Espacio de opinión de Canarias Ahora
TOMA DE TIERRA
La esperanza según Bach
Bach nunca es noticia, pero siempre está de moda. Quizá en eso acertó Chillida al dedicarle las palabras: “Moderno como las olas/ Antiguo como la mar/ Siempre nunca diferente/ pero nunca siempre igual”.
Para emocionarse con Bach no hace falta ser un apasionado por la música clásica, ni siquiera por la música. Solo hace falta no haber perdido la pasión ante las cosas esenciales de la vida. No hay columna más inútil de opinión que una sobre Bach de alguien que no es experta, pero si tiene que ser de algo esta columna que sea de esperanza. Esta mañana antes de llegar a la redacción y mientras el café me consumía, hacía zapping a canales de noticias del fin del mundo: un genocidio en un canal, una guerra en otro, un incendio sin bomberos que devora el decorado del mundo. En la guagua, cambio de registro, acompaña Kapuściński con alguna lectura, esta sobre la guerra de Angola, habla de descendientes de aquellos esclavos que se limaban o arrancaban de raíz los dientes para no ser esclavos. Cierro el libro. “Siéntese aquí señora, que usted va con el niño”.
En mi puesto de trabajo lo vuelvo a intentar y pongo la radio, porque los periodistas tenemos cierta adicción al autoboicot, pero me equivoco y pillo un canal de música clásica, todo un canto a la esperanza en estos tiempos, si me lo permiten. Sonaba La Pasión según San Mateo, uno de los oratorios más aclamados del compositor. Escuchándolo seguramente y conociendo el estilo literario de quien escribe mi vida, me elevé dos palmos del suelo hasta que me sorprendió mi compañero Iván Suárez y aunque no sé quién es el escritor que relata su vida, sé que lleva Tribunales, tan provisto de realismo mágico, y no se sorprendió. Entró agobiado porque él aún estaba en los canales del terror de la primera hora de la mañana y le dije “Escucha, escucha” y remontamos el día a primera hora, cada uno con lo suyo, hasta que ahora le cuente que le nombré en una columna sobre Bach.
La única conclusión sería que si algo tan frágil como la música pervive casi 300 años en sus términos, la esperanza no debería ser diferente. El amor a Bach y la esperanza son universales, nos recuerda que en lo esencial estamos de acuerdo y que la muerte nos interpela del mismo modo: nos emociona, nos aterroriza, nos conmueve. A San Mateo la de Jesucristo, a nosotros las de nuestros contemporáneos, mártires o no. Porque la muerte de cualquier humano, como decía John Donne, nos disminuye. Será por eso que Hemingway escogió esos versos para el título y el prólogo de su obra más celebrada que aún repica en la conciencia de todos.
Si tienen ocasión, y aunque sientan que hay algo más urgente que hacer, vayan a alguna de las dos catedrales canarias esta semana y escuchen el mensaje centenario de Bach. Para que en el camino de alzar la voz y sostener en una mano nuestro medio pan y en la otra un libro, el alma no muera. Porque tras demostrar que somos capaces de informar y de desinformar, como Penélope por las noches, es tiempo de poner de moda la esperanza y a Bach en las portadas. Perdonen si les ha parecido una intromisión, pero, ¿acaso no es el periodismo utilizar cualquier excusa para recordar en colectivo aquello que nos hace humanos?
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