En el cielo nocturno del planetario natural que se contempla desde Canarias, fiel a su cita anual, ha hecho estos días de nuevo su aparición una estrella sumamente deslumbrante. En septiembre, con la puntualidad del reloj cósmico que marca el ritmo del universo, ha comenzado la mejor época para observar a simple vista, antes del amanecer, suspendida en el sur del horizonte sideral, a Canopo, la segunda estrella más brillante del hemisferio norte (la primera es Sirio). Este objeto estelar no es visible desde ningún lugar del continente de Europa.
Canopo era el cuerpo celeste más idolatrado por los primeros pobladores de las Islas, sostiene el prehistoriador Miguel Martín, experto en astroarqueología. Desde el Archipiélago, en el citado punto del infinito boreal, se puede contemplar, si la noche está despejada, a partir de la citada fecha, hasta los primeros días de mayo, “justo el periodo de lluvias en Canarias”, subraya Martín. Los pueblos primitivos, recuerda, la consideraban “la madre de todas las estrellas”.
Entre las investigaciones llevadas a cabo en los últimos años por Miguel Martín destaca un estudio sobre el culto de la estrella Canopo entre los antiguos pobladores de Canarias.
Los awara, sostiene, “dominaron el conocimiento astronómico como pilar del conjunto del saber sagrado, aquel sobre el que se sustentaba su mundo”. En este sentido, sintetiza, “la observación del cielo fue una importante disciplina de aprendizaje”. Asevera que “realizaron sus consideraciones para dar sentido a la vida”.
Destaca que “fueron grandes observadores de los movimientos de los elementos del universo y, en su afán de coordinar las acciones terrestres con las celestes, dejaron constancia de sus observaciones astronómicas y de sus ideas cósmicas” en la orientación de sus “construcciones y en la iconografía de su sistema ritual” que, precisa, “resalta la necesidad de situarse en un mundo organizado cósmicamente”. En las islas de La Palma, La Gomera y El Hierro, remarca, “la mediciones de campo (prehistoria de la posición astronómica), nos han confirmado una especial vinculación con la estrella Canopo”.
Situada a 313 años luz de la Tierra
Canopo, detalla, “es una estrella supergigante blanco-amarillenta”. Está situada “aproximadamente a 313 años luz de la Tierra y su diámetro es treinta veces más grande que el del Sol”. Asimismo, enfatiza, “su luminosidad es 12.000 veces” mayor que la del astro rey. Es conocida, abunda, desde la antigüedad como la Estrella de Osiris.
Hace miles de años, señala, “los humanos observaron que los puntos brillantes que adornaban el cielo por la noche se movían”. La intuición de este orden estelar, agrega, “se afianzó y comenzó a relacionarse con los cambios del tiempo”. Así, prosigue, “la posición de las estrellas permitió predecir cuándo iban a llegar las estaciones, el esperado período de lluvias, marcar el momento del apareamiento de los animales, de la siembra?”.
Astronomía aborigen de La Palma
Según expuso en su día el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) con motivo de una exposición sobre la investigación estelar en La Palma, “en la cultura de los pobladores prehispánicos de la Isla, los benahoaritas, existe una relación entre los ritos sagrados y la Astronomía”. Los citados habitantes, apunta, “subían a las cumbres en busca de respuestas a cuestiones que hoy se siguen indagando con los grandes telescopios”. El Roque de Los Muchachos era “una de las montañas mágicas favoritas para realizar estas prácticas ancestrales”. En la actualidad, la cima de La Palma acoge el principal observatorio estelar del hemisferio norte europeo.
Los primeros astros empezaron a brillar, según estiman los científicos, aproximadamente, 400 millones de años después del gran estallido cósmico (Big-Bang). Desde entonces, sin duda, ha llovido lo suyo, pero la inmensa mayoría de los enigmas que encierra la bóveda celeste sobre la creación permanecen ocultos.