Feijóo elogia las “buenas prácticas” de José Manuel Soria en vísperas de entrar en la cárcel el exjuez corrupto con el que se compinchó

Carlos Sosa

19 de octubre de 2022 21:51 h

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Ocurrió en Las Palmas de Gran Canaria, la ciudad de la que fue dos veces alcalde José Manuel Soria López. Ante un nutrido auditorio de afiliados y afiliadas que lo aclamaban como próximo presidente de España. Alberto Núñez Feijó presidía el primer acto de la convención autonómica del Partido Popular en las islas, dando la bendición al nuevo presidente local de la formación, el tinerfeño Manuel Domínguez. En la primera fila del inmenso salón de la Institución Ferial de Canarias (Infecar), José Manuel Soria aplaudía con entusiasmo, y todas las miradas se fijaron en él cuando Feijóo hizo mención expresa a su persona desde el escenario: “Canarias también ha sido referente de buenas prácticas, con buenos alcaldes, presidentes de cabildos y ministros como José Manuel Soria, al que agradezco su presencia”, proclamó el gallego antes de que todo el auditorio corroborara sus palabras con una cerrada ovación.

Las alabanzas a Soria se lanzaban el domingo 16, a menos de 48 horas de que el exjuez corrupto Salvador Alba Mesa ingresara en la prisión del Salto del Negro, en la misma ciudad en la que Feijóo habló a los suyos. Alba entraba por fin a cumplir condena, la que dictó una sentencia en la que el nombre de José Manuel Soria aparece una decena de veces. “Don Salvador Alba, mediante este acuerdo, conseguía información lesiva para la imagen pública de doña Victoría Rosell, así como para incrementar las posibilidades de que fuera admitida a trámite la querella interpuesta ante el Tribunal Supremo por don José Manuel Soria, en el procedimiento penal promovido por este contra la entonces diputada señora Rosell, querella pendiente de admisión a trámite en el Tribunal Supremo”, se puede leer en la sentencia.

No es baladí que Feijóo elogie ahora a José Manuel Soria. El último episodio público que protagonizaron sitúa al hoy presidente nacional del PP vetando al canario para su candidatura al Banco Mundial, el postrer favor que le quiso hacer el gobierno de Mariano Rajoy cuando tuvo que dimitir al descubrirse que mantenía abiertas cuentas en paraísos fiscales para la gestión de sus negocios familiares. A Feijóo le parecía inoportuna esa candidatura, y se abrazaba a las palabras que por aquel entonces, primavera de 2016, pronunciaba el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. “Un presidente, un ministro, no puede tener ninguna cuenta en ningún paraíso con independencia de que no incumpla la ley, porque los ciudadanos no entienden que un político gestione los impuestos de todos y tenga intereses comerciales fuera de su país”, recalcó el presidente gallego.

Entonces, ¿a qué “buenas prácticas” pudo haberse referido Núñez Feijóo cuando alabó las de José Manuel Soria? Imposible de escrutar porque lo dijo durante un mitin, sin posibilidad de interrumpirlo para preguntarle. Junto a José Manuel Soria, en aquel acto del domingo, estaba sentado Asier Antona, la persona que lo sustituyó al frente del Partido Popular de Canarias cuando el exministro de Industria se vio forzado a dimitir. Porque además de su cargo en el Gobierno, Soria abandonó también su escaño en el Congreso de los Diputados y su puesto al frente de los populares canarios.

Antona, ya investido, quiso romper con el pasado, con viejos atavismos que unían de modo que parecía inexorable a su partido con Coalición Canaria. El dirigente palmero frustró el último pacto posible entre ambas fuerzas cuando se negó a aceptar la propuesta envenenada que lanzaron a García Egea y a Pablo Casado los nacionalistas en las negociaciones de 2019 para que la presidenta de la Comunidad Autónoma fuera la número 2 del PP, Australia Navarro, colocada como florero, muy al gusto del partido de Fernando Clavijo.

Antona se resistió al matonismo de Teodoro García Egea, brazo ejecutor de Pablo Casado, y no prosperó el Gobierno que pretendía CC, así que lo colocaron como senador por la Comunidad Autónoma como premio de consolación cuando lo echaron de la presidencia para colocar a la mencionada Australia Navarro en su lugar. Hasta la reciente rueda de congresos por aclamación que, en el caso de Canarias, elevó a ese puesto al exalcalde de Los Realejos, Manuel Domínguez.

