López Aguilar : “Quiero liderar una restauración del PSOE como columna vertebral de la izquierda en Canarias”

Macame Mesa

Las Palmas de Gran Canaria —

El eurodiputado Juan Fernando López Aguilar es consciente de la crisis a la que se enfrenta el Partido Socialista (PSOE) en España y de que “en estos momentos no hay ni una federación del partido en perfecto estado de revista”. De hecho “hay una extensión del síndrome de las gestoras frente a ejecutivas dimisionarias”. Algo que no sólo ha ocurrido en Ferraz, sino también en Canarias con la marcha del hasta ahora secretario general, José Miguel Pérez.

López Aguilar no descarta presentarse al cargo, para “liderar una restauración del Partido Socialista en su capacidad de ser la columna vertebral de la izquierda en Canarias y en todas partes”.

En una extensa entrevista con Canarias Ahora, afirma que “en ningún caso puede ser un liderazgo que, habiendo contado con una facción del partido, crea que por haber obtenido una mayoría se puede permitir formar una ejecutiva exclusivamente con los leales, los fieles o los feudos que le han prometido lealtad, prescindiendo de todo lo demás y casi deseando que esto último se borre del mapa”.

Se nota que ha habido un auge de los extremismos en Europa, sobre todo de los de ultraderecha. ¿A que cree que se debe?

La Unión Europea está sumergida en la peor crisis de su historia y ninguno de los episodios de esta crisis cronificada es independiente ni autónomo de los demás. Sólo la terapia abyecta que se ha aplicado al manejo de la crisis, que ha tenido un devastador efecto antisocial, explica que hayamos ido encadenando episodios de la crisis sin resolver ninguno y empeorando cada uno el anterior. Pero el hilo conductor es una demolición del modelo social europeo que ha exasperado las desigualdades y encabronado a los que se sienten perjudicados. Entre ellos, los sectores más vulnerables. Buena parte de los tradicionales votantes de los partidos socialistas y socialdemócratas han sido abandonados a su suerte y hecho más vulnerables que nunca, por tanto, a un discurso simplificador de lo complejo que ofrece chivos expiatorios a su malestar. Éste es el denominador común del populismo.

Hay distintas variantes de populismo. Los hay que se quieren de extrema derecha reaccionaria y los hay que se pretenden de izquierda antisistema, pero el hilo conductor es la simplificación de la realidad y la búsqueda de chivos expiatorios. El caldo de cultivo es la regresión nacional, que está traicionando los objetivos del Tratado de Lisboa que Europa dijo proclamar y que están siendo incumplidos clamorosamente. Esta regresión nacional está estimulando el crecimiento social y consiguientemente electoral de las actitudes nacionalistas, normalmente de extrema derecha, pero no sólo: soberanistas que pretenden la utopía distópica de que desenchufando de todos los demás e incluso de la globalización irá mejor. Normalmente es la desembocadura, pero lamentablemente es una actitud errónea. No subestimo la responsabilidad de la socialdemocracia en lo que está pasando, pero creo que su deber es denunciarlo y combatirlo activamente, como lo he hecho yo desde el minuto uno de esta crisis.

¿Es el Brexit el principio o la Unión Europea tiene todavía solución?Brexit

Estamos en una cuenta atrás, fatídica a estas alturas. Se lo he dicho a Juncker en el debate sobre el estado de la Unión, que a mi juicio es pésimo, porque amenaza con empeorar. Si no somos capaces de revertir la trayectoria catastrófica que está en curso en el manejo de la crisis desde 2008 hasta la fecha, las elecciones del 2019 serán el aldabonazo de la implosión de la Unión Europea. Todavía estamos a tiempo, pero es la última oportunidad. Si no somos capaces de combatir la crisis con medidas anticíclicas- en lugar de procíclicas – si no somos capaces de compensar el sacrificio presupuestario con unas cuentas europeas con recursos propios, capaz de estimular la inversión, el crecimiento y consiguientemente la generación de empleo y esperanza para los más jóvenes, Europa va a sufrir una desagregación y una disolución de la cual ya hay síntomas muy alarmantes.

