El presidente del Gobierno de Canarias, Ángel Víctor Torres, ya conoce cuál es la postura del Partido Socialista de Tenerife respecto a la continuidad de la consejera de Sanidad, Teresa Cruz: “Es intocable”. Así se lo han hecho llegar de modo directo desde el secretario general del PSOE en la isla y presidente del Cabildo, Pedro Martín, a la alcaldesa de Santa Cruz de Tenerife, diputada regional y lideresa del partido en la capital tinerfeña, Patricia Hernández, pasando por los poderosos alcaldes del sur. Todos ellos aprecian la mano negra de las clínicas privadas en los movimientos que se están produciendo tanto en el seno del Gobierno regional como en el comité de gestión del COVID-19 con la incorporación a este último órgano de nuevos cargos políticos y técnicos para afrontar las semanas más duras de la pandemia en medio de una sensación de desgobierno en el sistema y de carencia de material de protección para los sanitarios.
Los alcaldes socialistas tinerfeños, los portavoces municipales y el presidente del Cabildo, entre otras personas, han unificado su postura en un grupo de WhatsApp que estos últimos días ha tenido una febril actividad, como corresponde a los duros momentos que se vive en la sanidad pública de las islas como consecuencia de las tensiones derivadas de la gestión de la pandemia del coronavirus. De momento quieren resolver esta crisis discretamente, sin hacer pronunciamientos públicos. El secretario general, Pedro Martín, a preguntas de este periódico, se limitó a contestar lacónicamente “sin comentarios”.
En el PSOE tinerfeño no solo no ven motivos para destituir a la consejera, sino que critican duramente la incorporación al comité de gestión de la crisis sanitaria de personas como José Julián Isturiz y Conrado Domínguez, a los que directamente consideran emisarios del sector de la sanidad privada canaria, que resultó decisivo en la ruptura del último pacto regional entre Coalición Canaria y el PSOE por el empeño del consejero socialista de Sanidad, Jesús Morera, de revisar las renovaciones y algunas modalidades de los convenios, establecidas desde el régimen franquista. Aquel pacto duró apenas año y medio, y fue el propio sector el que colocó a continuación a un consejero de Sanidad propio, José Manuel Baltar, que hasta ese entonces era el gerente de uno de los grupos sanitarios privados más fuertes de Canarias, Hospitales San Roque, y vicepresidente nacional de la patronal del sector.
Pero las sospechas del asalto de las clínicas privadas al Gobierno las extiende sotto voce el PSOE de Tenerife a otras incorporaciones políticas al comité de gestión, las del vicepresidente Román Rodríguez, líder de Nueva Canarias, y la del mismísimo consejero de Administraciones Públicas, el veterano socialista Julio Pérez. De este último recuerdan sus vínculos profesionales con el poderoso Pedro Luis Cobiella, propietario del grupo Hospiten, a través de su bufete de abogados. Lo socialistas de Tenerife atribuyen a las influencias del empresario sobre el poder político el histórico retraso en la construcción de los hospitales del norte y del sur de Tenerife, que no se levantaron “hasta que empezaron a florecerle los negocios en el Caribe”, donde tiene varios hospitales enfocados al sector turístico.
De Román Rodríguez rememoran los socialistas de Tenerife lo ocurrido en un reciente consejo de gobierno de Canarias, aireado a través de un audio que circula estos días por las redes sociales. Según estas informaciones, que a grandes rasgos están confirmadas, el vicepresidente del Gobierno habría protagonizado un duro enfrentamiento con la consejera de Sanidad en el momento en el que ésta propuso al Gobierno, reunido en consejo, la posibilidad de trasladar a residencias de mayores a aquellos que actualmente ocupan camas sanitarias sin más dolencias que las que pueden ser atendidas en la red sociosanitaria pública y privada. Rodríguez se mostró abiertamente en desacuerdo, pero con una posición y un discurso que generaron tensiones dentro del Ejecutivo.
Los socialistas de Tenerife ven con buenos ojos la propuesta de Teresa Cruz, que a su juicio recibe críticas porque para la sanidad privada es altamente lucrativo tener ingresadas por periodos prolongados a personas con necesidades sociosanitarias cobrando por ellas como si se les estuviera prestando asistencia médica.
Este mismo lunes, el portavoz de Nueva Canarias en el Parlamento de Canarias, Luis Campos, refrendó la posición de su partido y pidió al presidente del Gobierno, en la consulta que este hizo a las fuerzas políticas, que a los dos nuevos integrantes de la comisión de gestión del coronavirus se les otorgue “capacidad de mando y de gestión”, lo que equivale directamente a arrinconar a la consejera Cruz y a su equipo. De momento se desconocen las atribuciones que tendrán José Julián Isturiz y Conrado Domínguez, pero a todas las personas consultadas tanto en el Gobierno como en el entorno de los nominados les resulta difícil de encajar que, sin cambiar los equipos de Sanidad, ambos puedan cursar órdenes, revisar protocolos y gestionar medios y equipos humanos en paralelo al actual equipo de la consejería.
Pero la opinión del PSOE de Tenerife no es la única que estos días está oyendo Ángel Víctor Torres. El secretario general del partido en Gran Canaria y consejero de Obras Públicas, Sebastián Franquis, también integrante del comité de gestión del coronavirus, comparte la conveniencia de incorporar a esos pesos pesados de la gestión sanitaria. De hecho es él quien aporta al secretario general técnico de su consejería, Conrado Domínguez, ex director general del Servicio Canario de la Salud en la última etapa de Coalición Canaria, la de Baltar, que no continuó en ese cargo por más tiempo -pese a su ofrecimiento- precisamente por la oposición de amplios sectores socialistas.
Ante este panorama, de presiones internas (de su partido y de sus socios de Gobierno) y externas, con el colectivo de sanitarios al límite de la extenuación, con un nivel de contagio muy elevado y con escasos medios de protección, al presidente del Gobierno le quedan pocas opciones, algunas de ellas extremas. “En medio del río no se puede cambiar de caballo”, sugería este lunes a este periódico un prestigioso investigador médico socialista con destino en uno de los hospitales más estresados del sistema en Canarias. Pero el tiempo apremia y la pandemia inicia una semana crucial para ser controlada o convertirse en una bomba.