A Soria aquella escaramuza, que permitió el primer gobierno de izquierdas en tres décadas en Canarias, le sentó a cuerno quemado. Desde 2016 se dedica a los negocios puros y duros y el ecosistema no es el mismo según quién gobierne en Canarias. Ahora se dedica precisamente a eso, a los negocios: es miembro del consejo de administración de la distribuidora automovilística Grupo Domingo Alonso; socio para Canarias de la potente consultora Grant Thorton; senior advisor de Alantra Corporate Finance, también dedicada al asesoramiento a grandes compañías e instituciones, y, paradójicamente, presidente de Island Green Power Spain, una compañía dedicada a la energía fotovoltaica, sector que él frenó dramáticamente durante su etapa de ministro con el siempre recordado impuesto al sol.

Hace meses que abandonó su retiro voluntario de la primera línea de exposición social. Cada vez que puede participa en actos de resonancia pública, especialmente empresarial. Se le ha visto recientemente en una charla con Daniel Lacalle, uno de los economistas inspiradores del PP; en un encuentro con el Círculo de Empresarios de Lanzarote o en un acto de la Cadena Ser en Las Palmas con la alta dirigencia del PP regional.

Algunos hitos de buenas prácticas de José Manuel Soria

Sólo durante su paso de ocho años por la alcaldía de Las Palmas de Gran Canaria (1995-2003), José Manuel Soria protagonizó algunos hechos notables que aún hoy adornan el paisaje de la ciudad. Estas son solo algunas de esas buenas prácticas de las que los asesores canarios de Feijóo no se han percatado.

Las torres del Canódromo. José Manuel Soria autorizó una operación urbanística claramente especulativa en uno de los barrios más populosos de la ciudad, Schamann. Lo hizo mediante un convenio anulado por la justicia por el que se convertía un suelo dotacional en residencial. Dos soberbias torres de 120 viviendas de lujo con espectaculares vistas sobre la bahía de la ciudad pero en una zona de clase baja con escasas dotaciones comunes. La genialidad fue declarada ilegal por los tribunales de justicia, y ahí siguen las dos torres levantadas, sin acabar, pendientes de que entre todos paguemos la cuantiosa indemnización que exigirá la promotora después de sucesivas sentencias contrarias.

La Biblioteca Pública del Estado. Junto al parque de San Telmo, en un suelo calificado como verde y cultural por el Ayuntamiento, José Manuel Soria se empeñó en levantar una biblioteca pública pagada con fondos del Estado. La idea era genial, si no fuera porque en el sitio lo prohibía el plan general de la ciudad, que posteriormente fue cambiado a ver si así se podía engañar a los jueces. Los vecinos que perdieron la primera línea de sus casas, que iban a ver un parque y no un edificio, llevaron el asunto a los tribunales. La biblioteca sigue ahí, aunque el Supremo ha ordenado su derribo. Solo una indemnización millonaria a los afectados puede salvarla.

Una desaladora inservible por 75 millones. Con Francisco Álvarez Cascos como vicepresidente y ministro de Fomento del Gobierno de Aznar, Jose Manuel Soria pactó el disparate más grande de cuantos adornan el litoral de las Islas Canarias: una desaladora de agua de mar que costó 75 millones de euros y que jamás se ha podido poner en marcha. A pesar de las advertencias de los técnicos municipales y del ministerio, Soria y Álvarez Cascos promovieron la instalación de una potabilizadora por compresión de vapor alimentada por fuel con unos niveles de consumo imposibles de asumir por la empresa mixta que se ocupa del ciclo integral del agua en la ciudad. Emalsa, que así se llama, se negó a recepcionarla porque los costes le obligarían a incrementar enormemente el recibo a los usuarios. La planta sigue ahí.

La Favorita. A la salida de la ciudad hacia el centro de la isla se levanta la que antaño fuera fábrica de tabacos La Favorita, propiedad del afamado empresario Eufemiano Fuentes. Cerrada y abandonada desde hacía décadas, empresarios del entorno de Soria pusieron en ella sus ojos cuando se enteraron de que el Ayuntamiento buscaba grandes naves industriales para alojar los almacenes y los talleres municipales. El más avispado de esos empresarios, Santiago Santana Cazorla, hizo lo que comúnmente se conoce como un pase: compró por cinco millones el inmueble y en menos de un año, concurso mediante, se lo colocó al Ayuntamiento por 12 millones de euros. La polémica incluyó, para que no faltara de nada, un viaje del entonces concejal de Hacienda a Suiza, donde se detectó la existencia de una cuenta a nombre de la empresa propietaria, Calle Cervantes, S.A. El edificio, para colmo, estaba gravemente afectado por aluminosis.