenzo, sino por su relevo, porque esta tarde partirá a Qala-i-Naw, para regresar a España en los próximos días.
Poco después de que acabara esta patrulla, llegaba a Moqur el convoy desde Qala-i-Naw que les lleva comida y les soluciona las necesidades logísticas, mientras otra sección se preparaba para otra misión a pie por una zona diferente, pero con los mismos objetivos. Antes de marcharse, el jefe de la base se ha cruzado con algunos de los miembros de esta patrulla. “Tened cuidado”, les ha dicho. “Que tengan cuidados ellos, capitán”, le han respondido.