El Reino Unido, por primera vez un Estado que ha sido miembro, se va. Pero es que además hay estados díscolos que no están siendo castigados, mientras que la Unión Europea a través de sus instituciones - sobre todo la Comisión y el Consejo – se ensañan con los que tienen dificultades por más sacrificios que hayan hecho. Como ha sucedido con España y Portugal. Hemos celebrado en los últimos días que la CE haya renunciado a imponerle un multazo a España e incluso a recortarle los fondos estructurales. La subversión de la solidaridad por la que ahora se castiga suspendiéndo las ayudas y la cohesión al país que hace sacrificios, cuando antes era lo contrario. No, este no es el fin de la historia. Todo esto lo hace la Unión europea condicionadamente a que España recorte 5.500 euros en los presupuestos de 2017, 10.000 en los de 2018 y 15.000 en los de 2019. Es decir, que España acometa de manera servicial la demolición de lo que queda de su estado social. Esto me parece intolerable, es el camino directamente contrario al que deberíamos de haber practicado desde el minuto uno de la crisis. Como vengo combatiendo desde que arrancó.

¿Cómo afecta a Europa que haya sido elegido Donald Trump? De momento parece que el TTIP ha quedado parado

Globalmente la sensación ha sido y se ha expresado así, de preocupación, incertidumbre y vértigo. Subterfugios de la palabra miedo, que es la que describe lo que inspira Donald Trump. Y el acceso de la extrema derecha nacionalista y reaccionaria a la Casa Blanca de la mano de un populismo ramplón que divide a la sociedad, que estigmatiza a los vulnerables, que practica el lenguaje del odio y estimula los peores instintos de un electorado muy vapuleado por las dificultades.

A Europa claro que le afecta. Para empezar, la actitud nacionalista proteccionista significa la involución de los esfuerzos que se habían desplegado por parte de la Unión Europea con la Administración Obama para construir una relación transatlántica constructiva que regulase la globalización, particularmente en el comercio. Todo el mundo da por muerto el TTIP, con el que yo he sido crítico. Me he mantenido como una de las posiciones más críticas y más contrarias a los términos de negociación. Ahora, sí sé que se ha estigmatizado como una maquinación diabólica del capitalismo americano para arrodillar a la Unión Europea. ¿No parece sospechoso que Trump no lo quiera? Pues no quiere, es él quien se lo ha cargado.

¿Qué le parece lo que ha ocurrido con Pedro Sánchez en el Partido Socialista?

Milito en el partido socialista desde hace 35 años y quiero un PSOE de hombres y mujeres que piensen por cuenta propia, autónomamente, que no incurran en el sectarismo que tanto daño está haciendo al partido. De un tiempo a esta parte, el PSOE está corroído por males y amenazas que pueden llevarnos por delante a los actuales militantes y representantes del partido y a nuestros 137 años de historia. O ponemos remedio o esto acaba con nosotros. La crisis que se ha producido en torno al mandato de Pedro Sánchez como secretario general, debería ser un aldabonazo para todas las conciencias.

Ha sido el secretario general del Partido Socialista hasta su dimisión y como tal le he ofrecido toda mi cooperación y toda mi lealtad. La lealtad no exime de expresar tus opiniones, incluso cuando sean críticas. Especialmente cuando son así hay que expresarlas, cuando todavía estamos a tiempo de corregir un error. Pero de un tiempo a esta parte la expresión de la crítica se expone a la estigmatización de facciones dentro del partido, supuestamente enfrentadas entre sí, en un maniqueísmo sin precedentes en nuestra historia. Habría que remontarse a la crisis del partido en la segunda República para encontrar algo parecido a una división faccional tan cainita y autolesiva.

No estaba de acuerdo con que, ante la parálisis y el bloqueo de la política española del último año, la respuesta fuera que el partido convocase primarias en 10 días y un Congreso en un mes.

Esa era la propuesta de Pedro Sánchez.

En la medida en que el Comité Federal - que es el máximo órgano entre Congresos del partido - no estaba de acuerdo con esa salida, que a mi juicio era una falsa salida, Pedro Sanchez presenta su dimisión, lo que lamento. Pero fue Pedro Sánchez el que condicionó, determinó y forzó los términos de esas votaciones. A partir de ahí se articula una gestora que tiene que tener un sentido del límite, de su tiempo acotado y de que su misión es conducir al partido a un Congreso en el que restablezcamos la normalidad orgánica. Pero sobre todo crear las condiciones para que en el partido se produzca una gran reconciliación de todos los socialistas con nosotros, que es en este momento lo que más me preocupa. Nunca he visto al partido más dividido que en este último mandato, ni más facciones enfrentadas.

