Una de las primeras víctimas de la pandemia de COVID-19 fueron las clases presenciales. Estudiantes de todos los niveles educativos en España tuvieron que abandonar sus centros formativos y volver a casa. Sin embargo, al igual que ocurre con el teletrabajo, el cierre de las escuelas no significa el fin de la educación, sino su transformación a un formato virtual y remoto que, muchos auguran, será su futuro.
“Este es un momento de transición”, asegura a esta redacción Alberto Arenaza, cofundador de Transcend Network, una compañía de asesoría e inversión que apoya el desarrollo de nuevos modelos de formación. “En un periodo de cinco a diez años, la educación online será el formato por defecto y, cuando queramos discutir algún tema en más profundidad, acudiremos a eventos en persona”.
Arenaza asegura que el periodo de confinamiento facilitará esta transición de dos maneras. Por un lado, la experiencia con la educación a distancia cambiará su percepción entre la población. Por otro, a medida que las universidades y los colegios implementen estas nuevas herramientas, Arenaza augura que “se crearán nuevos modelos de educación”.
La experiencia de Arenaza con la educación online viene de lejos. Aunque se graduó de uno de los programas de grado más selectivos del mundo – con una ratio de admisión de un 2% – nunca puso pie en una clase. Su universidad, Minerva, solo imparte clases virtualmente y los estudiantes se conectan desde ciudades de todo el mundo. Durante la carrera, los estudiantes rotan por varias ciudades, de Berlín a Hyderabad, integrándose en cada comunidad a través de experiencias profesionales y colaboraciones con organizaciones sociales.
La virtualización de las clases en España arranca desde una posición muy atrasada. Las herramientas digitales no están integradas aún de pleno en el modelo educativo, sino que se van desarrollando paulatinamente sin una estrategia claramente definida. Además, no todas las familias tienen los recursos necesarios para utilizarlas y los profesores están aún aprendiendo a implementar las nuevas tecnologías en sus asignaturas.
Viendo la necesidad urgente de que más de 1.000 millones de estudiantes empiecen a tomar clases online de calidad para atender al cierre de las escuelas por la pandemia, y basándose en su experiencia educativa y profesional, Arenaza tiene una serie de recomendaciones para que los profesores y demás responsables de la educación puedan sacarle el mayor partido al formato digital.
Su primera recomendación es que los estudiantes se responsabilicen más de las tareas de obtención de conocimientos, desarrollando un modelo más socrático y menos centrado en las explicaciones del profesor. “Muchas veces asumimos que el profesor tiene que impartir todo el contenido y explicar las cosas, pero en un contexto online hay tantas distracciones que se hace muy difícil la transferencia de una persona a otra como se hace en persona”, explica. En vez de pasar la mayoría del tiempo de clase dando contenidos nuevos, Arenaza recomienda que todo lo que pueda aprender un estudiante antes de entrar – o, mejor dicho, conectarse – a clase, que lo aprenda antes a través de vídeos, lecturas u otras experiencias. Así, el tiempo de clase se puede usar para discutir el contenido en profundidad y aclarar cualquier duda pendiente.
Durante el tiempo de clase, Arenaza recomienda hacer uso de las oportunidades que abre el formato digital para tener una clase más participativa. Por ejemplo, sugiere hacer encuestas entre los estudiantes de manera anónima y fiable para asegurarse de que el contenido ha quedado claro, dividir la clase en grupos de manera menos disruptiva que cuando se hace en una clase física o compartir la pantalla con un alumno para poder colaborar directamente en un proyecto.
Otra oportunidad que abren las clases virtuales es la de grabar fácilmente todas las clases. “Gracias a las grabaciones, tanto el profesor como el estudiante, tiene la tranquilidad de saber que puede ver la grabación después de clase”, dice Arenaza. Así, todos los participantes en la clase pueden involucrarse plenamente durante la sesión, volviendo luego a la grabación para para poner notas de participación o para tomar apuntes y repasar algún contenido.
Las clases online son una posibilidad gracias al desarrollo de las tecnologías de la comunicación, pero estas tecnologías tienen limitaciones frente a la comunicación cara a cara a las que el sistema educativo se debe adaptar para tener éxito. “Durante las clases físicas, una gran parte de la comunicación entre el profesor y los estudiantes es a través de la comunicación implícita, como los gestos, las expresiones faciales o el lenguaje corporal. Una parte importante de esta transición al mundo online es hacer explícita toda esa comunicación implícita”, dice Arenaza. Para mejorar la comunicación online con los estudiantes, los profesores pueden, por ejemplo, hacer preguntas periódicamente para asegurarse de que están siguiendo la lección en vez de leer el lenguaje corporal de los estudiantes como harían en clase. Arenaza recomienda también determinar de manera muy clara el funcionamiento y los objetivos de cada ejercicio y cada clase.
Del lado de los estudiantes, Arenaza recomienda que se aseguren de tener un espacio de estudio donde tengan pocas distracciones. Lo ideal es tener una mesa ordenada y designada para el estudio, pero también se puede experimentar con posiciones de estudio diferentes para mejorar la concentración, como, por ejemplo, trabajar de pie elevando el ordenador sobre la mesa.
Arenaza subraya también la importancia de mantener las relaciones sociales con los compañeros y los profesores durante este tiempo de confinamiento. “De nuestro tiempo como estudiantes, a menudo no nos acordamos tanto de las clases que tomamos como de las amistades que creamos”, dice. Para los estudiantes españoles actualmente confinados, él confía en que la educación online sea solo una cuestión temporal y que puedan recuperar pronto sus relaciones en persona, pero recomienda que se creen momentos distendidos tanto antes y después de las sesiones virtuales como en otros momentos del día para que haya oportunidades de relacionarse con los profesores y se refuerce la comunidad de los estudiantes.