Ani dice “yo no he sido”

“Yo no he sido, yo no he sido”, clamaba este martes Ani Oramas en conversación con varios periodistas en el patio del Congreso, dando respuesta a un tuit de Pablo Iglesias en que la incluía entre los diez diputados nacionalistas anónimos (y que se presumen de la antigua Convergencia i Unió y el PNV) que se habían sumado a los acuerdos entre el PP y Cs para la Mesa del Congreso. “¿Pero qué íbamos a ganar nosotros con eso si nuestro voto no era necesario?”, se explicaba.

Y es que la sesión constitutiva del Congreso de este martes no fue exactamente un dejavu respecto a lo ocurrido hace seis meses. No, lo de este martes no fue el día de la marmota, tanto porque el tórrido calor a que en estos días Madrid vuelve a estar sometido no es comparable al gélido enero, como por detalles tan sutiles como que Carolina Bescansa se dejara esta vez el niño en casa. O porque Vicky Rosell, o Paco Spínola... o José Manuel Soria ya no sean diputados. Pero no solo por todo eso.

La repetición de la jugada ha sido distinta esta vez al constituir la Mesa, porque en vez de aislar los otros tres partidos nacionales a Podemos, como sucedió en enero, el PP y Cs prefirieron pactar sin el PSOE, dizque, sobre todo los de Ciudadanos, porque los socialistas no tuvieron interés en juntarse con ellos y querían hacer una exhibición de la fuerza que aún tiene Pedro Sánchez para lograr una mayoría alternativa. Y es que, entre otros clarísimos efectos de la subida en escaños del PP, figura el que se haya alejado casi totalmente del escenario la posibilidad de una Gran Coalición. Al PSOE y al PP nunca les hizo mucha gracia, pero es que Cs, que otrora fue su principal valedor, ya ni siquiera la busca con la misma fe y no tiene ningún inconveniente en pactar con el PP, aunque se desdiga de su promesa de no hacer presidente del Congreso al mismo que probablemente presida el Gobierno.

Eso sí, los que parecen destinados a ser oposición, PSOE y Podemos (por no hablar de nacionalistas de variado pelaje), siguen sin estar bien avenidos. ¿Cómo poder pensar siquiera en mayorías alternativas en esas circunstancias? Sólo se decidieron a unir fuerzas para la presidencia del Congreso para la segunda votación, pero manteniendo cada uno su candidatura -Patxi López y Xavi Domenech- en la primera, y el acuerdo no llegó hasta unas horas antes y una vez que ya se había conocido el cierre del acuerdo de Rivera con Rajoy para apoyar a Pastor. Siguen sin entenderse y con muchísimos resquemores mutuos (y buena muestra de ello fue la bronca con alusiones a la pinza de Anguita y Aznar y el Gal de González que los diputados Monereo y Zaragoza protagonizaron en el hemiciclo durante la promesa del primero), y cada uno va a su bola, cual dos líneas paralelas. Pero hete aquí que con lo que seguramente no contaban ni socialistas ni podemitas es con que los nacionalistas del PNV y la antigua CiU a los que tanto han cortejado en el pasado -y con un coste electoral, en el caso de los socialistas, bastante elevado- se les fueran a rajar hoy y respaldaran de modo discreto el acuerdo de Rivera con Rajoy. No solo presentaron una candidatura propia con Francesc Homs, sino que en la segunda votación su abstención fue básica para que Pastor alcanzara la Presidencia. Después, en la de las vicepresidencias y secretarías quedó claro al realizarse el escrutinio que incluso dieron un paso más, al contabilizarse 10 votos indeterminados en favor del acuerdo entre el PP y Ciudadanos. Lo que se entiende mejor si se conoce que la antigua CiU reconvertida en Partido Democrático Catalán precisa de una interpretación flexible del reglamento para tener grupo propio al no haber conseguido el 15 por ciento que se exige. O que el PNV tiene también problemas de ese tipo en el Senado y, pese a ello, ha conseguido entrar allí en la Mesa.

Y no, efectivamente, todo parece indicar que Ani Oramas y CC “no han sido”. Aunque se trate, en fin, de cambalaches ya conocidos y que uno vivió varias veces de cerca en relación a CC en pasadas legislaturas que ya quedan algo antañonas y se pierden en la noche de los tiempos. Porque lo cierto es que en la época de mayor auge de nuestros nacionalistas isleños nunca tuvieron en las urnas los 5 escaños para formar grupo propio que reglamentariamente se exigen. ¿Nueva política? ¿Buena? ¿Nova ma no bona?

Eso sí, nos guste o no, en el nuevo hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo va a haber un menor peso de Coalición Canaria. Y aunque el escaño de Ana Oramas (y el de Quevedo) siga teniendo gran valor estratégico en la Investidura de Rajoy, podría incluso llegar a ser innecesario si hubiera una abstención de la antigua CiU y Ciudadanos votase a favor, tal como ha sugerido el socialista Antonio Hernando. Claro que “eso es muy difícil que ocurra, porque el PP y CiU no se van a entender”, anticipa la tinerfeño- londinense Melisa Rodríguez, de Ciudadanos, al tiempo que insiste en que su partido no se va a desviar de la previsión establecida de conceder a Rajoy, todo lo más, una abstención en segunda votación. ¿Pero qué puede pasar en una tercera semanas después?

Y es que la sensación predominante en la Carrera de San Jerónimo en cualquier corrillo la mañana de este martes es que Rajoy terminará siendo presidente aunque tenga que currárselo bastante. Y en ese sentido es curiosa la sensación que uno respira al oír hablar a socialistas como Chano Franquis: parecen empeñados en que Rajoy sea presidente cuanto antes para librarse de la presión de que alguien les acuse de ser los responsables de unas terceras elecciones. No, va a haber poco lugar y ganas para experimentos, y en la orilla contraria, a los del PP se les ve contentos y risueños. Y algunos, como Pablo Matos, incluso te dicen mientras se fuman un cigarro que José Manuel Soria “ha sido uno de los tíos más brillantes que ha dado la política en Canarias y es una pena que no siga”.

Eso sí, si por algo se recordará esta época en el futuro, es por el colorido que le están aportando los diputados de Podemos. Entre los canarios, a Mery Pita se la vio hoy con ganas de sacar a la luz realidades de nuestra tierra que no siempre han estado presentes en el hemiciclo debidamente y en su promesa de acatamiento constitucional incluso echó mano de unos versos de Pedro García Cabrera. Aunque, todo hay que decirlo también, pasada la novelería las rastas de Alberto Rodríguez impresionan ya cada vez menos al resto de señorías.