Los vecinos de la calle Pancho Guerra, en Las Palmas de Gran Canaria, se enfrentan a sus primeras Navidades fuera del que hasta el pasado 23 de febrero era su hogar. Allí vivían desde hacía muchos años sin sospechar la desgracia que cambiaría sus vidas. En cuestión de minutos perdieron sus bienes materiales, y lo más importante, a tres de sus vecinos que murieron tras quedar sepultados bajo los escombros. Lo que sucedió realmente esa madrugada sólo ellos lo saben y nunca lo olvidarán.
Así y todo aseguran tener una ilusión. Rafael Morales, portavoz vecinal, dice que “vivimos con la ilusión de celebrar la Navidad de 2010 en la calle Pancho Guerra y a este sentimiento nos aferramos”. Hasta el año pasado cada familia se reunía con todos los parientes en sus casas “por cuestión de espacio, eran viviendas amplias donde todos estábamos cómodamente”, explicó Morales, “sin embargo, este año, cada uno pasará el Día de Navidad como mejor pueda y te aseguro que va a ser muy duro”.
El haber perdido sus casas provocará que “lamentablemente las familias pasemos las fechas más importantes de una forma disgregada, porque ahora estamos viviendo en casas alquiladas, de menor tamaño, para salir del paso”, afirmó Rafael Morales. En este sentido añadió que “es especialmente duro para todos” ver un solar donde antes estaban las viviendas“. Y es que hasta hace un mes se podían ver los restos de las casas que se quedaron a punto de caerse y no lo hicieron, pero ahora ya no hay nada, sólo un solar.
Con intención de paliar esta tristeza generalizada, los vecinos han celebrado una cena navideña hace unos días en un restaurante de la capital grancanaria. “Nunca lo habíamos hecho viviendo tan cerca, pero el destino nos ha unido en la desgracia y quisimos reunirnos con motivo de estas fiestas para no perder el contacto y fue muy bonito”, explicó Morales.
El estado anímico de los vecinos afectados “es mejor que hace unos meses”, cuando la depresión provocaba el que algunos desearan “haber muerto para no tener que pasar el calvario y todos los problemas que estamos sufriendo”, afirmó Rafael Morales. Sin embargo, todos se alegran de que “se haya recuperado el norte, y esas depresiones y pensamientos se estén alejando de nuestras mentes”, añadió Morales.
Mínimo apoyo institucional
Y es que estos vecinos de la capital grancanaria aseguran sentirse “muy desamparados”. La “única institución” que les ha ayudado en el desescombro y en la concesión de permisos para la construcción de las nuevas viviendas “es el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria”, explicó Morales. “Las demás nada de nada de momento”, añade. El Cabildo les ha pedido que formalicen por escrito una petición de ayuda que ya han presentado y de la que no han recibido respuesta, aunque “sí nos han prometido que nos van a ayudar con los permisos”.
En la redacción y tramitación de los proyectos de sus nuevas viviendas, estos vecinos se han encontrado con un problema. La normativa urbanística actual para construir una vivienda unifamiliar obliga a disponer de 500 metros cuadrados para tener de una casa de este tipo. Los propietarios de Pancho Guerra “sólo disponemos de 250”, explicó Rafael Morales, “pero tanto Ayuntamiento como Cabildo se han comprometido verbalmente a aceptar nuestros proyectos porque no tenemos culpa de haber perdido nuestras casas, y queremos construir unas prácticamente iguales”, afirmó Morales.
Rafael Morales asegura sentirse “especialmente avergonzado” del trato recibido desde la Consejería de Vivienda del Gobierno de Canarias, con quien mantuvieron una reunión, le presentaron por escrito sus demandas “y aún no hemos recibido una contestación”. Este comportamiento “nos produce mucha tristeza, porque a cualquiera le puede pasar una cosa como esta y cuando uno acude a las instituciones que te deben ayudar, ni siquiera te abren la puerta para escucharte”. Por todo, Morales insiste una y otra vez durante la conversación que “todo esto es muy duro” y termina asegurando “no nos rendimos”.