Nunca he visto nada parecido a esta afloración de manifiestos y contramanifiestos que están haciendo muchísimo daño al partido y he denunciado lo que he llamado el riesgo de la podemización de la vida interna del Partido Socialista. Que no se refiere en absoluto a la radicalidad de izquierda de algunos valores, como algunos piensan. Yo soy una persona radicalmente de izquierda y radical en mis valores. No, hablo de podemización para hablar de la pérdida de respeto a las reglas de procedimiento, la pérdida de respeto al prójimo y a nuestro compañero y a la brutalización del lenguaje, que estigmatiza al que discrepa y que se expresa de forma intimidatoria para que cada vez sean más los que se tienten la ropa antes de atreverse a hablar, no sea que a uno le vayan a linchar en las redes sociales o abuchear cuando usa la palabra. Eso está pasando de forma cada vez más frecuente dentro del PSOE y me preocupa enormemente. Me parece crucial que aprendamos de la lección, del deterioro de la convivencia interna en estos dos últimos años de mandato de Pedro Sánchez y nos dispongamos todos a poner de nuestra parte lo mejor de nosotros mismos para una gran operación de reconciliación, que es la única posibilidad de que a partir de ahora podamos multiplicarnos y volver a ser una referencia, un espejo de lo que la izquierda de este país quiere ser para convertirse en mayoría y Gobernar España.

Usted había dicho que hace falta un “rearme ideológico”, ¿se refiere a eso?

El rearme ideológico es parte del trabajo que hay que hacer, sin duda. Pero ya no es la totalidad del trabajo que hay que hacer. Además hay que acondicionar la herramienta Partido Socialista, la calidad del instrumento. Es cierto que el partido no es el fin de nuestra actividad política, es la herramienta que utilizamos para ser útiles a la sociedad desde una posición que tiene vocación de mayoría y ambición de liderazgo para transformar una realidad social que sigue padeciendo muchas inequidades, injusticias y desigualdad. Claro que hay que vigilar la consistencia ideológica del proyecto, pero en estos momentos es imperioso poner a punto la herramienta, porque está sumamente averiada.

Los socialistas hemos celebrado en los últimos años conferencias políticas, convenciones, talleres, seminarios ideológicos y hemos producido documentos en todo tipo de formatos de hasta 400 páginas. Con miles de enmiendas cada uno. Creo que los ejes vertebrales de nuestro proyecto están definidos: laicidad, calidad democrática, transparencia, intransigencia contra la corrupción, entendimiento de la diversidad constitutiva de España, reconocimiento de las identidades singulares, incluida la de Cataluña, que merece respeto y es un problema crucial para la convivencia en España no entender eso. Y lo ha generado el inmovilismo del PP y lo ha empeorado ese gobierno.

¿Entonces qué hace falta?

Tenemos un proyecto, pero sucede que a pesar de la consistencia del proyecto la herramienta ha dejado de ser útil, porque la sociedad ya no mira en el PSOE. Cada vez son más los que miran hacia otro lado. Echo muchísimo de menos a compañeros que eran frecuentes en nuestros actos y ya no están. Ya no vienen, se han dado de baja. Echo muchísimo de menos a mucha gente a la que reconocía en nuestras convocatorias que ya no miran al PSOE, que se han cambiado de domicilio. Sectores dinámicos a los que el PSOE tendría que galvanizar, jóvenes, profesionales, capas medias ilustradas, los sectores más libre pensadores de la sociedad ya no miran al PSOE, sino que lo ven como una herramienta envejecida y corroída por las querellas intestinas. Lo visitan, lo ven despoblado, descapitalizado, pero sobre todo habitado por cada vez menos militantes que no se llevan bien entre sí, que desconfían y tienen cuentas pendientes los unos con los otros. Eso se ve en toda España y no verlo es no ser capaces de acometer la envergadura del problema.

Creo que ya ha llegado la hora de hablar en serio de lo que le pasa al PSOE. Éramos 400.000 militantes con Zapatero antesdeayer y fuimos 11 millones y medio de votos. Ahora somos poco más de 100.000 y cinco millones de votos. Si no somos capaces de reconocer la envergadura del problema, no podremos acometerlo. La única forma de resolver una ecuación es formularla cruda y adecuadamente. Por lo tanto, creo que además del proyecto ideológico y naturalmente de las propuestas concretas y políticas públicas que proponemos para mejorar la vida de los ciudadanos más vulnerables, ahora tenemos urgencia en poner a punto el instrumento, que es un Partido Socialista en mal estado.

Hay quien dice que la decisión del PSOE de abstenerse para dejar gobernar a Mariano Rajoy ha demostrado que se ha alejado de la izquierda.

No puedo estar de acuerdo con eso habiendo votado que no a Mariano Rajoy hasta el último minuto y aún después.

