Los Reyes de España llegaron diez minutos antes de la hora prevista a la ciudad de Gáldar, la penúltima escala de su visita a Canarias. Miles de personas los esperaban en todas las calles aledañas al Ayuntamiento, la iglesia, la plaza y la Cueva Pintada.
A pie de coche fueron recibidos por Adán Martín, presidente del Gobierno Canario; José Manuel Soria, presidente del Cabildo; el ministro Juan Fernando López Aguilar, en representación del Gobierno nacional; Gabriel Mato, presidente del Parlamento regional; José Segura, Delegado del Gobierno en las Islas y el alcalde, Manuel Godoy. Éste les hizo entrega del bastón de mando y una insignia de oro con el escudo galdense para el Rey, y un colgante representando una pintadera canaria, para la Reina, que ambos se pusieron en el momento con la ayuda del edil.
Los niños Iris Obián y Nicolás Domínguez, ataviados con el traje típico diseñado por Néstor Álamo, le hicieron entrega a doña Sofía de un bouquet de flores de varios colores antes de pasar a saludar a toda la Corporación municipal que los esperaba delante del Ayuntamiento.
Tras los saludos protocolarios continuaron caminando hasta la Cueva Pintada, donde fueron recibidos por la Corporación al completo del Cabildo de Gran Canaria. En compañía de las primeras autoridades regionales, insulares y locales, así como el gerente del yacimiento, Fernando Pérez, recorrieron todas las instalaciones.
En tres ocasiones se detuvieron a escuchar detenidamente las explicaciones del gerente. La Reina se mostró especialmente interesada en una proyección que ofrecía imágenes de pintaderas similares a la que ella había recibido.
Placa y discurso
Tras el recorrido descubrieron una placa conmemorativa de la visita, que estuvo precedida por el discurso del presidente insular José Manuel Soria. Éste destacó en sus palabras que los Monarcas estaban pisando en ese momento “tierra leal a lo que representáis”. Soria calificó la llegada de los castellanos a la isla como “el encuentro entre dos sociedades, dos culturas y dos maneras de ser y estar”. En este sentido, resaltó que desde que se produjo esta convergencia, “Gran Canaria ha escrito numerosas páginas gloriosas en su historia”.
Por todo esto, el presidente insular resaltó ante el Monarca que “nuestra lealtad es laboratorio imposible para quienes se presten a experimentar con nuestra forma de vida y convivencia”.
Tras firmar en el Libro de Honor de la Cueva, recibieron uno de los regalos más originales de su visita, la figura de la princesa Arminda embarazada. El niño José María Martín Pérez fue el encargado de explicarles a los Monarcas su significado y pedirles que se lo entregaran a la Princesa Letizia “para que tuviera suerte en su embarazo”.
Antes de abandonar el yacimiento saludaron también a todos los empleados y volvieron a salir a la calle para recorrer a pie los pocos metros que los separaban de los coches. Sin embargo, la Reina, saltándose el protocolo no dudó en acercarse a saludar al numeroso público que abarrotaba las aceras, balcones y azoteas.
Los Monarcas decidieron en el momento retrasar la agenda prevista unos minutos y recorrer los alrededores de la plaza y toda la popular calle Larga de Gáldar a pie sin dejar de saludar y corresponder a las numerosas muestras de cariño de los galdenses. La devolución del bastón de mando a Manuel Godoy y el abrazo de despedida tuvo lugar, fuera de todo lo previsto, en el cruce entre esta vía y la carretera general del Norte.
Fue ahí donde los Reyes se subieron a sus vehículos y se encaminaron hacia la capital grancanaria para continuar con la última parte de su visita a la isla.