Camiseta y bocata, el derby perfecto

Esta semana hay un tema de conversación que monopoliza casi todo y a mí, que soy un acérrimo seguidor de la UD Las Palmas, me encanta jugar al pique sano con tantos amigos y amigas que tengo en la isla de Tenerife, donde nació mi madre. Por eso me niego a aceptar que la decisión que ha marcado la Policía Nacional con la prohibición de llevar las camisetas amarillas de la UD Las Palmas fuera de la zona acotada para sus seguidores sea aceptada o normalizada como lógica, porque si lo hiciéramos así, la misma no es más que la constancia de un fracaso rotundo de ambas islas y aficiones como sociedad.

Como ejemplo de que es un error adjunto una foto tomada el día del derby de junio en playoff donde el Tenerife eliminó a la UDLP o la publicación que en Twitter ha hecho estos días un aficionado del Tenerife, Alfonso Bermúdez (@alf_bermudez), haciéndose eco al respecto. De la misma forma han reaccionado la gran mayoría de medios de comunicación deportivos de la isla tinerfeña, me ha alegrado ver que la cordura y la deportividad está por encima de lo que algunos piensan de ambas aficiones.

Llevo toda la semana con mensajes, llamadas e incluso en algún caso como con Juan Carlos, cocinero tinerfeño de Poemas by Hermanos Padrón y seguidor irreductible del Tete riéndonos a mandíbula batiente con el pique sano del derby mientras compartíamos experiencia en Palma de Mallorca con LPA Gastrotrip.

En octubre pasado acudí al que para mí es el mejor restaurante de toda Canarias, El Rincón de Juan Carlos, y tras haber sido eliminados por el Tete en el playoff, entré en sus cocinas con la camiseta de Jonathan Viera y diciendo que “veía mucha fiesta ahí”, riéndonos todos a carcajadas, publicando incluso Fran, absoluto hincha del Tenerife y jefe de cocina del Rincón, una foto conjunta en su Instagram.

En enero pasado acudí a mi visita anual al Restaurante Gofio, auténticos embajadores de la alta cocina canaria y afincados en la capital de España, uniformado con un regalo de reyes único como es la camiseta retro de la UDLP. Las risas y coñas con Safe, tinerfeño de nacimiento y como dice él, canario de las 8 islas de corazón, aún retumban en mis oídos.

En el partido de ida de este año, el mosaico animando a Kirian en su recuperación unió a las dos aficiones en una ovación apoteósica, y por cierto, allí estará el joven tinerfeño con su camiseta amarilla, esperando la ocasión de saltar al campo si el mister lo considera oportuno.

Si hablamos de restaurantes, les invito a que el mejor derby sea en la mesa de su restaurante favorito en la isla picuda, pero si hablamos de bocatas les invito a que jueguen entre estos dos, el de pollo del Bar Imperial en Tenerife (auténtico templo tinerfeñista) o el de pata del Yazmina en Gran Canaria, donde la pasión por la UDLP se respira desde siempre y no es extraño encontrarte con alguno de los jugadores actuales o de los ya retirados, compartiendo sitio con los aficionados. A este paso, igual un día en Tenerife no podremos entrar con un bocata de pata o en Gran Canaria no se permite entrar con un bocata de pollo. 

Todo esto viene a cuento para poner el ejemplo de la gastronomía como elemento que demuestra que Tenerife y Gran Canaria somos mucho más inteligentes de lo que quieren hacer ver con una norma que nos degrada como sociedad. Yo no voy a ir al partido del Heliodoro Rodríguez López, pero si lo hiciera no dudaría en llevar mi camiseta amarilla, reírme y darme un abrazo con todos mis amigos tinerfeños, animar a mi equipo hasta el final y una vez terminado el partido, acudir a disfrutar de una buena mesa en Tenerife, que de comer en esa isla se entiende mucho y bien. “Y quien lo quiera coger, que lo coja” como diría Manolo Vieira, un referente para todos, independientemente del color de la camiseta que se lleve puesta.

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