Pero el grueso del partido se ha abstenido.

Desde que se inicio este debate he exigido del partido un razonamiento adulto y serio. Para empezar, no hubo por parte de la Ejecutiva dimisionaria de Pedro Sánchez un ejercicio de análisis concienzudo y exigente de los resultados del 20 de diciembre de 2015, ni del 26 de junio de 2016. No hubo ninguna autocrítica en relación a por qué, habiendo tenido Rubalcaba los peores resultados de la historia del PSOE hasta ese momento, en 2011, declinamos hasta 89 en las elecciones del 20 de diciembre, porque el escaño 90 es Pedro Quevedo, de Nueva Canarias. No existió ninguna autocrítica, ni ningún examen serio de los resultados, ni qué podíamos hacer para mejorarlo. El caso es que, de manera inercial, condujimos el mismo discurso que había sido derrotado en las urnas en diciembre de 2015 y las mismas listas prácticamente intocadas a junio de 2016. Entonces obtuvimos más castigo todavía, obtuvimos 84 escaños. Ya va siendo hora de que nos pongamos a trabajar seriamente.

De las elecciones del 20 de diciembre surgió una conclusión que se se correspondía con la propuesta e la Ejecutiva Federal: no a Rajoy. Lo que se ha denominado periodísticamente como no es no, ha cuajado como fórmula de comunicación. Y yo me he mantenido como no es no hasta el último minuto, pero he escuchado con respeto a quienes, con una hoja de servicios imponente al Partido Socialista, habiendo gobernado en muchos casos comunidades autónomas con repetidas mayorías absolutas, habiendo empeñado toda una vida en combatir y derrotar al PP y habiéndolo hecho con éxito en muchas ocasiones, como Fernández Vara o José María Barreda. Urgían al partido una reflexión serena acerca de los pros y de los contras de perseverar en el no, teniendo en cuenta que en España tiene vigencia una cláusula constitucional que es única en el derecho comparado. No está en Italia, en Francia o en Alemania, pero sí en España y es la que dice que si dos meses después de las últimas elecciones no hay Gobierno a la vista, repetimos elecciones. Resulta que repitiendo elecciones no fuimos a mejor, sino a peor.

El objetivo era, entonces, evitar como fuera las terceras elecciones.

Hay compañeros que suben a la tribuna y piden una conversación razonable sobre los pros y los contras y la manera de explicar a la ciudadanía cómo explicar que unas terceras elecciones encabronen todavía más a quienes se sienten decepcionados de la política en general y quienes culpan también a los políticos sin distinciones de que no sean capaces de conversar, ni de ponerse de acuerdo. Pero eso sí, consuman recursos durante meses estériles para después abocarles de nuevo a rebotarles el problema externalizando así su propia responsabilidad: decidan ustedes ciudadanos. Hay compañeros que cuestionaron si teníamos derecho a hacer eso y rebotar la pelota de nuevo a la ciudadanía con unas elecciones que cuestan a la ciudadanía cientos de millones de euros, que van a generar un malestar enorme, con una participación cada vez más declinante. ¿No conviene que le digamos a la ciudadanía que permitimos que arranque la legistura y a partir de ese momento nos erigimos en primer partido vertebral de la oposición al Partido Popular, que ha perdido la mayoría absoluta, porque produce un amplio rechazo a la ciudadanía española?

¿Compartía usted entonces sus planteamientos?

Yo he escuchado con respeto sus argumentos, no los comparto, porque a mi juicio el malestar perdurable de la abstención va a costar tiempo disolverlo y porque el PSOE puede siempre explicarle a la ciudadanía que la determinación constitucional de que tengamos elecciones otra vez no es su culpa. Lo dice la Constitución y no hay nada que podamos hacer para evitarlo, no es nuestra decisión. Muchas veces se nos ha hecho la falsa pregunta: ¿entonces ustedes qué quieren, terceras elecciones? La respuesta es simple, no las quiero yo, las ordena la Constitución. Lo que no me puedes pedir es que para evitar lo que la Constitución ordena yo hago hago que está contra mi código genético, ideológico, mis principios y mis compromisos expresos ante el electorado. Esa fue mi posición hasta el final, pero escuchando con respeto a los compañeros que sostenían otra tesis y que han acabado ganando en el Comité Federal.

