Cuando nos encontramos en pleno siglo XXI, en la era de las nuevas tecnologías y la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria se ha convertido en una urbe cosmopolita con más de 400.000 habitantes, el barrio capitalino de La Milagrosa aún no tiene alcantarillado y los vecinos se ven obligados a verter las aguas fecales de sus casas “directamente al barranco”.
En La Milagrosa (en el distrito Tamaraceite-San Lorenzo) llevan 30 años reclamando al Ayuntamiento que les instalen alcantarillas, mientras que la ciudad las posee desde finales del siglo XVIII. No obstante, hace sólo tres, el Consistorio capitalino, con Josefa Luzardo (Partido Popular) al frente, iniciaron las obras y, según aclara Faustino García, presidente de la Asociación de Vecinos Sagrada Familia de La Milagrosa, “las dejaron a medias con el pretexto de que se había acabado el presupuesto”.
Pepe García, vicepresidente de la asociación, relata que sólo algunas calles tienen este sistema instalado. “Lo que lograron terminar no funciona bien porque no colocaron las tuberías por la parte baja de la ladera, hacia donde iría el agua por su propio peso”, explica Pepe. Además, apunta que lo que hicieron fue “colocar las tuberías por arriba y ahora hace falta una bomba de agua que achique los vertidos para que lleguen así desde las casas a las alcantarillas”. Y en eso están precisamente ahora.
Muchos son los vecinos que, al llegar el invierno, comienzan a tener problemas derivados de la falta de alcantarillado. Aseguran que “las lluvias hacen que los conductos de las bombas de agua se tupan y los dos únicos pozos negros del pueblo se rebosen”. Antonio Ruiz relata que hay días que le da asco salir al patio de su casa por “la cantidad y el tamaño de las moscas”.
El presidente y toda la asociación de vecinos de La Milagrosa no descansan en su lucha por conseguir “algo tan básico para vivir”. Así, el pasado 13 de agosto volvieron a presentar un informe en el Ayuntamiento para solicitar que les terminen el alcantarillado. “La señora Pepa Luzardo, en octubre de 2006, llegó a darnos hasta plazo de fin de las obras, en marzo de 2007. Sin embargo, así estamos todavía”.
Desde el Consistorio municipal, el concejal de Desarrollo Sostenible, Néstor Hernández, confirma que tiene constancia de este problema. “Actualmente estamos en una fase de estudio del proyecto del barrio de La Milagrosa para valorar la situación y hacer números”. Hernández explica que “este proyecto depende de los presupuestos municipales, por un lado, y, por otro, se debe tener en cuenta que todo trámite lleva unos plazos, por lo que aún no podemos dar una fecha a los vecinos”.
Armando Gutiérrez es un vecino de este barrio. “A los pocos meses de llegar se me atascaron las tuberías porque tiraba el papel al inodoro y tuve que romper todo un muro de mi casa para que saliera el agua y la porquería acumulada”. Armando comenta que no sabía que no había alcantarillas porque “pago impuestos como si las tuviera y me parecía que estas cosas pasaban en las aldeas de países de África. Pero ya veo que vivo en un barrio tercermundista, dentro de una ciudad del siglo XXI”.
Silvestre Bolaños vive unas casas más debajo de la de Armando. Al estar en la bajada del barranco asegura que percibe “cuando llueve casi me quedo enterrado por el agua de lluvia y de los pozos que se rebosan”. Opina, preocupado, que “el barrio ha crecido mucho y merecemos tener condiciones de vida. Además, hay peligro de contaminación de la presa de El Pintor, que está en la desembocadura del barranco”.
El vicepresidente de la Asociación de Vecinos Sagrada Familia de La Milagrosa asegura sentirse impotente después de tantos años de lucha. “Creen que nos han podido callar viniendo aquí a hacer remiendos en las carreteras o en las calles. Pero no somos tontos y no nos vamos a callar. Este barrio sólo ha recibido las migajas que le sobran a la ciudad de Las Palmas”.
La Milagrosa, mucho por hacer
Faustino García, presidente de la asociación de vecinos, conoce cada rincón de su pueblo. Sabe de las carencias que tiene y de las inseguridades que sus vecinos padecen. Por eso, no deja de ir a donde haga falta para reclamar mejoras para el pueblo.
Así, la pasada semana, tras hablar con Nardy Barrios logró que instalaran tres vallas de protección en una carretera por la que se habían salido varios coches. Sin embargo, el informe presentado en el Ayuntamiento es mucho más amplio.
La única carretera que sube hasta La Milagrosa, de fuerte pendiente, tiene varios tramos sin luz, “con el riesgo que eso supone para los vecinos que deben transitar por allí de noche”. Por otro lado, Faustino expone irritado que “mientras en Las Palmas se está cambiando el suelo de los parques infantiles para que sea más seguro, en este pueblo ni siquiera tenemos parque”.
La Milagrosa es un barrio que está situado, concretamente, por encima de San Lorenzo. Es uno de los más antiguos de la ciudad (siglos XVI-XVII), junto a Vegueta y Tamaraceite. El presidente de su asociación de vecinos reconoce que es un barrio aún poco conocido, pero afirma que no se extraña debido a que “la única guagua que sube, la número 46, sólo va dos veces al día. Parece que estamos en un pueblo del interior de la isla, cuando tenemos a 10 minutos la ciudad”.
Calles sin aceras, carreteras sin protección, sin asfaltar y sin alumbrado, inexistencia de zonas peatonales y parques infantiles, insuficiente servicio de transporte público y ausente sistema de alcantarillado son la realidad de un barrio de la ciudad de Las Palmas a medio hacer, en el que sus vecinos no están dispuestos a seguir en silencio por más tiempo.