El historiador Miguel A. Martín González, promotor de la Asociación Iruene y especialista en la cosmovisión de los primeros pobladores que colonizaron Canarias, defiende que la religión de los antiguos canarios “tenía un patrón común a todas las islas”, unas creencias “directamente relacionadas con la naturaleza” y conectadas con el firmamento, “con el cielo”. “Al igual que otras culturas antiguas”, defiende Martín, los guanches “tenían un conocimiento de los movimientos del sol y de algunas estrellas”, todo ello producto “de la observación del cielo”. De todo esto y de mucho más, con ejemplos bien estudiados de yacimientos arqueológicos de carácter astronómico, versa La memoria de lo sagrado, Antiguos Canarios, última obra del investigador palmero, editada por Bilenio Publicaciones.
El libro se ha presentado esta semana en Gran Canaria, el miércoles en Las Palmas y el jueves en el centro cultural Federico García Lorca, en un acto patrocinado por la Concejalía de Educación del municipio de Ingenio y organizado por el colectivo El Legado: Cultura y Patrimonio.
“Nos hemos acostumbrado”, señala Martín, “a que los grandes descubrimientos de la antigüedad se basen exclusivamente en la materialidad (templos, casas, esculturas, pinturas, momias y todo tipo de objetos). Todos estos elementos se originan mentalmente, en la memoria colectiva de los pueblos que los producen. Quizá esta sea nuestra principal aspiración al abordar este libro con una mirada diferente, sin prejuicios, superando los convencionalismos, proponiendo datos verificables”.
Para Bilenio, “esta publicación profundiza en la experiencia de lo sagrado, se fundamenta en el misterio de lo que trasciende lo humano, en concepto donde la religiosidad experimenta lo cognitivo y lo emocional, variable en cada isla”.
Canarias, según el autor de La memoria de lo sagrado, presenta “diferentes formas expresivas (variantes insulares) de arquitecturas, elementos materiales diversos, manifestaciones rupestres tipológicamente diferenciadas… Pero eso, es tan solo el cascarón, porque las ideas elementales o arquetipos presentan un sustrato común que heredamos del norte de África. La base de la religiosidad de los antiguos canarios parte de la observación de y en la naturaleza, del cosmos y su aparente movimiento, animista y politeísta, con cultos a los antepasados, sin importar el grado de complejidad socioeconómica, política y tecnológica. Por ello, no podemos añadir una etiqueta simple más allá de su propia heterogeneidad conceptual”.
El periodista y escritor Luis Socorro, especialista en patrimonio cultural de los amaziges de Canarias y colaborador de Canarias Ahora-elDiario.es, se encargó de presentar al historiador Miguel Martín en Ingenio. El reportero destacó dos aspectos del investigador: Rigor y valentía. “Rigor porque esta obra, producto de muchos años de trabajo y observación in situ en yacimientos arqueoastronómicos para verificar fenómenos astrales con ayuda de sofisticados programas astronómicos, tiene más de 250 citas bibliográficas”, aunque algunas, matizó Socorro, han sido confirmadas empíricamente y otras no. Y valentía “porque son muy pocos los historiadores y arqueólogos que se atreven a navegar por las arenas movedizas de la religión, de la cosmovisión, de la idiosincrasia cultual de los guanches”.
La existencia de ciertos patrones territoriales, sostiene el fundador de Iruene, “nos permite advertir que cada uno de los lugares, elegidos como puntos fijos, disponen de una conexión directa con lo celestial; se convierte en un umbral que conecta directamente con el cosmos a través de un punto de ruptura o manifestación de lo sagrado sobre un elemento topográfico relevante en sincronía con la irrupción de una hierofanía establecida por los posicionamientos solares en los tiempos considerados sagrados (solsticios y equinoccios). Estos patrones, de orden espacio-temporal, sirven para identificar conceptos socialmente aceptados de la religiosidad de nuestros antepasados”.
La obra editada por Bilenio, fundada en 2005 por los agentes y activistas culturales Verónica García Melgar y Juan Carlos Saavedra, se puede adquirir en todas las librerías del Archipiélago.