Lo que tengo que decir es que lo más preocupante de todo es haber tenido que escuchar en un clima de crispación interior, cada vez más irrespirable, que los compañeros que abogaban por la abstención eran “vendidos al PP”, traidores, felones, que se habían pasado a la derecha o conspirado contra Pedro. Esa estigmatización me parece infantilizante. Tener una posición crítica con respecto a una decisión de Pedro Sánchez no te hace antipedrista, ni mucho menos susanista. Esta estigmatización sólo tiene lugar en un marco conceptual que yo no acepto y es el de que pensar y expresarte libremente te encuadra, quieras o no, en alguna facción del partido frente a otra. Porque ese modo de razonar nos está haciendo muchísimo daño, o acabamos con ese modo de razonar o esto acaba con el PSOE.

¿Qué opinión le merece Podemos, es un enemigo a batir o un futuro socio?

Podemos es una formación política que actúa en una democracia pluralista y obtiene representación conforme a las reglas electorales en las instituciones y desde luego en Parlamento de España. Merece mi respeto como organización y también sus votantes, sus militantes y sus dirigentes.

Algunos de sus votantes apoyaban antes al Partido Socialista

Por supuesto, pero exijo respeto recíproco. Y en la medida en que formas parte del debate democrático, se sujetan a las mismas reglas que los demás, lo que quiere decir que aceptan la misma exposición a la crítica que aceptamos todos. Yo ejerzo mi derecho en denunciar las simplificaciones, las falacias, y los embustes de Podemos. Es un embuste que la transición fuera una farsa, una falacia que en España haya turnismo, no es verdad. No acepto que Podemos tenga valores de la izquierda más radicales que los socialistas, lo que si tienen son actitudes mucho más discutiblemente democráticas ante la discrepancia y ante quien les contesta o sostiene opiniones que a ellos no les gusta oír. Lo característico de Podemos cuando les llevas la contraria, y lo he comprobado en propia carne, es que o te abuchean en directo o te linchan en las redes sociales. Eso es lo que yo no acepto, no que tengan presencia en la política democrática.

Soy muy consciente de que el PSOE tuvo 11 millones de votos con Zapatero y ahora tiene poco más de cinco millones, porque buena parte de nuestro electorado tradicional ha cambiado de domicilio y se ha transferido a Podemos, en particular la gente más joven. He preguntado muchas veces en actos y no conozco a alguien de entre nosotros que no tenga un familiar que votara al PSOE en el pasado y ahora esté votando a Podemos. Me preocupa muchísimo, porque eso quiere decir muchas cosas al mismo tiempo y todas nos tienen que interpelar. Mi objetivo tiene que ser ofrecerle incentivos emocionales y políticos a esas personas de izquierda para volver a votar y confiar en el PSOE.

Pero dejando al margen la actitud y centrándonos en sus políticas, teniendo en cuenta que se supone que ambos son de izquierdas ¿lo ve como futuro socio?

Es un rival electoral, un adversario con el que hay que contender, dialogar, negociar y acordar por partes, según vaya haciendo falta. Eso es la política democrática. Cuando me dice que ambos son de izquierdas, tengo mis puntos y aparte y mis puntos sobre las íes. Para mí no es de izquierdas ser nacionalista, ni primar la agenda soberanista, separatista o secesionista a la agenda social. No es de izquierdas pedir un referéndum de autodeterminación para Galicia antes que hacer un frente común contra el Partido Popular (PP). Eso no es de izquierdas, lo digo con toda claridad. Yo soy de izquierdas desde la adolescencia y nunca he sido nacionalista. Que haya una persona adulta que en el siglo XXI crea que es más importante que en un referéndum los habitantes de una determinada circunscripción decidan su propio futuro, si quieren seguir siendo para de España o quieren constituirse en república independiente, en lugar de llevar adelante una política social que restablezca la integración de la diversidad, la cohesión, la reparación de las desigualdades que ayude a los más necesitados, que sea palanca de oportunidad, que restaure el ascensor social, no me parece de izquierdas.

¿Es algo que depende del territorio? Porque en Canarias Gobierna el PSOE con Podemos y Nueva Canarias en el Cabildo de Gran Canaria y el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria.

Sí, pero cada circunscripción tiene su propia agenda. En Las Palmas de Gran Canaria no tengo conocimiento de que los concejales de Podemos tengan como primer objetivo que haya un referéndum de autodeterminación, porque la capital quiere seguir siendo parte de la comunidad autónoma canaria y de España. Pero resulta que en Cataluña ese el primer objetivo de Podemos. No lo puedo compartir y no me parece de izquierdas.

