'Lo mejor de dos mundos': un nuevo sistema electoral para Canarias asumible por todos

La necesidad de un nuevo modelo

El vigente sistema electoral de Canarias está muy cuestionado sobre todo por dos motivos:

  • La gran desproporción entre los votos y los escaños, debido a la marcada diferencia de población entre las siete circunscripciones y la distribución de asientos entre las islas.
  • Las elevadas barreras electorales, que impiden la representación en el Parlamento de amplios colectivos y que muchos votos queden sin presencia en la asamblea.

Estas dos circunstancias combinadas producen resultados que pueden generar distorsiones entre la voluntad popular y su representación parlamentaria, lo cual a la larga deslegitima a la propia asamblea legislativa y pone en cuestión el concepto de representación democrática.

En los sistemas políticos democráticos siempre se ha producido una tensión entre la representación de los territorios y la representación de la población, especialmente cuando entre los territorios las diferencias económicas, sociales, geográficas o demográficas son muy marcadas. Es el caso de Canarias.

  • La visión territorial de la representación política lleva a la división del cuerpo electoral en circunscripciones y a la asignación de un determinado número de representantes para cada una de ellas.
  • La visión poblacional de la representación política lleva, en su grado más extremo, a una única circunscripción y a la elección de representantes proporcionalmente según el principio de “una persona, un voto”.

Una manera habitual de resolver esta tensión en los sistemas democráticos es la conformación de dos cámaras legislativas: un Senado que representa a los territorios, con escaños distribuidos de forma paritaria, y un Congreso en el que está representada la población.

Las características geográficas de Canarias, la desigual distribución de la población, así como el olvido y atraso secular de los territorios periféricos llevaron a los canarios en los primeros años de democracia a adoptar la llamada triple paridad como sistema electoral, en el que la representación territorial queda sobredimensionada con respecto a la poblacional. El sistema fue ampliamente aceptado en sus comienzos, pero con el transcurrir del tiempo y sobre todo a partir de la modificación que supuso la elevación de las barreras electorales, ha sido cada vez más cuestionado debido a las distorsiones que produce en la representación de la voluntad popular.

En este artículo no se profundiza en las disfunciones de la triple paridad ni de las barreras electorales, toda vez que la apertura de una comisión parlamentaria para reformar el sistema ya pone de manifiesto que existe una voluntad general de modificarlo. En lo que hay desacuerdo profundo y de momento infranqueable es en el camino que hay que seguir. Por lo tanto, lo que procede es plantear una alternativa para mejorar el sistema actual, pero a partir de una premisa imprescindible para eludir bloqueos y que es la que inspira esta propuesta: que sea asumible por todos los actores políticos y en todos los territorios.

El sistema electoral propuesto trata de acomodar la representación política en Canarias a su evidente y rotunda realidad geográfica, pero sin perder de vista la distribución de su población y la necesaria adecuación democrática de las instituciones a los deseos de la mayoría, sin exclusión de las minorías.

En suma, se trata de aunar la representación territorial y la poblacional en una sola cámara legislativa, puesto que un modelo bicameral clásico sería caro, inviable y seguramente innecesario. Por eso he denominado a esta propuesta “Lo mejor de dos mundos”, en referencia al territorio y a la población, al Senado y al Congreso.

Esta propuesta no pretende ser original y de hecho hay antecedentes en las hemerotecas a las que de ninguna manera busca plagiar sino en todo caso recuperar y actualizar. Vayan por tanto por delante las disculpas debidas si alguien ha propuesto anteriormente fórmulas similares y también el agradecimiento a aquellos que las formularon.

Es posible que pueda haber alguna objeción de carácter legal en esta propuesta respecto a su viabilidad a la luz de las bases jurídicas establecidas en España para las elecciones de las asambleas legislativas de las comunidades autónomas. Soy consciente de esa limitación, pero también de que antes o después entraremos en un periodo de reformas también en el ámbito estatal en el que muchos principios se pueden redefinir. Por eso veo factible que en este tiempo de cambio se pueda adaptar simultáneamente la legislación electoral básica del Estado para acomodar otras realidades y peculiaridades, como es el caso de la representación política y territorial a la que necesita adaptarse el archipiélago canario.

Lo mejor de dos mundos: las reglas

El sistema de elección es el siguiente:

El Parlamento de Canarias está formado por 60 diputados, que se eligen simultáneamente en dos urnas diferentes.

En la primera urna se eligen 21 diputados en siete circunscripciones electorales, a razón de 3 diputados por cada isla.

