El bloque de apertura de la portada de este martes del periódico La Provincia lo decía todo acerca de los posibles pactos de gobierno que se pueden dar todavía en Canarias, pactos que, en alguna medida, también influirán en algunos de los cabildos insulares, a punto de constituirse al final de esta semana.
El PP y CC, sostiene Prensa Canaria, aceptarían todavía intentar un pacto, esta vez sin Ciudadanos, que veta la presidencia y la presencia incluso de Fernando Clavijo por su imputación en el caso Grúas. Al tiempo, Antona (PP) mantiene la mano tendida al PSOE “para gobernar bajo la presidencia del PP”, algo absolutamente ajeno a cualquier posibilidad real; el PSOE se mantiene enrocado en el pacto progresista a pesar de sus encontronazos con dos de sus socios inevitables, Nueva Canarias y la Agrupación Socialista Gomera de Casimiro Curbelo. Nueva Canarias apuesta por el pacto por la izquierda sin descartar uno de centro-derecha, lo que ineludiblemente implicaría pactar con Coalición Canaria y apuntaría hacia la reunificación del nacionalismo por la vía expeditiva del poder, el más eficaz pegamento político. Y Ciudadanos se convierte, por méritos propios, en el acompañante menos apetecible tras los incidentes en la constitución del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife.
La confusión y la desconfianza reinan en estos momentos en la configuración de un posible pacto de gobernabilidad para Canarias. Todos desconfían de todos excepto Casimiro Curbelo, el comodín de casi todas las combinaciones, que se siente especialmente identificado con Fernando Clavijo, el presidente en funciones del Gobierno de Coalición Canaria al que ha permitido gobernar en solitario y con tan solo 18 diputados de 60 durante dos años y medio. Con la ayuda inestimable del PP, por supuesto. Curbelo, el aglutinador de tres diputados con 6.000 votos, no se esconde para afirmar en público que Clavijo y él son “almas gemelas”, lo que haría primar sobre cualquier otra combinación aquella en la que él y otros sumen con CC.
En el PSOE empiezan a hacer los números de por dónde van ya las peticiones presupuestarias del líder de la Agrupación Socialista Gomera (ASG): unos 600 millones de euros cuya aplicación precisaría de mucha pedagogía ante otras islas con problemas sociales especialmente graves. Los de Ángel Víctor Torres saben que Curbelo es imprescindible, pero saben también que las preferencias de quien lo fuera casi todo en sus propias filas, ya no están de su lado, sino del de Coalición Canaria.
El líder gomero no esconde su malestar con el PSOE, y lo mismo le vale lo ocurrido en Valle Gran Rey, donde los suyos perdieron la alcaldía a manos de los socialistas locales, que la llamada que recibió de José Luis Rodríguez Zapatero, al que reprochó con cajas destempladas que no lo telefoneara el día que Elena Valenciano decretó su exclusión del partido por el desagradable incidente a la salida de un club nocturno en Madrid.
Pero del PSOE también parece desconfiar abiertamente Nueva Canarias, que recrimina a su socio más natural las traiciones en los ayuntamientos de Telde y Santa Lucía, donde perdió dos de sus feudos históricos. De ahí que los de Román Rodríguez, con él mismo a la cabeza, hayan estado en la famosa cumbre del palacete, presenciando en directo el intento de Coalición Canaria de formar un Gobierno con el PP y con Ciudadanos, con ellos mismos de “acompañantes”, un término que equivaldría a un primer guiño a la reunificación del nacionalismo canario.
De hecho el asunto de la reunificación se abordó tímidamente en el tagoror que Nueva Canarias celebró este lunes para valorar la marcha de las negociaciones, pero fue inmediatamente abortado por Román Rodríguez, que insiste en no mostrar la menor señal de estar jugando a dos bandas en momentos tan trascendentales en los que la fama de incumplidores debe recaer solamente en el bando de su socio socialista.
Sin embargo, estas carantoñas entre los dos partidos nacionalistas sí han hecho que crezca en el PSOE la desconfianza hacia Nueva Canarias. Un sector ruidoso de la militancia socialista de Las Palmas de Gran Canaria se ocupa desde el 26M de hacerse notar en las redes sociales con mensajes críticos hacia los actuales socios de su propio partido en lugares tan estratégicos como el Cabildo de Gran Canaria, donde se puede renovar el actual pacto incluso sin contar con el concurso de Podemos, socio en funciones. Nadie conoce exactamente cuáles son las pretensiones de estos militantes socialistas, a cuyo frente aparece el llamado a ser vicepresidente de la Corporación, Luis Ibarra, del que no se sabe muy bien si quiere ser presidente apoyado por el PP y Coalición Canaria, mandando a NC a la oposición y desvencijando definitivamente el pacto regional progresista, o si de lo que se trata es de que su propio partido lo saque de ahí y lo devuelva a la Autoridad Portuaria de Las Palmas, cuya presidencia se vio obligado a entregar al PP por los acuerdos regionales de los conservadores con CC en 2017.
En las filas conservadoras, Asier Antona espera una nueva oferta de Coalición Canaria para cumplir así con el mandato de su dirección nacional de hacer presidente a Fernando Clavijo, lo que necesitaría, además, los votos de ASG y de cualquier otra fuerza política que aporte dos más al proyecto. Descartado que pueda ser Ciudadanos por su veto a los imputados y a los nacionalistas, y descartado que pueda ser Unidas Podemos por razones obvias, la única posibilidad de conseguir ese acuerdo vuelve a ser Nueva Canarias, que no haría ascos a algo así con tal de no quedarse fuera de cualquiera de las combinaciones posibles.
De este modo, el PSOE vuelve a tener la posición de mayor debilidad a pesar de haber ganado las elecciones autonómicas ampliamente (25 escaños) y de tener teóricamente asegurados los cuatro de Unidas Podemos y los cinco de NC. Si no consigue aglutinar el respaldo de Casimiro Curbelo, solo puede recurrir para llegar a 36 a los dos votos de Ciudadanos, partido que ahora se presenta abierto en canal tras los sucesos en la elección de la socialista Patricia Hernández como alcaldesa de Santa Cruz de Tenerife.
La única combinación que daría seguridad al PSOE es la de un pacto con el PP, que sumaría exactamente 36 escaños y que daría a los socialistas, además, la presidencia de los cabildos de Tenerife y de La Palma, y que pondría en bandeja la del de Gran Canaria a no ser que en el pacto entre Nueva Canarias de nuevo como “acompañante”.
Cualquier cosa puede ocurrir.