¿Es la situación del Partido Socialista en Canarias un reflejo de lo que ocurre a nivel nacional en cuanto a división e incertidumbre? Recientemente ha dimitido el secretario general en las islas, José Miguel Pérez, y una gestora pasará a dirigir el partido hasta la celebración de un Congreso regional.

Sin duda, todos los eslabones están conectados. Yo soy un socialista canario, español y europeo. La socialdemocracia europea ha sido muy damnificada por una prolongada hegemonía conservadora, que ha hecho daño al modelo social europeo. A extremado las desigualdades y ha debilitado la base electoral tradicional de los partidos socialistas. Como consecuencia, el PSOE ha acabado acusando el impacto. Nosotros que teníamos una historia de mayorías absolutas y gobiernos monocolores ya no lo somos en ninguna parte, ni en Andalucía. En algunos ayuntamientos se produce todavía el prodigio de la concentración de una opción socialista que debe mucho al coraje, la determinación o personalidad e algunos alcaldes. Pero ya el PSOE está declinando en votos en toda España, como sucede en Europa y consiguientemente ha ido perdiendo capacidad de atracción y de ser referencia de la alternativa de izquierda a la hegemonía conservadora en todas las latitudes.

¿Estamos hablando también de división en Canarias?

En estos momentos no hay ni una federación del Partido Socialista que esté en perfecto estado de revista. En todas hay divisiones, una germinación continuada de manifiestos y contra manifiestos, recogidas de firmas, iniciativas en la red, de supuestos descontentos en relación con la dirección orgánica correspondiente y hay una extensión del síndrome de las gestoras frente a ejecutivas dimisionarias. Ahora estamos pendientes de que la gestora de Canarias sea designada por la gestora federal. Desde luego no es un paisaje estupendo...estoy siendo irónico. Nunca hemos visto nada igual y quiero que esto lo superemos entre todos cuanto antes. Para ello, insisto, es fundamental que la gestora Federal tenga, en primer lugar, conciencia del límite, del objeto acotado de su mandato y de la necesidad de propiciar una gran reconciliación de socialistas que es la única base creíble para la multiplicación de los socialistas en España, para nuestro relanzamiento.

No vamos a ninguna parte depurando al partido acumulativamente, expulsando disidentes, desencantando o invitando a que los díscolos se vayan.

¿Eso está pasando también en las Islas?

Está pasando en todas partes. En Canarias hemos perdido militancia dramáticamente, pero es que la hemos perdido en toda España. Cuando convocan las urnas para que el cuerpo electoral entero de la militancia tome una decisión, apenas van 100.000 personas. Nunca hemos sido tan pocos en toda España. Lo peor es que ni siquiera somos capaces de reconciliarnos una vez que la decisión mayoritaria se adopta. El liderazgo que espera el PSOE tiene que ser de integración, de reconciliación, que cuente con todo el mundo. En ningún caso puede ser un liderazgo que, habiendo contado con una facción del partido, crea que por haber obtenido una mayoría se puede permitir formar una Ejecutiva exclusivamente con los leales, los fieles o los feudos que le han prometido lealtad, prescindiendo de todo lo demás y casi deseando que esto último se borre del mapa. Eso nos conduce a la auto-aniquilación.

Cada vez seremos menos relevantes, atractivos, creíbles y coherentes con los valores que nos llevamos a la boca. Quiero revertir ese proceso. Si el valor más instructivo de los socialistas es la solidaridad, nuestra primera obligación es practicarla dentro y que se note. Si la gente ve que no somos solidarios los unos con los otros y que cuando un socialista tiene un problema, en vez de echarle una mano, los hay que se alegran o incluso le invitan a que se marche, nadie va a confiar en nosotros.

Hay quien dice que usted es más considerado en las bases del partido que por los feudos que describe. ¿Se va a presentar a la Secretaría General del PSOE en Canarias?

No lo descarto, porque me preocupa el PSOE y porque lo quiero. Amo a un PSOE al que veo en peor estado que nunca. En toda la historia democrática y en mis muchos años de militancia. Porque me importa, no me pondré de perfil, ni rehuiré ninguna responsabilidad. Además, porque vengo aportando ideas a su factoría, vengo siempre impulsando la actualización del partido en lo relativo al modelo territorial, a las libertades, a la lucha contra la corrupción. Ahora quiero aportar también en lo relativo al modelo de partido, más que nunca crucial. Insisto, ya no es tanto el proyecto, como a menudo se dice de forma grandilocuente, no son tanto las ideas socialdemócratas las que están en crisis. Por el contrario, están abrazadas mayoritariamente por la sociedad española. No, es la credibilidad de nuestra herramienta, a la que acuden cada vez menos progresistas y de la que huyen a otros domicilios cada vez más personas de izquierda. Ese es un debate del que quiero ser parte y claro que quiero liderar una restauración del Partido Socialista en su capacidad de ser la columna vertebral de la izquierda en Canarias y en todas partes.

