Fernando Bañolas (Santa María de Guía, 1964) no es un animal político a la vieja usanza, porque para serlo es necesario carecer de humanidad y este candidato al Congreso de los Diputados por la provincia de Las Palmas sabe donde termina la política y empieza la relación con la gente. El secreto es que utiliza como nadie instrumentos cercanos, como la escucha activa, el mismo remedio que recetó como médico de familia durante más de diez años en su consulta del municipio grancanario que le vio nacer, donde ejerce como alcalde desde 1999, encabezando las filas de Coalición Canaria (CC).
Todos los que lo conocen coinciden en su carácter tranquilo, que él siempre ha creído que se forjó mientras lidiaba con su gordura. Un rasgo virtuoso para la mayoría de las facetas de la vida, pero cojo para el ring que enfrenta a los púgiles políticos que defienden a ciegas las consignas de los partidos y se tragan o ignoran a los profesionales con empatía. A esa lucha llega el alcalde guiense con otras dos armas: la falta de paciencia y su tono reivindicativo, que utilizará para defender el manual de los eslóganes de CC, que hace suya 'la voz de Canarias'.
Bañolas es el último cartucho del partido, que aún no se ha recuperado del batacazo de las últimas elecciones. Él es la esperanza de los suyos para recuperar la confianza de los ciudadanos y la llave para evitar nuevas escisiones, ya que es un fiel defensor de la unificación del nacionalismo canario de cara a la tribuna nacional. Una visión que alaban algunos contrincantes políticos, hasta el punto que creen que se ha equivocado de partido.
Por lo pronto, Bañolas ondea la bandera de CC y anima a los jóvenes a unirse a Coalición, porque considera que ellos son más presente que futuro. Con ellos desea rascar escaños a sus oponentes, Marino Alduán de Nueva Canarias, Juan Fernando López Aguilar (PSC) y Carmen Guerra (PP).
Como estrategia para ganarles en las elecciones, CC vende una idea nacionalista con un toque neoliberal, caracterizado, entre otras cuestiones, por defender la privatización de ciertos servicios, todavía públicos. Precisamente como alcalde ya tiene experiencia en poner en práctica la teoría, los próximos días estudiará los resultados de la empresa privada que pasó a gestionar el yacimiento del Cenobio de Valerón, el primer traspaso de competencias de este tipo de un punto turístico en las Islas. Algo novedoso que suena a dinero, como aquella iniciativa de ofrecer suelo del municipio para construir la nueva cárcel y que no llegó a nada porque quiso escuchar primero a todos los vecinos que le obligaron a rendirse con un “no” rotundo a su proyecto.
Su mandato en Guía no acabó con aquella propuesta y no lo hará si consigue un escaño en Madrid, aunque sentarse a escuchar en el comedero de leyes significará multiplicarse por cuatro si añadimos las funciones de marido y padre. La fórmula del don de la ubicuidad la mantiene en secreto o no existe.
En principio, su candidatura no gusta a su entorno más personal, porque hay quien cree que perderá la virtud de ofrecer una cercanía al cien por cien si consigue un escaño. Ya se verá, aunque no sería la primera vez que combina la Alcaldía con otro cargo de peso: el año pasado presidió la Mancomunidad del Norte, si bien en esa ocasión trabajaba en casa.
Muchos le describen como realista y, si repite la actual composición de Gobierno en el Congreso, Bañolas tendrá que hacer la maleta para Madrid a lidiar con los asuntos de todos.