Esos 21 diputados se eligen en listas abiertas y con criterio mayoritario, de forma similar a como se elige el Senado español. Es decir:

  • Cada partido o agrupación de electores puede presentar a dos candidatos en cada circunscripción.
  • Cada elector vota a un máximo de dos candidatos en su isla de residencia, que pueden ser de diferentes listas.
  • Son elegidos diputados los tres candidatos que en cada isla obtengan más votos.

En la segunda urna se eligen los otros 39 diputados mediante voto a listas electorales de partido o de agrupaciones políticas en una sola circunscripción autonómica por sistema proporcional, regla D’Hondt y con una barrera mínima de acceso del 1% de los votos válidos.

No hay distinción de derechos ni deberes entre los diputados en función del método de elección. Ningún parlamentario puede compatibilizar su función con otro cargo de representación política, sea en ayuntamientos, cabildos, Congreso, Senado o Parlamento Europeo.

El sistema en acción

Para ilustrar cuál sería la composición del Parlamento de Canarias con un sistema electoral como este, vamos a realizar una simulación con los resultados de las elecciones autonómicas desde 1995.

Sin embargo, hay que observar esta simulación con todas las prevenciones, como siempre que se trasladan unos resultados reales a un sistema electoral hipotético. El propio sistema condiciona tanto la actuación de los partidos como el voto de los electores. En el primer caso, las fuerzas políticas adaptan su modo de presentarse ante los electores al sistema electoral para intentar obtener el máximo provecho del mismo. En cuanto al comportamiento de los votantes, está influenciado por la percepción que tienen del destino y utilidad de su voto en el contexto del modelo electoral.

Además, al no haber precedentes de votaciones con listas abiertas en elecciones autonómicas, no es posible realizar una simulación realista sobre la urna territorial. Este tipo de elecciones dependen mucho del perfil de los candidatos concretos. Para subsanar esta dificultad, en esta simulación se ha optado por asignar los escaños territoriales en función de los resultados históricos de forma proporcional en cada isla de acuerdo con el sistema D’Hondt, aunque nunca con los tres escaños en manos de la misma fuerza política. A falta de otros parámetros, este enfoque nos sirve como aproximación.

Conclusiones

Más allá de los cálculos de corto plazo que cada partido pueda realizar a la vista de estas aproximaciones simuladas, el sistema “Lo mejor de dos mundos” produce beneficios generales sin perjudicar a nadie en particular.

  • No hay grandes vuelcos, no se producen ni grandes damnificados ni grandes beneficiados, pero mejora la representación y mantiene la importancia de los territorios, por lo que es un sistema asumible por todas las partes.
  • Se mantiene la representación territorial de las islas menos pobladas, y simultáneamente se da entrada a partidos con gran número de votos en el conjunto de la comunidad que ahora quedan excluidos.
  • Los balances con el sistema actual (columna de la derecha) no benefician ni perjudican siempre a los mismos, sino que varían en cada elección. A cambio, se consolida una representación democrática más acorde con la expresión ciudadana que puede facilitar la adopción y la aceptación por el electorado de este sistema mixto en todas las islas.
  • Todas las islas mantienen representantes dedicados preferentemente a defender sus intereses territoriales en un Parlamento en el que a la vez hay una mayoría de representación poblacional. Todo ello garantiza la unidad, la cohesión y el avance de la Comunidad Autónoma sin dejar atrás ni perder de vista minorías ni territorios.
  • El mantenimiento de la representación territorial insular es un incentivo para todas las fuerzas políticas para no descuidar a ninguna isla, a pesar de que en su conjunto el sistema tiene más en cuenta a la población.
  • Al ser elegidos nominalmente, es previsible que los representantes territoriales tengan una cercanía mayor a los intereses cercanos y más particulares de sus representados, por lo que los problemas más minoritarios tendrán expresión y reflejo en las preocupaciones de la cámara legislativa.
  • Aunque un partido concentre sus votos en las islas más pobladas, seguirá necesitando una representación insular diversificada si aspira a consolidar mayorías parlamentarias relevantes. Eso incentiva también a las fuerzas políticas a incorporar candidatos de todos los territorios en sus listas regionales.
  • El sistema premia con más representación a las fuerzas políticas con una implantación territorial más extensa y homogénea.
  • Los partidos de ámbito insular tienen suficiente incentivo para incorporarse o agruparse en formaciones regionales.
  • Los partidos insulares que prefieran mantenerse en una sola isla tienen su lugar en el Parlamento a través de la urna territorial, aunque con una sobrerrepresentación más limitada que en el sistema actual.
  • Las islas más pobladas no tienen la subrepresentación del actual sistema, lo cual permite la entrada de más actores políticos y puede coadyuvar a una mayor orientación de las políticas públicas hacia los problemas socioeconómicos de las grandes concentraciones de población, muchas veces descuidadas.