Pero para eso también tiene que contar con el apoyo de los feudos que usted critica

Hay que contar con el apoyo de la militancia, de los afiliados y afiliadas. Para ser mayoría en la sociedad hace falta triunfar y ser creíble en ella. Hace falta que la sociedad te otorgue su confianza y yo veo que cada vez menos dirigentes del PSOE pueden exhibir esa hoja de servicios, de vocación de mayoría social. Creo, por el contrario, que hay cada vez más espacios del Partido Socialista que concentran la mayor parte del tiempo en acentuar el poder o en conservar el poder orgánico. Como si eso fuera un objetivo en sí mismo. Hay muchísimas agrupaciones locales muy disociadas de la demografía y la sociología de su entorno. Son pequeños micro-espacios muy desconectados de la ciudad que tienen alrededor.

Hay dirigentes del PSOE en todas las latitudes de España muy concentrados en la actividad orgánica y muy poco visibles y apreciados socialmente. Con muy poca capacidad de concitar mayorías en la sociedad. Eso me preocupa enormemente, pero para ganar el liderazgo orgánico hay que contar con el apoyo de los militantes. Y solo eso puede legitimar el liderazgo orgánico en estos momentos.

¿Y podría compaginar su cargo como eurodiputado con la dirección del partido en Canarias?

Estoy convencido de que no existe ni una sola representación de responsabilidad que no sea compatible con el liderazgo, pero en Canarias y en todas partes. Para empezar, en el Parlamento Europeo son muy abundantes las figuras de liderazgo local, territorial o nacional. Tanto que lo han sido, lo son y lo serán. En segundo lugar, creo que es oportuno ahora que diga con toda claridad a quien alguna vez argumentó que el hecho de que yo tuviese un escaño en Madrid o en Bruselas me hacía menos próximo a mis compañeros, que durante estos años en que he tenido responsabilidades en Europa, he seguido siendo mucho más próximo de compañeras y compañeros del PSOE en todas las islas, que muchos que nunca salen de Canarias.

Usted ha criticado el silencio del PSOE en el pacto de Gobierno que mantiene con Coalición Canaria (CC) en el Archipiélago, ¿cree que la adenda al pacto que finalmente se ha ratificado ha conseguido hacer que los socialistas se hayan hecho respetar, como usted reclamaba?

Está por ver. Desde luego creo que todo el partido tiene que ser atento y vigilante, sino exigente. No me corresponde a mí exigirlo más que a ningún otro compañero. Lo tenemos que hacer, para empezar, por cariño, por afecto y por respeto a los que tienen responsabilidades de gobierno en Canarias. Porque han firmado un pacto con Fernando Clavijo y Coalición Canaria, que obliga a Fernando Clavijo y a Coalición Canaria, no sólo al PSOE. Para mí es inconcebible que CC le pida al PSOE lo que CC no le da al PSOE. Que Coalición Canaria quiera que el PSOE se ponga firme cada vez que CC le amonesta, pero sea incapaz de poner firmes a los suyos cuando se trata de honrar los compromisos que han contraído con los socialistas.

El compromiso tiene que ser recíproco, y esto me parece fundamental, además de algunas lecciones que CC nunca ha acabado de asimilar, como la de que un Gobierno, aunque sea pluricolor o de coalición, no es una conglomeración de consejeros por un lado y por otro. No puede ser que el presidente del Gobierno de Canarias se desentienda de la suerte de un consejero socialista, ni mucho menos que lo critique, porque es su consejero.

Está hablando de lo sucedido con el área de Sanidad.

Claro, y no puede ser que el presidente del Gobierno de Canarias critique la Sanidad canaria como si fuera responsabilidad del consejero, porque es la suya. El primer responsable de la Sanidad canaria se llama Fernando Clavijo, no Jesús Morera y eso hay que decírselo en la cara. Apoyo a mis compañeros en el Gobierno, no quiero ninguna caricatura al respecto. Estoy absolutamente al lado de su esfuerzo y del acento social que ponen, como lo puso José Miguel Pérez en el pasado en materia de Educación. Creo que José Miguel Pérez honró el Gobierno de Paulino, con su énfasis y su compromiso en Educación, del mismo modo que Patricia honra al de Clavijo con su énfasis en las políticas sociales.

Lo que quiero es respeto recíproco y no quiero ningún acoso ni hostigamiento a los compañeros del PSOE, ningún señalamiento como el eslabón débil. Ni mucho menos el felpudo ni el hazmereír de nada ni de nadie. Cada vez que hay un indicio de eso o veo columnas en la prensa y comentarios en la radio que señalan esa imagen del PSOE me indigno y exijo que levante la cara y se haga respetar. Lo que sí sé es que la Ejecutiva regional dijo que si se perpetraba la moción de Granadilla, daríamos por roto el pacto y se habría acabado la colaboración. La moción se consumó y no hubo consecuencias. Acudieron a la mesa y dijeron que se había restablecido la confianza con una condición y es que en 20 días se iban a producir tres reversiones. Esta semana se cumple el plazo y todavía está por ver si se consuma. Si no es así, espero que el partido sea capaz de sacar consecuencias.

Yo nunca he objetado de conciencia a los gobiernos de coalición, parecen soluciones practicables en los términos que sean transparentes, honrados con la ciudadanía, que tengan unos objetivos acotados y que se cumplan en el curso del tiempo. Ahora bien, dos condiciones: la primera, que el PSOE mantenga su identidad, que no se diluya en el magma de un gobierno de coalición y todo el mundo sepa dónde está el acento de los socialistas y sus diferencias; la segunda, que en la acción de Gobierno, ninguno de los componentes de la coalición dé por hecho al otro. Que cada cual se reserve su propia línea roja. Ha habido un caso que me parece muy grosero y es que Coalición impone sobre la mesa del Consejo de Ministros una Ley del Suelo que no está ni en el programa del PSOE ni en el de CC.

Pero sí en la adenda al pacto.

Lo impone CC y obliga al Partido Socialista a fijar una posición a rebufo de la iniciativa de Coalición Canaria. Me parece intolerable haber conocido una nueva e infame campaña de publicidad del Gobierno de Canarias de Fernando Clavijo, pagada con la Hacienda canaria, con el dinero de todos los canarios, de propaganda personal y para agigantar su figura mintiendo burdamente a los canarios con la patraña de que la Ley del Suelo tiene como objetivo primordial favorecer al sector primario y los campesinos para que puedan por fin reparar su cuatro de aperos sin excesiva burocracia. Ese no es el objetivo de la Ley del Suelo.

En el siglo XXI no puede ser que un gobernante crea que va a untar a los medios de comunicación con dinero público, pagándoles cuñas publicitarias y páginas completas en prensa impresa, con el pretexto de su propaganda electoral.

También suenan nombres para la Secretaría General del PSOE en Canarias, como el Ángel Víctor Torres, Patricia Hernández o Dolores Corujo.

He sido claro en relación con lo que a mi juicio importa ahora primordialmente en un debate congresual que se avecina de la mano de una gestora que se va a configurar y es restablecer la herramienta partido, asegurando la reconciliación de los socialistas, la solidaridad interior, el respeto y afecto mutuo entre militantes y la fraternidad. En el PSOE no acepto ni pensamiento gregario, ni sectarismo, ni tampoco que nadie sea señalado como adversario de nadie. Incluso si concurren legítimamente por una posición de legitimidad dentro del partido.

Si yo doy un paso para liderar el Partido Socialista y asegurar su autonomía y la reintegración de la capacidad del partido de ser la columna vertebral de la izquierda, no tendré en ninguna compañera ni compañero un adversario. Creo que el objetivo tiene que ser asegurar la reunión, cuando los militantes decidan, de todos los socialistas. Encuentro suicida que pueda producirse un llamado proceso de primarias, cuyo resultado sea que el que gane – aunque sea con un porcentaje que a veces no alcanza ni el 50% - prescinda de la mitad del partido. Porque nos va haciendo cada vez más pequeños, deteriorados e irrelevantes. Mi objetivo primordial es recapitalizar el PSOE con capital humano, en el partido ya no sobra nadie.

Creo por tanto que el objetivo tiene que ser la reintegración del PSOE, yo desde luego quiero contar con Patricia, con Ángel Victor, con Sebastián Franquis, con Dolores Corujo, con Gustavo Matos, con todos los que tienen algo que decir en estos procesos. Considero que es una obligación del liderazgo, respetar la diversidad, la pluralidad, la discrepancia e intentar integrar a todo el mundo, asegurando que la gente nos ve como una referencia de vitalidad interior, pero al mismo tiempo de capacidad de multiplicación social.